Tita Barahona •  Opinión •  20/12/2017

Los largos tentáculos del poder sionista en los Estados Unidos

Mucha polvareda y justa indignación ha suscitado la decisión de Donald Trump de declarar oficialmente a Jerusalén capital del estado de Israel, y trasladar la embajada de los EEUU a la ciudad santa, violando la legalidad internacional. No sin fundamento, muchos observadores ven la mano del poderoso lobby judío detrás de esta maniobra, que ofrece carta blanca para proseguir impunemente la ocupación ilegal del territorio palestino. Pero, para mayor precisión, deberíamos hablar de lobby sionista, puesto que no todos los judíos son sionistas, ni todos los sionistas judíos.  En los EEUU hay unos 40 millones de cristianos evangelistas, sobre todo en los estados del sur y mayoritariamente blancos, que abrazan fervientemente el sionismo como dogma religioso-político y, además, controlan el Congreso y la presidencia, y dictan la política exterior, particularmente en Oriente próximo.  

   Como fenómeno religioso, el sionismo judío aspira a la instauración de la soberanía judía en la tierra de Israel (que por tradición bíblica comprendería desde el Nilo alto al Éufrates), para lo cual es condición sine qua non que esta soberanía tenga su centro en Jerusalén y, más concretamente, en su Templo, que habrá de ser reconstruido. El cristianismo evangelista sionista, movimiento de la cristiandad protestante fundamentalista, cree en esta profecía bíblica y ve en el moderno Estado de Israel su cumplimiento, lo cual implica ofrecerle apoyo incondicional. Su postulado es que Dios bendice a toda nación que elogia al Estado de Israel, y condena a quienes se le oponen. Derivado del llamado dispensacionalismo, el cristianismo sionista abraza una especie de mesianismo apocalíptico que profetiza el fin del mundo con la segunda venida de Cristo. Ahora bien, esta venida sólo tendrá lugar después de que surja un Anticristo mundial, se instaure un período de tribulación y se desate la batalla final, el Armaggedon. Pero todo esto no será posible si antes el pueblo de Israel no se libera a sí mismo conquistando su capital bíblica, Jerusalén, y reconstruyendo su templo.

      Uno de los más famosos y acaudalados predicadores evangelistas, John Hagee, dijo en 2011:

“Los Estados Unidos deben unirse a Israel en un ataque militar preventivo contra Irán, para cumplir el plan que Dios tiene para con Israel y Occidente (…) una confrontación del fin de los tiempos profetizada en la Biblia contra Irán, que nos conducirá al Rapture, la tribulación y la segunda venida de Cristo”.

    Como vemos, el fundamentalismo no es exclusivo de la religión islámica, está también en el ADN de sus predecesoras, el judaísmo y el cristianismo, cuyos acólitos ejercen una influencia política equivalente, aunque no publicitada.

      El cristianismo sionista no es un fenómeno nuevo, su origen se remonta a la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX, pero halló tierra muy bien abonada para su expansión en los Estados Unidos, sobre todo entre sus elites empresariales y políticas. De ahí que sea un movimiento con todos los medios a su alcance. Cuenta con 80.000 pastores, muchos de ellos telepredicadores, 1.000 emisoras de radio, 100 canales de TV, 250 organizaciones, con sus publicaciones, y miles de millones de dólares en donaciones. Estas organizaciones están apadrinando y financiando los asentamientos ilegales de colonos en tierra palestina y las campañas para atraer a familias judías de otros países a Israel. Aunque para los judíos sionistas es anatema la creencia evangelista de que, con la segunda venida de Cristo, los judíos se convertirán al cristianismo, hacen la vista gorda y se aprovechan de una ayuda si la cual el Estado de Israel no existiría como hoy lo conocemos.

      Sionistas cristianos y judíos componen un poderoso grupo de presión, que tiene a su servicio una multitud de agentes operando en medios de comunicación, universidades, empresas, partidos, servicios de inteligencia…, con el fin de extender la propaganda sionista y elaborar listas negras de quienes la critican. La presión sionista en los EEUU está logrando la depuración de profesores universitarios por su postura sobre el conflicto palestino-israelí, la prohibición y penalización de la campaña de boicot y des-inversión a Israel (BDS por sus siglas en inglés), el cierre de medios de comunicación y otras formas de censura y acoso a personas e instituciones, no sólo en los EEUU, sino también en otras partes del mundo donde su poder es innegable, como el Reino Unido. Aquí recientemente, un conocido sacerdote crítico del cristianismo sionista y simpatizante de la causa palestina, fue castigado por el obispado de su diócesis a seis meses sin actividad en las redes sociales, pero no han parado hasta lograr su cese del sacerdocio.

