Arthur González •  Opinión •  17/10/2016

Miami el estercolero de los “disidentes”

 

Por Arthur González.

Un viejo proverbio popular asegura que “las aves de igual plumaje vuelan en el mismo bando” y así se cumple ahora en Miami, capital de la mafia terrorista anticubana.

Desde 1959 allí se reúne con total amparo de las autoridades, un amplio espectro de asesinos al servicio de la tiranía de Fulgencio Batista, torturadores, ladrones, cubanos al servicio de la CIA, secuestradores de naves y aeronaves, y cuanta morralla de elementos execrables que pueda imaginarse, protegidos todos por la Ley de Ajuste Cubano, la cual los trasformó de prófugos de la justicia en “exiliados”.

Dicha Ley fue aprobada en 1966 por el presidente Lindon Johnson, con el propósito de darles un estatus migratorio legal a todos esos cubanos que habían arribado por vía ilegal, o tener vencidas sus visas, convirtiéndolos de iso facto en “refugiados políticos”.

En ese escenario no pueden faltar los “disidentes” actuales de Cuba, quienes viven sin sudar la camisa acosta del amplio presupuesto que anualmente aprueba la Casa Blanca para mantenerlos, con el fin de conformar una matriz de opinión contraria a la Revolución, algo tan viejo como lo es el propio diferendo de Estados Unidos con Cuba.

Para darle ese sabor agrio que caracteriza a la contrarrevolución miamense, nucleada en el café Versalles y la llama Torre de la Libertad, Tomás Regalado, alcalde de Miami, entregó hace pocos días la Llave de la Ciudad, a un grupito de los llamados “opositores” a Castro, que se mantienen en la Isla sin pasar los trabajos que los residentes en Miami sufren ante la falta de empleos, altos costos de los alquileres, segurosmédicos e inseguridad ciudadana.

llave-de-miamiQuien recibió la mencionada Llave, fue nada menos que la grosera, inculta y corrupta Berta Soler, la misma que acaba de adquirir una residencia de tres niveles en una zona residencial de La Habana, con el dinero desviado de su grupúsculo Damas de Blanco, de lo que es acusada por algunas de sus seguidoras.

El dinero que seguramente se embolsillaron los organizadores del acto, debe provenir de los fondos de la alcandía, algo común entre los “tiburones” que se apropian de los dólares de sus contribuyentes y los hacen desaparecer con la vasta experiencia de excelentes prestidigitadores.

Para no dejar dudas de quienes son los padrinos de los “disidentes” en la Isla, estaban en la presidencia del susodicho acto, nada menos que la representante Ileana Ros-Lehtinen, más los hermanos Lincoln y Mario Díaz Balart, todos del partido republicano y máximos críticos del cambio de política de Washington hacia La Habana, impulsado por presidente Barack Obama, al no aceptar la nueva fórmula de destruir el socialismo desde adentro, como hizo el presidente Ronald Reagan en el ex campo socialista europeo.

Los tres representantes “casualmente” son hijos de destacados testaferros de la sanguinaria dictadura batistiana y en el caso de la congresista Ros-Lehtinen, tiene como currículo el apoyo total que le otorgó a los asesinos del ex canciller chileno Orlando Letelier, logrando un perdón presidencial para liberarlos, además de la protección negociada con la Casa Blanca para el asesino y terrorista Orlando Boch y su compañero de fechorías Luis Posada Carriles, ambos autores de decenas de asesinatos, actos terroristas en Estados Unidos, Cuba y varios países del hemisferio occidental.

Junto a Berta Soler estaban Antonio Enrique González-Rodiles y el ex recluso por hurto y falsificación de documentos públicos devenido en “disidente”, Jorge Luis García Pérez (Antúnez).

Para darle más sabor al jolgorio vernáculo, se encontraban la cantante Albita Rodríguez Herrera, el desquiciado drogadicto Gorki Ávila, cuyo nombre de la banda musical que dirige lo dice todo: Porno para Ricardo, y los caricaturistas también cubanos, Garrincha (Gustavo Rodríguez) y Arístides Pumariega (Arístides).

En ese caldo se cocina la llamada “oposición” cubana, la cual en casi 60 años acumula un conjunto incalculable de fracasos, sin poder destruir a la Revolución cubana, pero sus campañas y acciones al servicio de la CIA, les permitió hacer carreras políticas y enriquecerse ampliamente.

El único logro de esos politiqueros ha sido el encadenamiento de la política de Estados Unidos respecto a Cuba, convirtiéndola de un tema de política exterior, en uno de política doméstica, en su viejo afán de anexarse a la Isla, tal y como promoviera en 1823 el ex presidente Thomas Jefferson, cuando reiteró:

“Yo confieso, con toda sinceridad, que siempre consideré a Cuba como la adición más interesante que pudiera hacerse a nuestro sistema de estados…”

Este deseo venía desde mucho antes, cuando en 1802, el gobernador de Mississippi, William C. Claiborne, informó al propio presidente Jefferson:

“[…] en el desarrollo de los acontecimientos nada deseo más que ver la bandera de mi país ondeando sobre el castillo del Morro […]

Miami podrá entregarle llaves y cerraduras a los contrarrevolucionarios, pero no puede otorgarle la fórmula de unidad y de apoyo popular de los que carecen, por ser una “oposición” creada por un servicio de inteligencia extranjero, entrenada, dirigida y financiada por otro país y que en 60 años solo ha sabido vivir sin trabajar, enriqueciéndose para su propio beneficio.

En vez de persistir tanto tiempo en destruir a la Revolución cubana, esos políticos deberían direccionar sus energías en resolver los graves problemas internos que tiene la población estadounidense.

No por gusto José Martí que vivió en el monstro afirmó:

“…los pueblos de América son más libres y prósperos a media que más se apartan de los Estados Unidos.

Fuente: https://cyohueso.wordpress.com/2016/10/14/miami-el-estercolero-de-los-disidentes/

 


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