Lorenzo Gonzalo •  Opinión •  06/04/2018

Guerra o Paz

Aunque el título parodia una novela de León Tolstoi, ésta ha sido la gran zozobra que ha dominado la vida nacional cubana en los últimos sesenta años.

Como una contribución más para ayudar a resolver esta inmerecida realidad, un número de personas, estadounidenses y residentes en Estados Unidos de América hemos concebido la idea de iniciar un movimiento que lleva por nombre US-Cuba People´s Friendship Association. Si traducimos el nombre, esto significa Asociación de Amistad entre los pueblos de Cuba y Estados Unidos de América.

La idea es promover un gran movimiento de raíces y propósitos estadounidenses con personas que vivimos en la sociedad del Norte continental americano, para alcanzar la Paz y la Concordia en el Estrecho de la Florida, testigo de injustas agresiones e imposiciones durante más de cien años.

El pasado 1º de abril, tuvo lugar la séptima reunión dirigida a lograr este propósito. Fue más nutrida que las anteriores, aunque no fueron convocados muchos interesados, debido a las limitaciones del local que, en este caso, fue la casa de uno de sus miembros, quien generosamente abrió sus puertas y el corazón de su familia, para que pudiese realizarse.

Guerra o Paz, es la dramática alternativa que ha definido las relaciones entre Cuba y Estados Unidos durante seis décadas. El nuevo proyecto pretende erradicar el primer elemento de esa alternativa, la Guerra y volcar los ánimos de estadounidenses y residentes en Estados Unidos, a identificarse con la Paz. 

No se trata de un proyecto de captación política entre las sociedades de Cuba y Estados Unidos, sino de romper mitos fabricados por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, a través de una política de agresión derivada de la Guerra Fría. 

La finalidad esencial del trabajo propuesto para los Comités que se organicen en estados, municipios y ciudades, es erradicar la desinformación que culpa a Cuba de las limitaciones de viaje impuestas por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos de América y sataniza al propio tiempo de manera impropia, al Estado y Gobierno de esa Nación. Una parte integral de esta labor consistiría en estimular la participación política dentro de esas localidades estadounidenses, para apoyar a cargos públicos a aquellos candidatos que defiendan los intereses nacionales de su país y se opongan a las políticas intervencionistas de Washington. 

Es importante erradicar la visión de una Cuba enemiga que confronta a Washington y promueve la animadversión hacia Estados Unidos. Al propio tiempo es necesario responder objetivamente a una de las últimas políticas diseñadas por el Departamento de Estado, llamada “relación de pueblo a pueblo”. Esta política abrió las puertas al derecho de Cuba a tener relaciones en el mundo de la cultura, el deporte, la educación, actividades científicas y profesionales y similares. Algo positivo sin lugar a dudas. Es un derecho que había sido inculcado por decisión de Washington. Ahora bien, su aprobación estuvo enfocada a buscar modos de influenciar en la vida nacional cubana, lo cual no es malo si Cuba tuviese los mismos medios para influenciar en la vida nacional estadounidense. El aspecto venenoso del segundo carril, como se le llama a ese aspecto de la Ley impulsada en los noventas por el senador Torricelli, es que en el siglo XXI se le añadió el derecho de viajar a los estadounidenses que tuviesen interés de influenciar en la manera de pensar del ciudadano cubano, priorizándose ese aspecto y financiando a grupos de cubanos residentes en el sur de Florida que se dedican a las actividades de buscar maneras para desestabilizar al Estado cubano, enviando dinero a personas marginales del proceso, quienes diseminan propaganda política ajenas a las estructuras del Estado cubano. 

Ese último aspecto es el más delicado en la actualidad. Dicha política está dirigida a crear confusiones en la población cubana a través de una estrategia que condiciona las visitas de los estadounidenses a Cuba al adoctrinamiento de la ciudadanía cubana, especialmente de la juventud. Su diseño consiste en llevar el sutil mensaje de comparar las realidades cubanas, pertenecientes a un país sub desarrollado y bloqueado por las políticas de Washington, con el híper desarrollado coloso del Norte. 

Nuestro proyecto en cambio se adhiere al aspecto sano de la Ley. Aquel que corresponde al derecho cercenado por la política de Washington de permitir que Cuba conserve los derechos universales del resto de los países del hemisferio, en términos de intercambiar con Estados Unidos de América, cultural, deportiva y científicamente, así como en el ámbito profesional. Pero, además, nos proponemos avanzar más allá de ese intercambio, acercando a los ciudadanos de los dos países en calidad de amistad simple, sin propósitos ideológicos o político alguno, haciendo posible que, tanto de un lado y otro, esos ciudadanos tengan mutuamente acceso respetuoso a las autoridades y los gobiernos, para que los sentimientos de ambos puedan expresarse, mostrando así que la conversación entre pueblos es posible. 

Esperamos que el futuro de esta nueva idea, con la creación de Comités independientes, en las llamadas ciudades hermanas, coordinados entre ellos, llegue a final feliz, se consoliden, crezcan y sean una ayuda más en el proceso de estimular visitas e intercambios duraderos, sanos y sin terceros propósitos, entre las sociedades civiles de ambos lados. También sería de gran valor si los Comités de esas ciudades hermanas, llevasen por nombre Hemingway Club, subsidiarios de USA-Cuba People´s Friendship Association, porque fue precisamente Hemingway la primera figura de mayor nombre que identificó a Cuba con Estados Unidos y si viviese aún, seguramente hubiese sido el mejor embajador de la Amistad entre dos pueblos que han estado unidos por una riquísima historia de cooperación y sacrificios. 

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Fuente: MartianosHermesCubainformación


Opinión /