André Abeledo Fernández •  Opinión •  09/05/2025

Ser radical es ir a la raíz de los problemas

Ser radical és ir a la raíz de los problemas.

En una sociedad radicalizada con una izquierda como mínimo desnortada y desclasada, que ha dejado de creer en la clase trabajadora, que llega a negar la vigencia de la lucha de clases, y que se autoengaña pensando la moderación es la solución, el futuro se ve cada día más negro.

Nuestra juventud no ve futuro, es lógico, porque después de estudiar y prepararse no puede ni tan siquiera independizarse.

No solo los jóvenes, si no también muchos trabajadores que aún teniendo un empleo no llegan a fin de mes porque se encuentran con alquileres por las nubes que suponen gran parte de su salario, unos salarios insuficientes para sobrevivir, para pensar en un presente, para ver un futuro en el horizonte, o para plantearse formar una familia.

Está gran masa de gente aplastada por el sistema capitalista y su avaricia 

tiene como referente antisistema a la ultraderecha.

Una ultraderecha que con la izquierda desaparecida puede ocupar sin problema ese espacio de antisistema que no le corresponde, y azuzar las llamas del descontento usando las estrategias de Goebbels, el que fue ministro de propaganda de la Alemania NAZI.

«Repetir mentiras mil veces hasta convertirlas en verdades», y buscar chivos espiratorios y enemigos imaginarios, prometiendo a la sociedad un futuro mejor, un cambio radical pero irreal, porque el fascismo es el perro de guerra del capitalismo y come de la mano de los oligarcas.

Ni la socialdemocracia, ni la izquierda moderada están preparados para frenar a la ultraderecha, no combaten el sistema, y los pueblos ven a estos políticos como parte del problema, y a «la moderación y las medias tintas como la antesala de la traición».

No hay que mirar atrás, es suficiente con ver el actual mapa político en Europa, cualquiera puede darse cuenta de la realidad, de que el descontento seguirá creciendo, ya ha pasado en la historia reciente, pero también está pasando en estos momentos, en la actualidad.

La ultraderecha crece hoy de un modo más peligroso, porque no tiene a nadie delante, a nada capaz de combatirla, solo a una izquierda moderada, cobarde y al servicio del poder, que es incapaz de entender lo que pasa y reaccionar, porque están demasiado preocupados por conservar los privilegios de la política institucional y sus elevados salarios.


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