María Landi •  Opinión •  31/07/2020

¿Hacia dónde ir? Escuchemos las voces palestinas

Los anuncios y debates en torno a la posible anexión de jure por parte de Israel de una parte del territorio de Cisjordania (que ya anexó de facto hace mucho tiempo) deben ser vistos, en mi opinión y la de mucha gente, más que nada como una oportunidad para enterrar y trascender el paradigma de Oslo que ya no responde a la realidad actual y menos ofrece salidas hacia un futuro viable, justo y duradero para garantizar los derechos humanos y colectivos del pueblo palestino. En concreto, es el momento de volver a considerar la causa palestina como una lucha anticolonial y antiapartheid, por la libertad y la justicia, y no por un mini–Estado en un territorio residual.

Es por eso que considero importante escuchar lo que dicen las mismas palestinas y palestinos, dentro y fuera de su territorio ancestral, sobre sus visiones de futuro y los posibles caminos a recorrer para llegar a él. Y destaco en particular las voces de la nueva generación pos-Oslo, muchas de las cuales son mujeres. Incluyo aquí algunos de los muchos webinarios (lamentablemente en inglés porque no han sido traducidos) que tienen lugar en este tiempo, sin excluir voces judío-israelíes que también proponen la superación del obsoleto y tramposo paradigma de Oslo dominante en el último cuarto de siglo, que creó la absurda “Autoridad Palestina” y ha llevado al castastrófico estado de cosas actual. Como marco general, traducí un artículo de Yara Hawari (analista de Al-Shabaka en Ramala). Y finalmente, una lista de lecturas con otras voces y visiones.

Palestinos protestan contra la instalación de un nuevo asentamiento colonial israelí cerca del poblado de Asira a-Shamaliya (Nablus), en el norte de Cisjordania (10/7/20). (Oren Ziv/Activestills).

Más allá de los marcos fallidos: reimaginar un futuro colectivo

Yara Hawari

Durante mucho tiempo se ha debatido sobre los futuros posibles para Palestina sin el aporte de los palestinos y palestinas, o dentro de un marco impuesto y limitado. De hecho, la mayoría de las ideas sobre el futuro discutidas en los espacios políticos dominantes se centran de manera consistente en la contención de los palestinos nativos y la seguridad del Estado colonial israelí como principal preocupación. La manifestación más reciente de esto fue el plan “Visión para la paz” publicado por la Administración del Presidente de los Estados Unidos Donald Trump.[1]

Esta “visión” está muy lejos del mandato político revolucionario de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) fundada en la década de 1960 con el propósito de liberar a Palestina y a su pueblo del proyecto de asentamiento colonial sionista que creó a Israel[2]. También está muy lejos de la solución de dos Estados, que se impuso como el futuro más apropiado y factible para israelíes y palestinos/as, y que estaba implícito en el relato de Israel y Palestina como dos grupos nacionales en guerra, más que como el producto del proyecto sionista.

La adopción de este relato estaba implícita en el Plan de Diez Puntos de la OLP en 1974, y se hizo explícita en el Consejo Nacional Palestino en 1988. Se consolidó aún más con los Acuerdos de Oslo a principios de los años Noventa, que definieron un calendario para lograr el establecimiento de un Estado palestino en los territorios ocupados en 1967. El anterior marco político de la OLP de una lucha anticolonial se dio vuelta, cambiando el enfoque de liberación colectiva por uno que priorizaba el éxito individual y la ganancia del capital tras la fachada de un “Estado en espera”.

Este cambio político y discursivo también dio lugar a una transformación fundamental de la sociedad civil palestina, que pasó a depender en gran medida del patrocinio de donantes externos y constriñó gran parte de la capacidad de imaginación colectiva dentro de una agenda política muy específica, marginando tanto a la población refugiada como a la población palestina ciudadana de Israel.

Ahora que Israel avanza de la anexión de facto hacia la anexión de jure del resto de Cisjordania ocupada, muchas terceras partes se aferran desesperadamente a la solución de dos Estados como la que mejor protege sus intereses y relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. Para algunos palestinos, ese marco de la estatalidad sigue ofreciendo lo que consideran el futuro más factible a corto plazo. Su atuendo nacionalista también es atractivo, especialmente porque la estatalidad ha sido el prisma dominante a través del cual se imaginan la liberación. En efecto, el esfuerzo por limitar la visión colectiva palestina a un marco de Estado según las líneas de 1967 ha tenido un gran éxito.

