Alvaeno Alvaeno •  Opinión •  25/01/2017

Desempleado intelectual

He tomado este título “Desempleado intelectual”, del libro “Verano”, de J.M. Coetzee, y cito el siguiente párrafo del mismo para dar una idea de lo que hablaré hoy en este artículo, y es lo que según mi humilde opinión, ocurre actualmente en España:” El camino que conduce a través del latín y el álgebra no es el camino hacia el éxito material…”.

E incluso, la filosofía o la literatura, parecen no ser el camino hacia ese “éxito material”, al que se refiere Coetzee, y parece que el “éxito”, no se consigue, ni pensando, ni escribiendo, sino siendo expertos en vender lo que sea, aunque sea humo.

Es más que obvio que los intelectuales (no todos) pero sí una mayoría, estamos desempleados, (sí, he escrito, estamos, porque me considero un intelectual desempleado, y lo reconozco porque no me va ese rollo de la falsa modestia).

En España, somos muchas personas cualificadas que vivimos al filo de la navaja, sin otra opción que abandonar el país en el que nacimos, ya que aquí, por desgracia, no se valoran nuestras cualidades ni nuestra preparación. Vivir en la cuerda floja es vivir en ese lugar en el que basta un solo instante para caer al abismo del ostracismo y lo que es, o puede ser peor, de la miseria.

Los que todavía practicamos el ejercicio de pensar, tan necesario como cualquier otro ejercicio, y los que tenemos sentido crítico, y libre albedrío, no somos bienvenidos en este sistema que solo quiere individuos sumisos y silenciosos, y cómo no, egoístas. Corderos que se dejen degollar como ofrenda al dios de estos tiempos el dinero, y el mercado. Esclavos que no rechistan, que no quieren reconocer su esclavitud.

Criticar, denunciar y no estar de acuerdo con lo establecido, no es correcto en un mundo como este. Los que lo hacemos, no sólo somos vistos como bichos raros,  sino como tarados o excéntricos empedernidos, inconformistas natos.

Somos peligrosos para los de arriba, pero también para los de abajo porque miramos desde otra atalaya, desde la perspectiva y desde la disección de la propaganda que el poder genera para hipnotizar a sus fieles servidores.

Lobos disfrazados de pastores buenos y benefactores del rebaño en el que no admiten ovejas descarriadas.

Este mundo se desintegra ante los ojos de todos, pero todos, o casi todos, miran para otro lado, como si la cosa no fuera con ellos. El ombliguísmo exagerado del que se hace gala, y el que se promueve desde las cúpulas del poder, no da cabida al pensamiento, a la solidaridad,  o a la empatía en las cabezas de todas esas personas que no creen que un día serán sacrificadas, en pos de la ganancia y la producción masivas. Estos egocéntricos no piensan que un día serán sus cabezas cercenadas por la cruel guillotina que el sistema capitalista y de consumo siempre mantiene bien afilada.

No sé cómo se puede justificar la indiferencia y la indolencia con la que viven una gran mayoría, enfrascados en tener más y más y olvidándose de Ser, ser o tener, que diría Fromm.

No cabe duda que la humanidad, o una gran parte de ella, ha sido alineada, inoculada con el veneno de lo material, y vive, esa parte de la humanidad en un estado de somnolencia, en el que se quedan más por miedo, que por resignación, aunque tanto el miedo al cambio, como la resignación son los creadores de esta frase, para mí, injustificable, y que para esa parte de la humanidad  es la justificación  a su estulticia: “Esto es lo que hay”, dicen con una resignación impuesta.

SALV-A-E

Los que quieren vivir no te saludan y no esgrimen esta frase que describe el terrible conformismo en que muchos han caído.


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