Mamen Montaño •  Opinión •  02/08/2022

Cuando en las piscinas se bañan con sangre

Desde la antigüedad, los nombramientos, eventos, discusiones importantes, festejos, han buscado la bendición de la iglesia para dar el carácter de importancia y solemnidad que requieren, y que además, con la iglesia no se discute ¡Y punto!.
Una conjunción político-religiosa, que hasta hoy ha llegado también a la tauromaquia.
Curioso que éste ligado, entre el gremio de toreros y un santo patrón, al igual que las ferias y fiestas de ciudades y pueblos, sea referente al santo o santa patrona del lugar y el ayuntamiento llene de jolgorios sus calles.
Nos remontamos a 1951, donde un religioso de la orden Franciscana, San Pedro Regalado, patrón de los toreros, casualmente hoy día, pues andaba acompañado por otro fraile desplazándose al monasterio; en el camino les irrumpió un toro que escapaba despavorido de una plaza. El toro banderillado en su cuerpo, picado, herido y ensangrentado, corría por el camino desesperado, perseguido por la gente a pie y a caballo.
El santo lo detuvo presentándole su báculo y diciendo: ¡Detente!, le desprendió las banderillas, lo bendijo, y el toro, amansado por San Pedro, se fué al campo tranquilo.
Curioso que sea elegido un fraile de la orden Franciscana patrón de los toreros,
cuando el propio fundador de la orden, Francisco de Asís, fue gran amante de los animales y defensor de la naturaleza.
Si profundizamos en las características del milagro realizado por San Pedro
Regalado, estaría más bien del lado antitaurino.
¿Cómo es posible que se haya derivado de esta forma la relación santos-festejos a una práctica llena de crueldad y sanguinaria con los animales?
Resulta más a destacar, que éste franciscano renovó sus preceptos, manifestando su deseo de no recibir dinero que no fuera extrictamente para actos litúrgicos, aspecto que en absoluto es coherente con lo que seguidamente vamos a posicionar nuestra disconformidad
con la mancomunidad “El Berral” ante tal acto y dinero público.
La mancomunidad “El Berral” lo conforman las pedanías de Peñalver,
Fuentelaencina, Alhóndiga, Berninches, Valdeconcha y Moratilla de los Meleros.
Todas ellas disponen sus fiestas santorales más o menos al rededor de agosto.
Dato relacionado con lo antes nombrado en relación político-religiosa.
El grupo de pueblos, junto con el centro internacional taurino de alto rendimiento (CITAR) no se les ha ocurrido mejor actividad, que ofrecer unas clases a chicos y chicas de los municipios que los integran, el día 9 de agosto, de tauromaquia en la piscina del lugar.
Lugar público, donde uno espera pasar un bonito día en familia, darse un chapuzón, tomar el solecito y quizá merendar algo, si te has llevado en la mochila.
Jamás esperaría que en ese lugar me mostraran las armas o formas de matar a un animal.
Como lugar público, habrá personas y niños de todas las edades.
Recordar a los integrantes gobernantes de estos lugares algo que el comité de los derechos del niño considera: que las prácticas taurinas son una actividad violenta, perjudicial para ellos, que el acceso a ésta actividad, presuntamente cultural, queda relegado frente a otros derechos prioritarios, como el derecho a su desarrollo físico, mental, moral y emocional.
Hacemos un paréntesis aquí, pues en un documento que hemos podido encontrar en web, el propio CITAR escribe: “La propuesta formativa en el marco del alto rendimiento […] basándose en un régimen de internado (a lo más estilo Auschwitz, esto es la “puntilla” personal), seguimiento tutorizado en la formación académica propia de la edad, atención médica y psicológica […] y sigue con más palabrerío.
¿Nos preguntamos cuál es la edad propia para aprender a matar CITAR?
Y tampoco nos extraña que necesiten apoyo psicológico para asimilar tal barbaridad.
¿Cual es la finalidad de dar éstas clases en una piscina pública?, ¿Quien lo paga?.
Exigimos una transparencia de la mancomunidad “El Berral” ante tal despropósito, tanto a los ayuntamientos que lo toleran, como a esa escuela del horror.
Es más, exigimos que no se celebre tal práctica, pues creemos que enseñar a chavales armas para sesgar la vida de un animal no es lúdico, cultural, positivo o de interés general para cualquier familia que allí se encuentre, pasando un precioso día de agosto en la piscina.
Pues precisamente para eso está su finalidad. No para una clase que bien se aleja de un disfrute lúdico y refrescante.,

*Mamen Montaño, integrante de la asociación Guadalajara Antitaurina.


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