Asociación Guadalajara Antitaurina •  Opinión •  22/08/2022

Tiene 22 años y muchos amigos. Tiene la vida por delante

Tiene 22 años y muchos amigos. Tiene la vida por delante

El 14 de agosto quedan a la entrada del pueblo de uno de los amigos. Todos los años, desde que puede salir sin permiso paterno, hacen el mismo recorrido.

Llegan en varios coches, con los maleteros cargados de neveras de camping, hielos, botellas y más botellas. Malaparcan donde pueden, a veces dentro del pueblo, o en la explanada habilitada por el ayuntamiento en las eras. Por esas fechas la población se ha triplicado con los veraneantes. Pero es en las fiestas de la Virgen de Agosto cuando una avalancha de coches inunda cualquier rincón del casco urbano, las cunetas y el campo abierto.

El grupo de amigos da vueltas por el pueblo, saludando a conocidos y desconocidos. Tapean en los tres bares y las dos tascas, y terminan en los coches, vaciando las botellas antes de que se deshaga el hielo. Va subiendo el tono de sus voces, ya buscan a las chicas para entablar conversación y echarse unas risas… Dejan un rastro de vasos por las ventanas y los alcorques. También orinan allí donde les llega la necesidad de vaciar las vejigas. Ellas entre los coches, ellos en cualquier esquina. El aire ya apesta a ácido úrico. Ni lo notan a estas alturas.

Llega el momento más esperado. Suena el estallido de un cohete. Primer aviso. La gente se agolpa en las talanqueras que cierran el paso a la calle mayor. En un extremo están encajonadas las dos vaquillas que van a soltar en pocos minutos. Hay zonas con alguna ventana enrejada a la que subirse, o un portal entreabierto. Pero otros tramos de cuarenta o cincuenta metros en los que nada se puede hacer más que correr, correr y ser más rápido que las astas…

La sangre empieza a hervir entre los corredores. Sus 22 años le dicen que no se encuentra

bien, que ha bebido demasiado. También se lo dicen sus amigos y una chica de pelo largo que se ha pegado a él. La sangre le dice que tiene que correr por esa calle que sabe de memoria. Recuerda dónde debe apretar y dónde puede escabullirse. Lo sabe de memoria, pero no llega a dominar su malestar. Se le pasará en cuanto note a la vaca en su espalda.

Uno corredor le recuerda que está prohibido correr borracho.

-No, hostias, que estoy bien, joder… ¿A qué hemos ha venido? ¿A correr? Pues vamos. La chica le agarra de la camiseta, pero él se zafa al segundo cohete. Ya están sueltas y llegarán en segundos. Sus 22 años, cargados de alcohol y testosterona deciden que controla, y sale al centro de la calle. Ve llegar a los corredores y se une a ellos. Las vaquillas se acercan, buscan una salida que no encuentran delante de ellas. A los lados muros y barrotes. Solo pueden seguir corriendo entre los huecos que deja la gente… Una avalancha. El empedrado es duro, resbaladizo, pegajoso. Una vaquilla tropieza, cae. Su cabeza da con un bulto. Su cuerno entra en la blanda carne, rompiendo dos costillas, hasta llegar al pulmón. 22 años abotargados por el alcohol, con la vida por delante y sus amigos gritando al otro lado de la barrera, sin poder moverse.

Nota que el aire se escapa de sus pulmones. Un gran peso encima suyo y la sangre burbujea en su pecho. La vaquilla le agita y el desgarro es inevitable. El joven piensa en su mala suerte, el flash de un móvil le nubla la vista. ¡Qué mala suerte ha tenido!

Unos pocos temerarios acuden a socorrerle tirando del rabo, golpeando la cabeza, apartando el cuerpo de la afilada cornamenta. Lo consiguen finalmente y el animal huye despavorido a encontrarse con su compañera. Las vuelven a encajonar.

2 años la vaquilla, 22 años el joven; los dos mueren esa noche, en la madrugada. El uno en la ambulancia donde intentan reanimarle. El animal en un corral, de un tiro.

Uno de ellos podría haber seguido vivo, sin duda, si hubiera escuchado a su amiga, a sus amigos, a su malestar. El otro no, porque en los festejos taurinos siempre terminan sus vidas.

Las fiestas se suspenden, la bandera a media asta. Luego, la vida sigue.

El próximo año volverán al pueblo, en memoria de su amigo. Lo hacen por él. Correrán delante de otra vaquilla por él, seguro que así lo querría…

Porque es la tradición, la maldita tradición que siega vidas, mientras unos miran y otros mueren.

Fdo: Asociación Guadalajara Antitaurina, 22 de agosto de 2022.


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