          Hoy resulta ya familiar el sambenito de anti-semita colgado de toda persona o institución que, aun no siendo anti-semita, se opone al Estado sionista de Israel. Asimilar perversamente el anti-sionismo al anti-semitismo es el arma ideológica defensiva y ofensiva que el lobby sionista esgrime, lo cual equivale a sostener que quien no está a favor del estado sionista de Israel, lo está de la segregación y matanza de judíos.

    La influencia del lobby sionista en los EEUU ha convertido de facto al Estado de Israel en el 51 Estado de la Unión. Presidentes evangelistas los hubo (como Jimmy Carter o Ronald Reagan, que pronunció varias veces la palabra Armaggedon en sus discursos) y sigue habiéndolos en el Congreso, el Senado y los altos cargos gubernamentales (como el senador Ted Cruz o el mismo actual vicepresidente Mike Pence). El partido republicano es su hogar favorito. Sin embargo, las ondas sionistas se esparcen asimismo por el partido demócrata. Es un consenso entre ambos partidos tanto el apoyo -económico, militar, político y moral- al Estado de Israel, como que la capital reconocida del mismo debe ser Jerusalén. La Jerusalem Embassy Act, aprobada por el Congreso en 1995, urgía al reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y el traslado allí de la embajada. El Senado, unánimemente, volvió a confirmar esta ley el 5 de junio de 2017, y el tándem Trump-Pence la ha llevado a efecto. Antes que ellos, Hillary Clinton y Barak Obama habían declarado públicamente su apoyo a la capitalidad de Jerusalén, aunque, como sus antecesores, no vieron oportuno dar el paso. Y el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, ha dicho que él aconsejó a Trump para declarar a Jerusalén la capital “indivisa” de Israel. El lobby sionista en los EEUU ha progresado mucho desde los atentados del 11 de Septiembre, pero su política en Oriente próximo no ha dado los frutos esperados.

Diciembre 2017

Notas y referencias bibliográficas:

Véase Hans Stehling, “Christian Zionists in Amercia”, Globalresearch, 9 dic. 2017: https://www.globalresearch.ca/christian-zionists-in-america/5622131

Uno de los mejores estudios sobre el cristianismo sionista es la tesis doctoral del sacerdote anglicano Stephen Sizer, vertida en su libro The Road Map to Armaggedon. Un resumen está disponible en el vídeo de una recomendable conferencia que Sizer dio en una parroquia de EEUU en 2011, titulada Christian Zionism. Road-map to Armaggedon (por desgracia, no está subtitulada): https://www.youtube.com/watch?v=Ps-v2NkoNVg

El evangelismo sionista sitúa un eslabón más en la cadena de acontecimientos que llevan a la segunda venida de Cristo, el llamado Rapture (algo así como un rapto místico) que básicamente consiste en que los más puros entre ellos (los elegidos) serán elevados en cuerpo directamente a los cielos. Con el fin de prepararse para el esperado rapture, y aclarar dudas razonables como si se pueden llevar las mascotas, hay sitios web que te aconsejan. En ellas también se encontrará el catálogo de personajes que han sido elegidos como Anticristo a lo largo del tiempo. Por ejemplo Rapture-Ready website: www.raptureready.com.

Nos referimos a Stephen Sizer, citado en la nota 2.

“La cuestión es ¿Cómo puede usted hacer que algo tan ilógico pase por lógico?”, le habría preguntado Alicia a Humpty Dumpty, y este le habría respondido igual: “La cuestión es quién manda aquí”. 

Todo está en el texto de la declaración de Trump, Presidential Proclamation Recognizing Jerusalem as the Capital of the State of Israel…, disponible en Red Voltaire: http://www.voltairenet.org/article199022.html

Fuente: http://canarias-semanal.org/not/21593/los-largos-tentaculos-del-poder-sionista-en-los-estados-unidos/


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