Redacción •  Actualidad •  29/04/2024

Ecologistas en Acción solicita que el corredor verde del Guadiamar sea declarado Parque Natural

  • Ecologistas en Acción Sevilla pide establecer el máximo grado de protección de este espacio que tanto costó recuperar para que se convierta en el gran vertebrador socioambiental de la comarca, manteniendo las actividades de uso y educación ambiental que se han demostrado compatibles pero eliminando todas aquellas otras que están limitando su potencial.
Ecologistas en Acción solicita que el corredor verde del Guadiamar sea declarado Parque Natural

Comunicado

Días después de lamentar la catástrofe anunciada de hace 26 años y reivindicar que «no hay justificación» para autorizar la reapertura de la misma mina que originó el mayor desastre ambiental de Andalucía, Ecologistas en Acción solicita que el corredor verde del Guadiamar y parte de su cuenca, único fruto positivo de aquella catástrofe, sea declarado Parque Natural para garantizar así su protección y que sirva de cambio de modelo económico para la comarca.

En 1996 activistas de la entonces CEPA, hoy Ecologistas en Acción, demandaban en el puente viejo de Aznalcázar, la creación de un corredor ecológico en el Guadiamar que cumpliese con esa función de interconexión entre los ecosistemas de Doñana y Sierra Morena.

Tristemente se cumplieron esos deseos como consecuencia del desastre provocado por la rotura de la balsa de residuos tóxicos de la mina de Boliden en Aznalcóllar.

En ese hacer de la necesidad virtud, se recogieron los lodos esparcidos por la llanura de inundación del Guadiamar, en algunos lugares más mal que bien, en otros con más acierto, se depositaron en la corta vieja de la mina y se realizó un potente plan de mitigación de los efectos tóxicos del vertido, mediante su reforestación con especies autóctonas que ahora lucen con todo su esplendor tras 20 años de crecimiento. Mitigación que debido al volumen de lodos tóxicos vertidos y a que un tercio del cauce afectado fue la propia mina la encargada, que siguió con su política de reducir costes, sólo pudo conseguir eliminar el grueso de los lodos vertidos, quedando esparcidos por la llanura de inundación una contaminación residual muy importante.

Una de las estrellas de la reivindicación para justificar ese corredor ecológico era el lince ibérico, se hallaba por entonces en peligro crítico de extinción y la población de Doñana arrastraba problemas de consanguinidad que se pretendían solventar con ese espacio protegido, que a su vez fuera paragüas del resto de especies.

Hoy en día el lince campa a sus anchas en el corredor, donde encuentra el alimento y refugio que no encuentra en Doñana. Se ha revertido la situación, ahora el reservorio de la especie es el Guadiamar y las zonas forestales de sus alrededores, de ahí podrá saltar a Doñana cuando se recupere el conejo en el Espacio Protegido de Doñana, principal factor de declive de la especie en el Parque Nacional.

Pero para que eso sea posible habría que blindar el Guadiamar como espacio protegido, ya que su calificación ambiental como Paisaje Protegido resulta muy insuficiente.

Sirva el ejemplo del pastoreo, en la declaración del Guadiamar como Paisaje Protegido, se incorpora la prohibición del pastoreo para evitar el consumo de la vegetación contaminada por parte de la ganadería y para asegurar la prosperidad de las plantaciones desarrolladas en la cuenca en el plan de restauración, pues bien, ha bastado la presión municipal de algunos ayuntamientos del entorno para que ahora pasten un gran número de caballos en el río, muchos de éstos sin la identificación obligatoria.

Se ha generado así un problema de seguridad alimentaria, ya que podrían acabar en la cadena alimentaria humana y otro, este sin remedio, de bienestar animal, ya que estos caballos están comiendo alimento contaminado, como se recogía en un informe encargado por la Junta a un grupo científico, allá por 2009, que determinó que aunque las cantidades de metales en la vegetación no era muy elevada, sí lo era en el suelo, que era ingerido por los animales cuando pastaban vegetación rala.

Esta presencia de estos grandes herbívoros genera importantes afecciones a la vegetación, en especial a los brotes nuevos de los árboles de ribera en primavera, que limitan su desarrollo, llegando a la muerte de esta arboleda en zonas donde la presión ganadera es mayor. Se precisa pues, sacar el ganado del Corredor y trasladarlo a otras fincas públicas que se sumen al espacio protegido, que cumplan con la función social que se pretende cubrir, sin tener que poner en riesgo la salud de los animales ni la vegetación del Río.

Para que el espacio protegido cumpla sus funciones, hay que ampliar el ámbito territorial, reforzar la conexión norte del Guadiamar, incluyendo el cauce completo del Río en el futuro Parque Natural, hasta su nacimiento en el Castillo de Las Guardas, manteniendo la conexión oeste del actual Paisaje Protegido, ampliar a todos las áreas forestales y de dehesas, contiguas al río, antes que acaben transformándose en cultivos. Dehesas y montes del Castillo Las Guardas, El Garrobo, Gerena, Aznalcóllar y Sanlúcar supondrían unas superficies de entidad que garantizarían el papel de corredor del río y que el espacio adquiera valor en sí más allá de esa función de corredor, permitiendo el desarrollo de actividades socioeconómicas vinculadas a la conservación y renaturalización del espacio y de producciones agropecuarias y forestales ecológicas diferenciadas de mayor valor añadido.

También se precisa  conectar por el Sur el Guadiamar, actualmente éste acaba en entremuros y se rompe su conexión física con los espacios forestales de Doñana, la recuperación prevista del caño Guadiamar en el programa marco de Doñana del MITERD, debe tener en cuenta también esta función  de corredor ecológico a la hora de diseñar los espacios a renaturalizar, incorporando al futuro parque los espacios forestales no incluidos en Doñana, los pinares de Puebla-Aznalcázar, la dehesa y lagunas de Tornero y la dehesa del Gobierno de Villamanrique, que son espacios públicos en los que no debería haber problemas, para su inclusión.

En definitiva, establecer el máximo grado de protección de este espacio que tanto costó recuperar para que se convierta en el gran vertebrador socioambiental de la comarca, manteniendo las actividades de uso y educación ambiental que se han demostrado compatibles pero eliminando todas aquellas otras que están limitando su potencial.

Un Parque Natural que permita un nuevo modelo económico basado en la conservación de la naturaleza que desplace a la minería y la agroindustria como único referente de desarrollo en la comarca, que incluya el cierre definitivo de las minas de su entorno como principales amenazas para la salud de personas y ecosistemas.


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