Sergio Rodríguez Gelfenstein •  Opinión •  31/05/2021

Algunas precisiones sobre el diálogo y la negociación en Venezuela

Repentino cambio de discurso desde Washington y Bruselas, que es desde donde se dan las órdenes que establecen la forma de actuar de la oposición venezolana.

Algunas precisiones sobre el diálogo y la negociación en Venezuela

Hay algunos indicios en el sentido de que Estados Unidos podría cambiar en algo su política hacia Venezuela. No se trata de forjar falsas expectativas ni de suponer que haya renunciado a su intención de derrocar al gobierno de Nicolás Maduro pero hay señales que permiten barruntar la posibilidad de que se produzca una modificación de la forma que puede adquirir la búsqueda de ese objetivo.

La primera pista tiene que ver con el repentino cambio de discurso desde Washington y Bruselas que es desde donde se dan las órdenes que establecen la forma de actuar de la oposición venezolana. Inicialmente de toda ella pero en la medida en que una de las partes se ha ido deslastrando del terrorismo como forma de hacer política (lo cual le ha valido sanciones), solo ha quedado la oposición terrorista como receptora de las disposiciones coloniales e imperiales que acata con perruna obsecuencia en el interés de maximizar ganancias y dar prueba de su fe antinacional y entreguista.

La resistencia del pueblo venezolano ha hecho fracasar todos los intentos subversivos que incluyeron el asesinato de ciudadanos, el golpe de Estado, la alianza con el narcoparamilitarismo colombiano, las invasiones por vía marítima y terrestre, el sabotaje eléctrico, el intento de magnicidio del presidente Maduro, el falso expediente de la ayuda humanitaria, el bloqueo a las exportaciones de petróleo y a la actividad financiera internacional del Estado, el robo de los recursos del país y los desesperados llamados a invasiones de potencias extranjeras y los obstáculos a la importación de alimentos, medicinas y combustibles. Esos fracasos han señalado a Estados Unidos y Europa la obligación de buscar otros rumbos que se acerquen más a la política del presidente Obama hacia Cuba que se caracterizó por su intención de matar suavemente.

Fracasó la política de intervención

Esto se desprende de las declaraciones de Cynthia Arnson, directora del Programa Latinoamericano del Wilson Center de Washington, quien en una entrevista para la agencia estadounidense Bloomberg aseguró –refiriéndose a Venezuela- que “la administración de Biden se siente incómoda con la severidad de la política de sanciones”. No se trata de que en Biden se haya despertado un sentimiento cristiano de culpa sino de su aceptación de que la barbarie y los intentos genocidas contra Venezuela han fracasado a pesar de los cientos de millones de dólares que han invertido para alimentar a los parásitos locales.

Mientras tanto, Venezuela sigue avanzando hacia su institucionalización a la vez que cada vez mayor cantidad de sectores de la oposición despiertan de su idiotez estratégica. Grandes aspavientos se han hecho porque hasta James Story, jefe de la oficina de Estados Unidos en Colombia y vocero del sector terrorista venezolano, hizo declaraciones favorables a una negociación. En clara manifestación del carácter político e intervencionista de la política de Estados Unidos, Story dijo que “Washington estaría dispuesto a levantar las sanciones, con la condición de que se instale una mesa de negociación”. Una mesa de negociación que, por cierto, está instalada desde hace aproximadamente un año mientras él mismo se encargaba de desconocerla orientando a sus huestes en ese sentido.

Julie Chung, jefa de Story en Washington, fue más allá al establecer que “Estados Unidos apoya una solución integral y negociada a la crisis en Venezuela que aborde todos los aspectos de las condiciones necesarias para unas elecciones libres y justas, depende de los venezolanos decidir si el nuevo Consejo Nacional Electoral contribuye a este fin”.

Quedaron en el pasado “todas las opciones sobre la mesa”, la procura de “máxima presión” y la salida del presidente Maduro como condición para negociar. No obstante, para no abandonar su talante imperialista aseguró que “seguimos presionando por cambios fundamentales para elecciones libres y justas, incluyendo levantar prohibiciones a partidos políticos, liberar sin condiciones a presos políticos, invitar a observadores electorales internacionales creíbles y un calendario electoral público”.

Es evidente que tanto Story como Chung –acostumbrados a dar órdenes a venezolanos lacayos- creen que es lo mismo dirigirse a ellos que al presidente, al gobierno y al pueblo de Venezuela.

Guaidó en fuera de juego

En el colmo de la desfachatez, le han atribuido a Guaidó la iniciativa de la propuesta de negociación y le han dado su aval. Se vio obligado a adaptarse a lo que parecen ser las nuevas reglas y ha hecho un llamamiento a un “Acuerdo de Salvación Nacional” cuando en realidad todo el mundo sabe en Venezuela que se está refiriendo a un acuerdo de salvación personal. Guaidó ha dicho que con este acuerdo pretende “unificar a la oposición”. Será esta la que tendrá que decidir si se quiere unificar bajo el liderazgo de un terrorista y ladrón que hizo acuerdos con paramilitares, narcotraficantes y mercenarios. Aunque, observando a la derecha y ultra derecha latinoamericana estructurada bajo los “liderazgos” de Piñera, Macri, Kuczynski, Áñez, Duque, Abdo, Bolsonaro y Juan Orlando Hernández, entre otros, cualquier cosa es posible.

Pero si de descaro se trata, Josep Borrell no se queda atrás. Consultada su opinión acerca del nuevo Consejo Nacional Electoral de Venezuela, la realización de las próximas elecciones locales y el diálogo en el que participan cada vez mayor cantidad de fuerzas políticas en el país, manifestó que: “Llevamos un año planteando la negociación”. Eso es verdad pero se le olvidó decir que su condición sine qua non para que se produjera era la salida de Nicolás Maduro de la presidencia.

En la competencia por demostrar niveles superiores de inmoralidad, Guaidó dijo que una eventual negociación en la que él podría participar iba a permitirle al país “el levantamiento progresivo de las sanciones”, aceptando de esa manera que las llamadas sanciones han sido un instrumento de estados Unidos y Europa utilizado por él para causarle dolor al pueblo a cambio de lograr mezquinos objetivos políticos. Así, ahora las sanciones podrían ser eliminadas, una vez que Biden ha verificado el fracaso del pupilo de Trump y de Duque. Atrás quedan millones de afectados directa o indirectamente por tales medidas de carácter genocida.

Por supuesto, cualquier negociación no será inmediata, habrá que esperar a diciembre para saber si este cambio se confirma. Nuevamente las elecciones en Florida en noviembre de este año y la posibilidad de un regreso triunfal de Trump al escenario político son en realidad los elementos definitorios de lo que pueda suceder. Ni Guaidó ni ninguno de los asalariados o ex asalariados de Estados Unidos y Europa tendrán la mínima posibilidad ni siquiera de dar una opinión al respecto. Finalmente, este es un diálogo o negociación (como quiera llamarse) entre Washington y Caracas donde sigue mandando Nicolás Maduro.

Si alguien tuviera dudas respecto del fin del sueño Guaidó elaborado por Trump y su camarilla fascista, vale escuchar a Henrique Capriles. Consultado por el periódico madrileño El País acerca de si considera que Guaidó es el líder de la oposición venezolana en este momento, respondió lo siguiente: “Hay una crisis de liderazgo dentro de la oposición. Pero para mí en este momento lo relevante no es a quién le atienden el teléfono en Bruselas o en Washington, eso es simplificar la política y la crisis venezolana”. A buen entendedor, pocas palabras.

Fuente: https://www.mundoobrero.es/pl.php?id=11169&s=09


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