No obstante ha habido intentos de ampliar esos límites, y algunos intentos más radicales de trascenderlos por completo. Este análisis político se centra en las posibilidades de construir una visión colectiva para un futuro palestino. Se basa en el análisis de experiencias palestinas de construcción de consenso que podrían hacer avanzar una visión compartida por la mayor parte del pueblo palestino.

Visiones de futuro: promesas y trampas

En un serio intento de ampliar los límites, un grupo de palestinos/as ciudadanos/as de Israel presentó una visión futura detallada en 2006-2007. Sus esfuerzos demostraron una articulación colectiva sin precedentes de las aspiraciones políticas y sociales de este segmento particular del pueblo palestino. La visión de futuro consistía en cuatro documentos: el Documento Visión de Futuro, Una Constitución igual para todos, la Constitución Democrática y la Declaración de Haifa. Se conocieron colectivamente como los Documentos de la Visión de Futuro (en adelante, los “Documentos”) y fueron publicados y producidos como un esfuerzo colectivo de políticos/as, intelectuales y líderes de la sociedad civil palestina.

Los Documentos exponían lo que el colectivo consideró como las demandas sociales y políticas de la comunidad palestina en Israel, pero, curiosamente, también presentaban un conciso relato histórico. El resultado fue un marco teórico estructurado para los derechos de la población palestina dentro del Estado de Israel. Los Documentos no presentaron nuevas ideas; más bien, consolidaban lo que muchos habían estado reclamando durante décadas. Sin embargo fue la primera vez que estas ideas se presentaron de manera tan clara y con una clara visión de cómo podría ser un futuro más aceptable para las y los ciudadanos palestinos de Israel.

En esencia, los Documentos exhortan al Estado de Israel a abandonar su carácter judío y a incluir a todos sus ciudadanos y ciudadanas. Al mismo tiempo, afirman la identidad nacional palestina de la comunidad y su filiación con el mundo árabe, así como su condición de indígena. En efecto, el relato histórico de los Documentos es claro y ubica la Nakba como la referencia temporal central y la raíz de la tragedia palestina. También hay descripciones claras y articuladas de la génesis del proyecto colonial de asentamiento sionista en Palestina:

“Hacia finales del siglo XIX, el movimiento sionista inició su proyecto de colonización en Palestina. Posteriormente, en concierto con el imperialismo mundial y con la connivencia de las potencias reaccionarias árabes, logró llevar a cabo su proyecto, que tenía por objeto ocupar nuestra patria y transformarla en un Estado para judíos.” Declaración de Haifa, págs. 11 y 12.

 “Israel es el resultado de un proceso de asentamiento iniciado por la élite sionista-judía de Europa y Occidente, y realizado por los países coloniales que contribuyeron a é, así como por la promoción de la inmigración judía a Palestina, a la luz de los resultados de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto.” Documento de Visión Futura, p.9.

El enfoque en la necesidad de reparación histórica por la injusticia de la Nakba es lo que diferencia a estos Documentos de otras iniciativas de la ciudadanía palestina de Israel que demanda la igualdad. Sin embargo, aunque los Documentos abordan brevemente la continua opresión de los otros sectores del pueblo palestino, demandando el fin de la ocupación militar territorial de 1967 y exigiendo explícitamente que Israel reconozca el derecho al retorno de la población palestina refugiada en base a la Resolución 194 de las Naciones Unidas, no hay más elaboración sobre cómo se podría facilitar el retorno de la población refugiada. Tampoco se establece el fin de la ocupación y la implementación del derecho al retorno como un requisito previo para alcanzar las demandas de la comunidad palestina de Israel.

En efecto, los Documentos se centran clara y deliberadamente solo en la condición de las y los ciudadanos palestinos de Israel, separando conscientemente o no su causa de la de sus compatriotas en otros lugares, y situándose firmemente dentro del marco de dos Estados. En resumen, los Documentos de Visión Futura no llaman a desmantelar la estructura sino a reformarla. Si bien presentan un proyecto de futuro, lo hacen dentro de los límites y fronteras establecidos por el régimen colonial de asentamiento, soslayando completamente su reconocimiento de la indigenidad palestina.

