No hay perdón
«Porque todo en este mundo está perdonado de antemano, y por tanto, todo cínicamente permitido»
MILAN KUNDERA
¿No hay perdón?
Giorgia Meloni ganó en Italia, porque más de la mitad de los ciudadanos, no fue a votar, leo por ahí.
Y pienso que el descrédito hacia la política, acentuado por aquellos a los que no le conviene «lo político», es reaccionario.
Lo político y lo público va de la mano.
No es posible entender el avance de políticas reaccionarias y ultras, sin el consenso de muchos «idiotas útiles» Además, de muchos desencantados, llenos de bronca u odio a los que «lo público» no les da respuestas.
El cuerpo social está en problemas si se permite naturalizar una enfermedad sin combatirla.
Nada es casual
¿Es casual el accionar de ciertos entramados judiciales, mediáticos y ultras (incluidos los religiosos) contra políticas, partidos y personas concretas?
Es una espiral que lleva una etiqueta invisible: una etiqueta que dice, estamos hartos de su democracia, de su libertad, de su diversidad, y tenemos miedo de que nos quiten nuestros privilegios eternos.
Y sí; estoy convencido de que el miedo de las clases más poderosas, de los poderes económicos planetarios, de los fugadores seriales hacia paraísos fiscales, hace que promuevan el caos para imponer gobiernos ultras que los defiendan del avance del «socialismo».
¿Cómo lo hacen?
Y como saben que si no convencen a una gran mayoría del medio a ser un mendigo proletario, es más difícil gobernar.
Porque el «cuco» está ahí, y viene a robarnos el trabajo y la comida, dicen.
Y también saben que si no desalientan a muchas personas más proclives a ser sensibles ante las injusticias, o a personas con valores y principios más ligados al humanismo que al mercado, es más difícil gobernar.
Por eso recurren a esa pinza perversa que enloda la vida social.
Los perros rabiosos del sistema son esos partidos ultras que en nombre de la patria, la libertad, o la bandera, vienen a cumplir el trabajo de las oligarquías nacionales y planetarias, según el caso.
Por eso es tan importante volver a darle el valor a lo «político» y lo «público» antes de que sea demasiado tarde.
«Los grandes valores de la humanidad tendrán que prevalecer, no podrán ser derrotados», decía el expresidente de Chile, Salvador Allende, en su último mensaje al pueblo de su país.
Que así sea.
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Néstor Tenaglia Álvarez