Abel Ros •  Opinión •  25/10/2016

De aritmética y prestaciones

Según reza el titular de un periódico obsoleto, dentro de los próximos años: «la balanza demográfica pesará más del lado de los viejos». Habrá, por tanto, muy pocos jóvenes para pagar las pensiones de los mayores, la inmensa mayoría. No olvidemos que la Seguridad Social se basa en un sistema de reparto, o dicho de otra manera, el activo actual «paga» la prestación del jubilado presente. Ello, el sistema de reparto, pone en jaque la sostenibilidad del sistema de cara a los próximos años. Aunque Zapatero subiera la edad de jubilación a los 67 años y abriera, por tanto, el melón de la discordia. Lo cierto y verdad; es que tal solución no será condición suficiente para corregir el desequilibrio aritmético y, por tanto, salvar los muebles de la quema.

Ante este muro infranqueable, que cada vez tenemos más cerca; la ministra del ramo propuso el otro día una solución al respecto. El remedio pasaría porque los jubilados compatibilizaran el cien por cien de su pensión con el trabajo. Esta medida, dicha así – a voz de pronto – no parecería descabellada si España no tuviera el problema del paro. La medida aumentaría el poder adquisitivo de los mayores y, al mismo tiempo, permitiría insuflar aire fresco al asfixiado sistema de reparto. Ahora bien, con una Tasa de Paro del veinte por ciento, la medida supondría arreglar un roto para crear un descosido. La medida, como les digo, implicaría que a millones de jóvenes y, no tan jóvenes, les costara – todavía más – encontrar empleo. Les costara más, cierto, ante el descenso de vacantes que supondría alargar la vida laboral de los mayores.

La solución al problema pasaría por cuestionar el «sistema de reparto». Un sistema que deja en la cuneta a millones de ciudadanos que no han cotizado lo suficiente. Es injusto – por no decir abusivo – que las cotizaciones insuficientes, o sea aquellas que no han llegado al mínimo necesario para generar el derecho, sean absorbidas por el Estado. Un Estado de lo Social que recoge miles de millones de euros provenientes de cotizaciones perdidas. Cotizantes que, por hache o por be, no pudieron atesorar los quince años necesarios para disfrutar – por ejemplo – de una pensión de jubilación contributiva. El Estado del Bienestar«atenta», por tanto, contra la propiedad (las cotizaciones de los ciudadanos). Una propiedad que es la base del Estado moderno y que, sin embargo, no es respetada por el ordenamiento jurídico. No lo es, queridísimos lectores, porque toda cotización inferior a quince años – en el caso de la jubilación – tiene los mismos efectos jurídicos que otra con cero días registrados.

La alternativa al «sistema de reparto» sería la introducción, en nuestro país, de «la mochila austriaca»; un sistema de ahorro similar a los planes de pensiones que ofrecen los bancos. Con este sistema se perdería el miedo a los desequilibrios aritméticos y, por tanto, los ciudadanos ganarían tranquilidad futura. Otra medida para mejorar la acción protectora sería la eliminación de los límites mínimos para el ejercicio del derecho. Eliminación, por ejemplo, de los 360 días necesarios para poder cobrar la prestación por desempleo; de los 180 días para cobrar una prestación por Incapacidad Temporal derivada de Enfermedad Común o, por qué no, de los 15 años necesarios para cobrar la pensión de jubilación. Lo suyo sería un sistema de prestaciones proporcional al tiempo cotizado sin cortapisas por en medio. Gracias a estas medidas, todos tendríamos derecho a la acción protectora contributiva. No quedarían al margen quienes no llegan al mínimo y, no se atentaría por tanto contra el principio de igualdad. Un principio relativo que iguala a partir de topes legales; dejando en la cuneta a millones de cotizantes.

Fuente: http://elrincondelacritica.com/2016/10/24/de-aritmetica-y-prestaciones/


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