El Arráez •  Opinión •  17/11/2017

Kant no nació en Socuéllamos

Desgraciadamente.

Bien podría ser Socuéllamos aquel “lugar de la Mancha” (dista treinta kilómetros de El Toboso) que alumbrase a Don Quijote; pero desde luego no es aquella localidad prusiana (que ironía, hoy rusa), de nombre impronunciable en donde este filósofo, por cierto ahora tan de moda entre nuestros políticos, vio su primera luz. Políticos que, dicho sea de paso, nos revelan hoy claramente al citarle que algunos de ellos aprobaron en su día filosofía porque tuvieron la suerte de que no les cayó Kant en el examen.

Y me lamentaba por ello, porque si bien nuestro idealizado héroe, en su gloriosa primera “road movie” de la historia de la Literatura (o segunda, si contamos la de Ulises), tiene como guía en todas sus acciones el atender a ese “imperativo categórico” que nos regaló Kant, a ese actuar siempre conforme a lo que sabes que es lo correcto, esta es una forma de ser que con frecuencia echamos en falta por estas latitudes.

Puede que no se deba a la influencia de Kant, y que tal vez el hombre se limitase a recoger la bonhomía, la educación, la urbanidad y la honradez de sus conciudadanos en el siglo XVIII. No lo sé, pero en cualquier caso, envidio que en el mundo anglosajón las personas, en general, parece que tienen más civismo y hacen mucho más caso a este Pepito Grillo interior que lo que lo hacemos nosotros (salvo que haya un policía cerca, o alguien nos esté observando. Y a veces, aunque nos observen).

Resulta impensable el escucharen muchos países de nuestro entorno por lo demás comparables al nuestro (o casi), el escuchar a alguien presumir de no pagar el IVA, haber conducido con unas copas, saltarse un semáforo o un STOP de noche, o haber engañado a la Cia. de seguros.

Por no hablar de arrojar cualquier objeto a las aceras, molestar a los vecinos, no respetar las colas o fumar en las mismas, no recoger lo propio de las mascotas y algunas cosillas más.

A ver si con un poco de esfuerzo y menos recortes en educación, y también con una actitud más ejemplarizante de nuestros representantes, en pocos años nos ponemos a su altura.

Salud y Republica.

El arráez

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