Ha habido otros esfuerzos para vislumbrar futuros alternativos, incluidas las iniciativas que promueven un único Estado laico para todos los pueblos que viven entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Por ejemplo, la Campaña por un Único Estado Democrático (ODSC), establecida en Haifa, ofrece un programa político de diez puntos que incluye el derecho al retorno de la población refugiada y la devolución de sus propiedades, así como otras disposiciones para garantizar la igualdad. Sin embargo, al igual que los Documentos de Visión Futura, la ODSC se queda corta en su llamado a la descolonización, a pesar de que reconoce a Israel como un Estado colonial y de apartheid. También ha habido intentos por parte de personas o grupos de desarrollar visiones alternativas para el futuro, incluso centrándose en cuestiones específicas como el derecho al retorno de las y los refugiados palestinos. Entre ellas figura el plan detallado para el retorno de Salman Abu Sitta, así como de diversos grupos de base en Palestina, incluyendo grupos de jóvenes que se proponen la reconstrucción de sus aldeas limpiadas étnicamente (véase también mi comentario Cuando Palestina imagina).

Construcción colectiva de consenso

Los Documentos de Visión Futura se elaboraron mediante consultas y debates entre diversos intelectuales, líderes de la sociedad civil y políticos/as de la comunidad palestina de Israel. Sin embargo, no fueron el resultado de un amplio consenso que se nutriera de otros segmentos de la sociedad, lo cual podría ser una de las razones de los límites de su impacto y su alcance.

La construcción de consenso debe ser un aspecto esencial en la articulación de una visión de futuro que se dirija al pueblo palestino en su totalidad. El consenso (ijmaa’ en árabe) se define como un acuerdo o convenio al que llega un colectivo o un grupo de personas. El término puede referirse tanto al proceso como a la propia decisión final. A diferencia de la votación por mayoría, que puede dar lugar a resultados polémicos y excluir a grandes segmentos de personas, el consenso requiere que todas las personas implicadas alcancen un acuerdo negociado. El proceso también puede facilitar la construcción de una red de confianza entre los diferentes grupos y partes.

En ausencia de soberanía y autogobierno (particularmente en situaciones coloniales), es necesario pensar en un consenso más revolucionario; un consenso surgido del pueblo por medios que no necesariamente son posibles a través de lo que se considera procedimientos e instituciones democráticos estándar. La historia de Palestina nos ofrece ejemplos en los que el consenso revolucionario fue parte del proceso político, incluso durante los primeros tiempos de la OLP y durante la Primera Intifada, así como en articulaciones más contemporáneas.

El fundador inicial de la OLP, Ahmad al-Shuqairyi, representante palestino ante la Liga Árabe, formuló los primeros documentos políticos de la organización, incluidos la carta nacional y los estatutos. Éstos fueron aprobados posteriormente por una asamblea de 422 palestinos/as que se reunieron en Jerusalén y que incluía a notables, jefes locales, profesionales como médicos y abogados, y representantes de organizaciones de mujeres (al final, a las mujeres sólo se les asignó un número limitado de escaños). Se observó una ausencia notable de personas de los campamentos de refugiados y de origen campesino o de clase trabajadora[3]. Este fue un punto concreto de descontento, en particular entre estudiantes y jóvenes activistas, así como entre integrantes de Fatah y de grupos islámicos. La falta de representación, el sentimiento de que la OLP estaba subordinada a los Estados árabes, así como la preocupación de que la OLP no era una organización revolucionaria sembraron las semillas de un cambio estructural radical. Se llegó a un consenso para el cambio entre los grupos guerrilleros, que a su vez tenían una importante legitimidad popular y de base como resultado de su lucha armada contra Israel. En 1969 Yasser Arafat fue elegido Presidente de la OLP, en lo que fue esencialmente una toma del control político dirigida por Fatah y apoyada por otros grupos guerrilleros.

