Rafael Fenoy Rico •  Opinión •  12/07/2021

Inmunidad contagiosa

De inmunidades se viene hablando con mucha frecuencia en todos los medios de comunicación y desde hace unos meses. Tanto hablar de inmunidad genera un estado de opinión que va modificando los comportamientos de quienes acaban creyendo que el estar vacunado los hace inmunes al virus.  Se acepta medicamente que al estar vacunada una persona obtiene defensas contra un determinado patógeno que entre en su cuerpo. Pero nada más que eso.  El que la vacuna o incluso el padecimiento de una enfermedad contagiosa permitan al organismo tener preparadas respuestas biológicas que le ayuden a superar nuevos contagios de un determinado microorganismo, no confiere lo que se denomina inmunidad.

Precisamente el concepto de inmune conlleva varios significados entre ellos el de invencible. Y precisamente esta acepción admitida por la Academia Española de la Lengua se haya instalado en el ánimo de más de una persona, haciendo que su comportamiento sea más que irresponsable. Otras acepciones del diccionario añaden una cierta “seguridad” engañosa: “1. adj. Exento de ciertos oficios, cargos, gravámenes o penas.”, o esta que viene al caso: “2. adj. No atacable por ciertas enfermedades.”. Hay que hilar fino porque el no padecimiento de una determinada enfermedad contagiosa sólo permite concluir que el cuerpo está preparado para un ataque de un microorganismo, pero eso no implica que el ataque no se produzca, aunque los daños sean mínimos o incluso inapreciables. En ese momento las personas vacunadas se convierten en portadores de la enfermedad sin padecerla.

La vacunación en masa y las constantes referencias a la inmunidad están permitiendo que muchas personas no adviertan los riesgos reales, no de contagiarse sino de contagiar a otras personas. Por ello hablar de inmunidades se antoja un inconveniente que afecta directamente a la imprudencia y de ella a las nuevas olas de contagios.

Si además a este concepto se la añade el calificativo de “rebaño” el asunto complica. Y si se la añade un porcentaje (70%, por ejemplo) este asunto empeora. Porque la sensación de “seguridad” que produce el concepto inmunidad es falsa y de ahí que sorprenda como la curva de contagios no acaba de serenarse, primero, y desaparecer en su momento.

La conocidísima “gripe” presente en la sociedad desde hace décadas, con vacunaciones masivas anuales, siempre se cobra un número de víctimas y de ella en esta “pandemia” ni se menciona. Las enfermedades pueden activarse por multiples causas y con bastante frecuencia la medicina informa que casi siempre se produce una combinación de varias. Si además la acción del virus COVI-19, en sus varias cepas, parece que gestiona su ataque utilizando códigos genéticos para multiplicarse se escapa al común, la comprensión de esto que se informa de manera “sencilla y comprensible”. Porque las personas que briegan a diario con los perores escenarios donde ronda la muerte, tienen muchos interrogantes y pocas respuestas. Ni es fácil, ni es sencillo, con lo cual trasmitir a base de eslóganes aquello de la “inmunidad de rebaño” suele ser un acto político irresponsable.

Quien de verdad sepa de donde vienen todas las cepas de este COVI-19, cómo actúa en cada personas (ojo que no hay dos iguales) lo más probable que nunca utilice la palabra inmunidad.


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