Abel Ros •  Opinión •  17/11/2016

Las palabras de Zapata

Hace dos años escribí «Sobre piedras y palabras», un artículo que versaba sobre la responsabilidad que tienen los escritores cuando, desnudan su pensamiento ante la frialdad del pergamino. Para ilustrar el lienzo puse como ejemplos a Roberto SavianoSalman Rushdie y Ana Politkóvskaha, entre otros; autores de Gomorra, los versos satánicos y los libros de la Guerra de Chechenia. Tales «valientes» han vivido, desde la publicación de sus obras, amenazados de muerte y perseguidos por el daño que produjeron sus palabras al orden establecido. Meses más tarde, escribí «Sobre twitter y política», un post que criticaba los tuits de Guillermo Zapata. En él analizaba el libertinaje que existe en las redes sociales. Un libertinaje que, en ocasiones, hiere sensibilidades y pone en jaque las fronteras del derecho a la libertad de expresión.

Entre los tuits del concejal de Carmena cabe recordar, entre otros, los siguientes: «¿Cómo meterías a cinco millones de judíos en un 600?, en el cenicero»,”Rajoy promete resucitar la economía y a Marta del Castillo» o «ser comunista nunca había sido tan sencillo. Es solo un poco más sencillo que ser de ETA». Son precisamente estas palabras – hirientes como piedras – las que el juez considera como «humor macabro». Un humor que entra dentro – entendiendo al magistrado – de las reglas de juego; de la crítica satírica y de la coyuntura sociopolítica del momento. Ante esta sentencia – respetable, faltaría más – la crítica no puede pasar de puntillas. No puede pasar descalza, queridísimos lectores, porque el Código Civilobliga a que todo aquel que haga un daño a otro debe resarcirlo. Y, en este caso, las palabras de Guillermo – sean bien intencionadas o no – han herido la sensibilidad de las víctimas.

Si el escritor de los tuits fuera judío o padre de Marta del Castillo o hermano de uno – de tantos – fallecidos a manos de la ETA, probablemente no hubiese utilizado el «humor macabro» para escribir tales despropósitos. Es precisamente la falta de empatía y de crítica kantiana; la que pone sobre el tapete la gravedad del asunto. Aunque sean palabras; aunque Guillermo no atracara un banco o no asesinara a nadie; lo cierto y verdad es que a veces las palabras son más hirientes que diez patadas en el culo. Es por ello por lo que el «arrepentimiento» y el «humor» no son, en ocasiones, condición suficiente para que el Estado de Derecho se convierta en un circo sin barreras. Así las cosas, las palabras de Zapata – sin «la broma» mediante – atentarían contra Derechos Fundamentales amparados por la Constitución. Derechos, como les digo, cuya «vulnerabilidad» conllevarían una condena ejemplarizante. Gracias al «humor macabro», las palabras de Zapata han pasado inmunes ante los ojos de las togas.

Fuente: http://elrincondelacritica.com/2016/11/16/las-palabras-de-zapata/


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