El relevo trajo consigo una década de pluralismo político e incorporó no sólo a los grupos guerrilleros y los partidos políticos sino también a los sindicatos y otros colectivos. El consenso inicial sobre la forma que debía adoptar el movimiento de liberación palestino, es decir, la lucha armada revolucionaria y libre del control de los Estados árabes, duró hasta que Israel expulsó a la OLP del Líbano en 1982 (véase la reciente publicación de Jamil Hilal Reflections on Palestinian Leaderships Past). A partir de entonces, a medida que los grupos guerrilleros se trasladaban al territorio palestino ocupado (TPO), cualquier consenso remanente se vio ensombrecido por los métodos cada vez más autoritarios de Arafat para nombrar y confirmar representantes, así como por una representación excesiva de las élites de la diáspora.

En 1987 el espíritu revolucionario se trasladó a las calles de Palestina en la manifestación de protesta colectiva de masas de la Primera Intifada. El alzamiento fue el resultado de años de organización popular que crearon las bases para la politización de masas y la lucha popular. Sindicatos, grupos estudiantiles, colectivos y facciones políticas formaron una coalición conocida como la Dirección Nacional Unificada de la Intifada. Dentro de este cuerpo se tomaban decisiones y se estableció un sistema de liderazgo rotativo, en un espíritu de representatividad pero también para responder al frecuente arresto de dirigentes. El alzamiento se centró en la noción de “poder popular” como una forma de consenso popular y revolucionario. Como escribe Linda Tabar: “La izquierda tomó la delantera en este proceso (…) afirmando al pueblo como medio y objetivo de la lucha, el movimiento ‘invirtió en el potencial y las capacidades de la gente’ y en la creencia en su propia agencia (…) la izquierda vio a la gente como el espacio en el que construir formas autónomas de poder que pudieran respaldar la lucha para crear realidades alternativas.”[4]

Una articulación más contemporánea de consenso se puede encontrar en el Movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), fundado en 2005 tras un llamamiento de 170 sindicatos, redes de refugiados/as, organizaciones de mujeres, asociaciones profesionales, comités de resistencia popular y otras organizaciones de la sociedad civil palestina. Se definió un consenso en torno a tres demandas básicas: 1) el fin de la ocupación y la colonización israelíes en todas las tierras árabes y el desmantelamiento del muro; 2) el reconocimiento del derecho fundamental de las y los ciudadanos árabe-palestinos de Israel a la plena igualdad; 3) el respeto, la protección y la promoción de los derechos de la población palestina refugiada a regresar a sus hogares y propiedades, como se estipula en la Resolución 194 de la ONU.

El Llamamiento del Movimiento BDS fue lo suficientemente amplio como para abordar la esencia de la lucha palestina al problematizar el sionismo como estructura y dirigirse a todo el pueblo palestino en sus tres segmentos geográficos. Fue un rechazo muy claro y articulado a Oslo, que no sólo había excluido a dos componentes fundamentales de la población palestina (la refugiada y la ciudadana de Israel) sino que además no había abordado la cuestión clave: el sionismo como un proyecto colonial de asentamiento. Además, el llamamiento fue una respuesta al fracaso y la inacción de los dirigentes palestinos, en particular tras la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia del 9 de julio de 2004 sobre el muro de separación israelí. Aunque el BDS existe como un movimiento que moviliza el apoyo internacional para presionar a Israel a que respete el Derecho Internacional, presenta con bastante claridad una visión de futuro a través de sus tres exigencias. Lo más impresionante del BDS no es sólo haber logrado que la gran mayoría de la sociedad civil palestina, incluidos los partidos políticos, apoyara el Llamamiento; también es haber seguido funcionando mediante el consenso en su proceso de toma de decisiones, a pesar de la amplia diversidad de opiniones políticas y sociales que están representadas en su órgano rector, el BNC (Comité Nacional de BDS).

Es importante señalar que el BDS en sí no es un partido político ni un órgano de representación del pueblo palestino. Pero como movimiento político demuestra bien la viabilidad de lograr un consenso entre las y los palestinos en torno a cuestiones fundamentales que podrían revitalizarse en un programa político y una visión de futuro. Dado el actual clima de polarización política y la falta de práctica democrática, vale la pena recordar este ejemplo de consenso.

