Rafael Fenoy Rico •  Opinión •  14/07/2018

Bioclimatización de centros educativos

Llegaron, y se dieron cuenta que los despachos, las instalaciones, las salas donde tenían que reunirse, no estaban climatizadas. Se aprestaron inmediatamente a la tarea de aprobar los presupuestos necesarios para que en escasos meses todos los lugares donde debían estar, incluidos sus elegantes coches, tuvieran aires acondicionados. No hubo problema. Se arremolinaron en torno a los plenos de diputaciones, parlamentos o ayuntamientos, y aprobaron, sin ninguna duda, lo que para ellos era esencial: no pasar ni frio ni calo.  ¡Claro!, esto suponía climatizar los edificios públicos donde ellos debían visitar. Y esto ocurrió en toda España.

En 1982, en Andalucía, el PSOE asumió el gobierno autonómico y desde ese momento, hace 36 años ininterrumpidos, no han tenido tiempo los políticos socialistas de  apiadarse del padecimiento que la infancia y la juventud andaluza por sufrir frio o calor en los establecimientos escolares. Muchos años, y muchos días de temperaturas extremas, sin que se haya puesto remedio. Más aún cuando la norma que regula la prevención y salud laboral en todos los lugares de trabajo, desde hace años, regula los márgenes de temperaturas legales donde la actividad laboral se desarrolla. Ni menos de 17ºC  ni más de 27ªC.

Las temperaturas extremas, que ahora llaman Bioclimatización, es  una  historia interminable, en la que la CGT lleva más de 10 años estudiando, informando y denunciando, las situaciones ilegales y anti-saludables que se le imponen a la infancia y la juventud, así como a todo el personal que trabaja en los centros educativos. Ahora el Parlamento andaluz, estudia una ley que se presentará en Algeciras el próximo día 14, por la tarde, en el Centro de Profesorado, para conocimiento de la ciudadanía. Paradójicamente, en ese mismo parlamento y no hace mucho, el SR Vázquez de la Chica, Consejero de Educación de la Junta, calificó la preocupación por estas temperaturas extremas de “frivolidad”.

Y si de mejorar climas se trata la Consejería de Educación, incluso antes de que se apruebe la ley, podría mejorar el clima de los centros en lugar de enervar los ánimos de decenas de miles de personas docentes que perderán su trabajo el curso próximo. La bio-climatización de los centros urge, la estabilidad del personal docente también. Temperaturas adecuadas, para aprender y enseñar, y estabilidad del personal encargado de ello, son claves esenciales para la mejora real de la calidad de la educación pública andaluza.


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