André Abeledo Fernández •  Opinión •  18/05/2020

Las colas del hambre son fruto de una pandemia que azota al mundo hace mucho tiempo, el capitalismo.

Desgraciadamente también en el mal llamado «primer mundo» hay hambre y desnutrición. De la pobreza energética a la miseria hay un simple paso, una crisis, una desaceleración, una depresión y en esta ocasión una pandemia nos demuestra hasta que punto el sistema capitalista es salvaje, injusto y frágil.
 
Asistimos una vez más al espectáculo del burgues asustado que abraza al fascismo, a la derecha que no tiene más patria que su bolsillo, a una oligarquía dispuesta a todo para no perder sus privilegios.
 
La pandemia del coronavirus ha aumentado la pobreza en todo el país, poniendo en peligro algo tan básico como la adquisición de comida, lo que se refleja en el incremento del 30% de las entregas que hace el Banco de Alimentos de Madrid, hasta llegar a niveles «que ni siquiera se vieron en la crisis del 2008».
 
Y esto no es culpa de un gobierno bolivariano, ni mucho menos bolchevique, un gobierno que como quien dice lleva dos días y se esta enfrentando a una pandemia que tiene contra las cuerdas al capitalismo a nivel mundial.
 
Los ricos se hacen más ricos y los pobres cada vez son más pobres, porque el reparto y la redistribución de la riqueza es cada vez más injusta.
 
La manifestaciones promovidas por la derecha y la extrema derecha contra el gobierno progresista, salidas de barrios ricos y fundamentadas en el odio de clase, el nacionalismo reaccionario y la simbología franquista, dan un salto cualitativo con la participación de importantes oligarcas.
 
Vemos como los ricos se revuelven histéricos ante el anuncio de impuestos para las grandes fortunas y de politicas para los sectores sociales más vulnerables. 
 
Quieren que la factura de la crisis la paguemos los de siempre, la clase trabajadora. Y para conseguirlo todo vale, los bulos, las mentiras, la propagación del COVID-19 con manifestaciones de pijofachas que no respetan las medidas de seguridad .
 
Mientras los verdaderos patriotas tenemos la obligación de parar los pies a la ultraderecha fascista. 
 
Tenemos que preparar la respuesta y buscar una salida justa y social de la crisis. Frente a la horda reaccionaria, la izquierda, la clase obrera, los sindicatos y organizaciones populares tendremos, si es necesario, que tomar en masa las calles para defender nuestros empleos y nuestros derechos.

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