Desafíos y posibilidades

Recientemente se publicó una antología de cuentos llamada Palestina +100 en la que escritoras/es palestinas/os comparten sus imaginaciones distópicas y fantasiosas sobre la Palestina de 2048, cien años después de la Nakba[5]. Muchas de las historias tienen tramas bastante espeluznantes en las que el régimen israelí metamorfosea su opresión del pueblo palestino en pesadillas de alta tecnología. Aún más aterrador es que varios de estos futuros son altamente creíbles, particularmente dado el rápido deterioro de la situación sobre el terreno. Ahora más que nunca es imperativo que el pueblo palestino articule alternativas a esos posibles futuros y deje atrás a una dirigencia política paralizada que ha sido incapaz de contrarrestar la “visión” de la administración Trump.

Con esto en mente, es importante considerar los obstáculos y las maneras de evitarlos. El primer escollo en los debates sobre el futuro es el de la ‘viabilidad’, es decir, lo que se considera posible en el contexto del marco hegemónico existente. Sin embargo, ¿qué se entiende por la idea de viabilidad y quién la determina? La viabilidad se construye generalmente sobre nociones de posibilidad, racionalidad y practicidad que son determinadas por aquellos en posiciones de poder. En el caso de Palestina, el esquema de Oslo ha definido la viabilidad durante más de dos décadas, dictando que el futuro debe definirse dentro de los límites de un marco de dos Estados, y que la soberanía palestina sólo se concederá en un proceso escalonado y condicional; cuestiones como Jerusalén y los refugiados son relegadas a un “estatuto final”. Richard Falk, escribiendo sobre el futuro de Palestina, cuestiona el argumento de viabilidad y en particular el marco de dos estados, que −sostiene− consiste en un callejón sin salida:

() los horizontes de viabilidad limitan las opciones palestinas a dos: o bien aceptar una nueva ronda de negociaciones que es casi seguro que fracasen, o bien rechazar dichas negociaciones y ser considerado responsable de obstruir los esfuerzos de búsqueda de la paz.[6]

Por lo tanto, ese futuro “viable” no es la forma de asegurar el cumplimiento de los derechos o la liberación del pueblo palestino. En cambio, Falk insta a que en los debates sobre el futuro se privilegie “una política de emancipación”. Algunos/as palestinos/as y activistas por los derechos palestinos también se han referido a esto como un “enfoque de derechos primero”. El cumplimiento de los derechos fundamentales y la soberanía palestinos, y no la viabilidad, debe ser la base de cualquier visión futura.

El segundo escollo a superar es la noción de la permanencia de la colonialidad en el futuro imaginado. Refiriéndose al caso del colonialismo francés en Argelia, Frantz Fanon escribió que “siempre se desarrolló bajo el supuesto de que duraría para siempre”[7]. Los regímenes coloniales y de asentamiento colonial tratan de controlar las percepciones de la realidad a fin de mantener a los pueblos indígenas y colonizados en un ciclo de opresión aparentemente perpetuo. Imaginar un futuro más allá de esta opresión es, por lo tanto, un importante ejercicio que las y los palestinos deben realizar. Cabe destacar que no se trata de un ejercicio de fantasía sino más bien de imaginar cómo sería un futuro descolonizado.

La tercera cuestión es abandonar el discurso de las organizaciones no gubernamentales (ONG) y el neoliberalismo. Años de ONGización y neoliberalismo en Palestina han llevado a una despolitización del lenguaje y han limitado los ámbitos de posibilidad percibidos (ver el trabajo de Hazem Jamjoum: Reclaiming the Political Dimension). Es esencial la revitalización de un lenguaje local de liberación y descolonización, así como tener un léxico compartido en el proceso de imaginación colectiva.

Lograr una visión compartida del futuro puede parecer imposible en el contexto actual de polarización y fragmentación política. Sin embargo, como se ha descrito anteriormente, tenemos ejemplos en los que el pueblo palestino alcanzó un consenso sobre cuestiones fundamentales, lo que le permitió seguir trabajando y movilizándose y, al mismo tiempo, incorporar la pluralidad política. La cultura del consenso es algo que debe ser alimentada y aprovechada, particularmente en el contexto de una sociedad palestina fragmentada geográfica, social y políticamente.

