Ariel Orellana Araya •  Opinión •  06/06/2022

La crisis capitalista no solo golpea con desempleo, sino que con alzas y hambre para la clase trabajadora

Hace sólo unos días la Organización Internacional del Trabajo – OIT, publicó la novena edición del Observatorio de la OIT sobre el Mundo del Trabajo[1], el cual desde la perspectiva de este organismo multilateral del capitalismo monopólico, plantea en términos generales que: el desempleo va en franco aumento, que las brechas de género se han profundizado aún más, que el empleo informal  ha aumentado, y que la inflación atacará más fuerte a los bolsillos de nuestra clase en lo que queda de año, es decir, para nosotros y nosotras la crisis económica no cesa.

La crisis del capitalismo sigue sin ser resuelta, ni por la burguesía, ni por el proletariado a nivel mundial. Su profundidad, integralidad y expansión en el tiempo; la hace ser la más grande en la historia reciente, superior a la del 29´y sin lugar a duda con características particulares, que la hacen única. Narciso Isa Conde, la menciona como una “mega-multi-crisis crónica del capitalismo como sistema. Una crisis integral de la civilización burguesa: económica, financiera, de sobreproducción y subproducción, político-institucional, militar, medioambiental, alimentaria, urbanística, militar moral…”[2] Asistimos sin duda a una oportunidad histórica de acabar con la explotación y la opresión y construir un nuevo orden al servicio de la clase trabajadora.

Al parecer ya ha quedado atrás la pandemia del COVID 19, dado que, salvo en Asia, los confinamientos, cuarentenas y las restricciones ya son cosa del pasado. Sin embargo, ahora la guerra en Ucrania, y las alzas en los precios de los alimentos básicos, la energía, y las materias primas; han profundizado aún más la inestabilidad del sistema. De acuerdo con el Informe de “Perspectivas de la Economía Mundial” de abril del presente año, elaborado por el Fondo Monetario Internacional, FMI[3]  “se proyecta que el crecimiento mundial se desacelere del 6,1% estimado para 2021 a 3,6% en 2022 y 2023; es decir, 0,8 y 0,2 puntos porcentuales en 2022 y 2023 que lo previsto en enero. Más allá de 2023, el crecimiento mundial disminuiría a alrededor de 3,3% a mediano plazo”, situación que marca una tendencia en términos de la crisis depresiva que enfrenta el capitalismo a escala global.

El empleo este año ha sufrido un fuerte deterioro y no ha logrado recuperarse, ya que el déficit se sitúa en cerca de 112 millones de empleos a tiempo completo, sumado al colapso del empleo en Ucrania y los confinamientos en China, a las perturbaciones de las cadenas de suministros a nivel mundial y a las permanentes crisis financieras que no son otra cosa que las crisis especulativas propias del capitalismo que vaticinan un peor escenario para los próximos meses, donde se esperan millones de nuevos despidos y el aumento de la precarización laboral de quienes mantienen sus empleos.

Eso sí, hay que hacer mención que en los países donde se “se alojan” las compañías transnacionales y los grandes monopolios, la recuperación del empleo ha corrido mejor suerte, no logrando las cifras anteriores al 2019, pero sí tendiendo a ciertos grados de generación de puestos de trabajo, siendo las regiones y países más pobres las que verán mermadas aún más las fuentes laborales.

Por otro lado, y aún más grave, es el aumento del desempleo en las mujeres. La brecha que ya era mayor antes de la pandemia se ha ido profundizando cada vez más. En el primer trimestre del 2022 los hombres trabajaron un promedio de 10,5 horas más a la semana en los países considerados de bajos ingresos, y 15,7 horas más a la semana en los países de ingresos medianos – bajos, de acuerdo con los datos entregados por la OIT respecto de la brecha laboral femenina.

También en el caso del empleo informal que fue duramente golpeado por la pandemia del COVID 19 producto de los confinamientos y las cuarentenas, que se desplomó en un 20% el segundo trimestre del 2020 sufrió una rápida recuperación, superando al empleo formal, eso sí, como clase trabajadora no debemos contentarnos con estas cifras, pues debemos considerar al empleo informal como un empleo precario, sin condiciones mínimas de protección laboral y social y sin seguridad de ningún tipo.

Sin embargo, la recuperación del empleo informal no ha llegado a todos. Nuevamente las mujeres siguen siendo afectadas por la crisis en sus múltiples expresiones, los factores que aparecen como los principales, son que éstas, se desempeñan en los sectores más afectados por la pandemia, y, además, que han tenido que doblegar sus horas de trabajo no remunerado en el cuidado de familiares afectados por la pandemia, y los niños y niñas que por millones se han desescolarizado o no han ingresado al sistema educativo[4].

Además, hay que hacer mención respecto del mismo informe en que los ingresos por concepto del empleo de la mayoría de las y los trabajadores a nivel mundial no se han recuperado, a pesar de los “apoyos” emanados por parte de los estados. Por el contrario, las alzas han disminuido la capacidad de compra de bienes y servicios por parte de las y los trabajadores, disminuyendo el salario real.

A medida que los grandes monopolios y las compañías transnacionales traspasan los costos de la crisis capitalista a las y los trabajadores a través de la especulación de los precios de los productos de la canasta básica y la energía principalmente, el ingreso real irá en franca disminución y la posibilidad de que las familias de la clase trabajadora caigan en pobreza, extrema pobreza, y hambre; es cada día más latente. Peor aún, el FMI indica que “El encarecimiento de las materias primas provocado por la guerra y la ampliación de las presiones de precios se han traducido en una inflación proyectada para 2022 de 5,7% en las economías avanzadas y de 8,7% en las economías de mercados emergentes y en desarrollo; o sea, 1,8 y 2,8 puntos porcentuales más que lo proyectado en enero”, es decir, el encarecimiento de los alimentos y los combustibles seguirán al alza, precarizando aún más nuestras vidas.

De acuerdo con este mismo informe y contrariando el discurso de la patronal, que, a nivel mundial (es decir como clase burguesa), ha indicado que el aumento de los salarios estaría provocando un espiral inflacionario. El informe plantea que esto no sería un factor determinante a la hora de indicar los motivos de las alzas de los precios, menos de la inflación a escala mundial.

La pandemia del COVID 19 parece ir quedando atrás, sin embargo, tras de ella la estela de desempleo, pobreza, hambre y muerte; deja en evidencia que la verdadera pandemia del capitalismo monopólico está azotando con mayor fuerza a la clase trabajadora y al pueblo a nivel mundial, y es tarea de las y los trabajadores y el conjunto del pueblo enfrentar con un proyecto antagónico de sociedad que busque acabar con la explotación y opresión en todas sus formas, que socialice los medios de producción y distribución, que luche por acabar con el capitalismo monopólico y así construir una sociedad, sin explotados ni explotadores, una sociedad sin clases.

Ariel Orellana Araya.

Parte del Sindicato de Técnicos y Profesionales SITECPRO, miembro de la Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas, AIT

Trabajador Social, Magíster en Gobierno y Gestión Local (E); Diplomado en Gobierno y Gestión Pública; Políticas Sociales, Pobreza y Desarrollo; Derecho de Familia y Mediación Familiar; Habilidades Directivas.

[1] https://www.ilo.org/global/publications/books/WCMS_845802/lang–es/index.htm

[2] https://www.aporrea.org/internacionales/a312326.html

[3] https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2022/04/19/world-economic-outlook-april-2022

[4] https://es.unesco.org/news/unesco-alerta-que-117-millones-alumnos-traves-del-mundo-permanecen-aun-escolarizar


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