Julio C. Gambina •  Opinión •  08/04/2021

¿Es posible seguir el ejemplo estadounidense?

Habrá que pensar en tensar la cuerda contra las ganancias y a favor de los ingresos populares, para lo cual habrá que encarar transformaciones estructurales que afecten la lógica de producción y reproducción del capitalismo.

Cuando todavía persiste la incertidumbre sanitaria y económica, se empieza a mensurar el rebote de la economía mundial, lejos de recuperar la tendencia, pobre, por cierto, previa a marzo del 2020. Una de las incógnitas es para cuándo podrá recuperarse esa perspectiva de crecimiento en el capitalismo global. Todo indica que involucrará todo un lustro desde la emergencia de la pandemia y el cierre planificado de las economías nacionales y la circulación mundial del producto. El horizonte apunta hacia el 2024/25. Esa es la razón, pese al rebote económico “diverso”, como sostiene el FMI, que muchos organismos internacionales y economistas en posiciones estatales estén preocupados por sostener el financiamiento público de la recuperación.

Remito al FMI, entre otros, que promueve no desatender la intervención fiscal para contener impactos regresivos y por supuesto, cualquier esbozo de conflictividad social. Como no somos inocentes, aclaramos que estas consideraciones de los organismos internacionales son convergentes con las preocupaciones tradicionales apuntadas al ajuste y a las reformas estructurales que favorezcan la tasa de ganancia. Al tiempo que se atiende el gasto social en la coyuntura, avanzar en reformas de fondo, caso de los regímenes laborales y previsionales. Se trata de flexibilizar y si se puede derechos sociales, sindicales, laborales, históricamente conquistados, revertiendo la situación derivada del momento definido por el “estado benefactor”.

Es el caso también de Janet Yellen, la Secretaria del Tesoro de EEUU que lleva en estas horas a la reunión conjunta del FMI y del Banco Mundial, como al G20, la propuesta de una iniciativa global para grabar a las corporaciones transnacionales. El hecho es la reducción tributaria impulsada por la administración Trump, bajando la imposición a las ganancias corporativas del 35 al 21%. La gestión Biden pretende recuperar posiciones y establecer una tasa del 28%. Ante la amenaza de retiro de esas empresas y la búsqueda de territorios favorables a la no imposición (paraísos fiscales, entre otros), se pretende generalizar la iniciativa al mundo. Leemos en la prensa los dichos de la Secretaria del Tesoro[1]: «todavía es demasiado pronto para hablar de victoria», por lo que los países tienen que continuar con «el fuerte esfuerzo fiscal y evitar retirar el apoyo demasiado pronto para promover una recuperación sólida» y ayudar a evitar la aparición de desequilibrios globales.”

Viene de lejos la tendencia a imposiciones regresivas para mejorar la perspectiva de los inversores de capital. Hace años que se discute en el sistema mundial la reversión de esa lógica tributaria favorable a los capitales más concentrados, que son los que más ganancias acumulan. Es posible ver el fenómeno actual en las empresas tecnológicas, caso de la expansión del comercio electrónico mediado por las restricciones en tiempos de pandemia. Con motivo de la innovación se promovieron oportunamente reducciones impositivas para favorecer esos desarrollos empresarios que evolucionaron a grandes conglomerados transnacionales. Esos beneficios impositivos debieran revertirse o suspenderse para la contribución a la emergencia, especialmente ante la dimensión de la valorización y ganancias de esas empresas por un lado y la recurrencia de nuevos brotes de contagios y muertes por un virus que es por ahora no controlable. Son gigantescas las ganancias de las empresas que operan la virtualidad en el contexto 2020/21.

Claro que EEUU tiene sus propias razones para elevar impuestos, como sostiene Yellen. Podemos ver detrás la necesaria financiación de un proyecto de renovación de infraestructura de unos 2 billones de dólares. El tema se discute en el parlamento estadounidense, al tiempo que profesionales como Paul Krugman discute desde su columna regular en el New York Times la ampliación de la categoría “infraestructura”, como algo mucho más allá de “puentes y caminos”. La propuesta del Nobel de Economía 2008 apunta en el mismo sentido de la Secretaria del Tesoro: apoyar monetariamente todo lo que sea necesario a los efectos de no cometer los errores del 2008, que restringió el salvataje solo al gran capital concentrado y en general asociado al mundo de las finanzas. Hoy la preocupación es por sostener el complejo entramado productivo que involucra a pequeñas empresas y a millones de personas afectadas por la emergencia.

Se trata de salvar al capitalismo. Incluso, si leemos atentamente las proyecciones de la Reserva Federal sobre la economía estadounidense, observamos el rebote 2021, pero también la tendencia a la ralentización en los años siguientes. Dice la FED que el crecimiento previsto para el 2021 es del 6.5%, pero la previsión para el 2022 baja al 3.3% y más aún en el 2023, con un pronóstico del 2.2%.[2] No está asegurada la perspectiva de superación de la fuerte caída del 2020, que arrastraba ya una lenta recuperación de la crisis del 2007/09. Por eso, la política económica de EEUU, según la fuente mencionada, sustenta en la coyuntura un salvataje generalizado para defender la posición relativa en la economía mundial y un repunte con objetivo de retomar un desempleo del 3,5% para el 2023 en un marco inflacionario del 2%. Por eso necesitan que las corporaciones tributen y contribuyan a sostener la gallina de los huevos de oro. Es que, si las corporaciones trasnacionales no tributan, solo queda afectar los ingresos populares, alicaídos por la situación de emergencia y eso puede generar conflictividad. La variante de la emisión está fuertemente usada, tanto como la del endeudamiento y existe incertidumbre sobre cuanto estirar la cuerda entre ingresos populares y ganancias en sus diversas formas de beneficio empresario o renta.

El temor de los intelectuales sistémicos es retroceder al tiempo de la estanflación que Reagan combatió con reestructuración y ajustes estructurales de los ingresos populares y una mayor explotación de la fuerza de trabajo. Por eso habrá que pensar en tensar la cuerda contra las ganancias y a favor de los ingresos populares, para lo cual habrá que encarar transformaciones estructurales que afecten la lógica de producción y reproducción del capitalismo.

Buenos Aires, 6 de abril de 2021

– Julio C. Gambina, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP, Argentina.

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[1] EE UU pedirá en el G-20 armonizar el impuesto de sociedades a nivel global, en: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/04/05/economia/1617625688_822481.html

[2] FED. Resumen de las proyecciones económicas del 17 de marzo del 2021, en: https://www.federalreserve.gov/monetarypolicy/files/fomcprojtabl20210317.pdf

https://www.alainet.org/es/articulo/211715

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