NOTAS

[1] El título completo es “Visión para la paz, la prosperidad y un futuro más brillante para Israel y el pueblo palestino”.
[2] Fayez Sayegh, Zionist colonialism in Palestine (Beirut: PLO Research Center, 1965).
[3] Yezid Sayigh, Armed Struggle and the Search for State: The Palestinian National Movement, 1949-1993, Oxford: Clarendon Press (1997), p.99.
[4] Linda Tabar, “People’s Power: Lessons from the First Intifada”, (Center for Development Studies, Universidad de Birzeit, abril 2013): p.3.
[5] Basma Ghalayini, ed., Palestine +100: stories from a century after the Nakba, (Manchester, Reino Unido: Comma Press, 2019).
[6] Richard Falk, “Rethinking the Palestinian Future”, Journal of Palestine Studies, volumen 42, verano 2013: p.83.
[7] Frantz Fanon, A Dying Colonialism, New York: Grove Press (1965), p.179-180.

Publicado el 23/7/2020 en Al-Shabaka. Traducción: María Landi.

Palestinas manifiestan cerca de la valla separatoria entre Gaza y el territorio israelí (14/5/18). (Mohammed Zaanoun/Activestills.org).

Palestina/Israel, Israel/Palestina – Imaginando el camino a seguir

Tras más de 70 años desde la implantación del Estado de Israel y la dispersión y el despojo de cientos de miles de palestinos/as, más de 50 años de ocupación y anexión de facto, y más de 25 años desde los Acuerdos de Oslo, hay una necesidad crítica de pensar que vaya más allá de los paradigmas fallidos y desafíe los supuestos del statu quo. La Fundación para la Paz en Oriente Medio (FMEP) ha organizado una serie de webinarios en dos partes, presentando a analistas claves del pensamiento palestino y judío israelí que están discutiendo y explorando nuevos marcos y diferentes caminos hacia un futuro equitativo, seguro y justo para Palestina, y cuyas ideas pueden cambiar el debate e informar a los formadores de políticas y opiniones en Israel, Palestina, Estados Unidos y más allá.
Ver aquí una breve bio de lxs panelistas.

Parte 1: Salem Barahmeh (Palestine Institute for Public Diplomacy), Yara Hawari (Al-Shabaka) y Amjad Iraqi (+972 Magazine). Modera: Sarah Anne Minkin (FMEP).

 

 

Parte 2: Rachel Beitarie (Zochrot), Orly Noy (Local Call), Meron Rapoport (A Land for All/Two States One Homeland) y Dahlia Scheindlin. Modera: Sarah Anne Minkin (FMEP).

 

 

Anexión de Cisjordania: ¿Se vendieron la ONU y la UE?.  Webinario con Ilan Pappé, Ramzy Baroud y Anwah Nagia. Organizado por Al-Ikhlaas, Academia Library and Resource Center.

 

 

¿Qué es un Estado sin el pueblo?: la obsesión con la estatalidad y la negación de derechos en Palestina. Webinario con Alaa Tartir (Al-Shabaka). Organizado por Chatham House Middle East and North Africa Programme

 

 

“La obsesión por una falsa estatidad palestina bajo la dominación colonial de Israel únicamente ha logrado la fragmentación de la sociedad y la creación de un artefacto de dominación y represión por un liderazgo corrupto.”

Leer también:

Yara Hawari: Radical Futures: When Palestinians Imagine
Haidar Eid: El espectro de Edward Said y el final de Oslo
Salman Abu Sitta: La política de mendicidad no puede lograr nada contra un enemigo que niega tu existencia y tus derechos
Honaida Ghanim: “Annexation has made the Palestinian struggle anti-colonial once again”
Nasim Ahmed: “‘Abracemos’ la anexión israelí y trabajemos por un solo Estado democrático”
Khaled Barakat: La llamada solución de los dos Estados es un crimen contra el pueblo palestino
Mariam Barghouti: Annexation Beyond the Discourse of One State and Two-States
Ramzy Baroud: La anexion de Cisjordania se acometió hace tiempo
Orly Noy: Giving Palestinians citizenship doesn’t make Israel any less colonial
Eve Tuck y K. Wayne Yang: Decolonization is not a metaphor
Ben White: Israel annexation plan: From two-state paradigm to ‘conflict management’

Un pastor palestino cerca de la colonia judía Efrat, cerca de Belén. (Gershon Elinson/Flash90)

 


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