Martha Andrés Román •  Opinión •  24/07/2019

Incidentes salud en Cuba, EE.UU. sigue sin probar supuestos ‘ataques’

Incidentes salud en Cuba, EE.UU. sigue sin probar supuestos ‘ataques’

El Gobierno estadounidense sigue sin determinar las causas de incidentes de salud reportados hace más de dos años por diplomáticos norteamericanos en Cuba, mientras un nuevo estudio carece de explicación sobre lo sucedido.

La televisora NBC News divulgó el 23 de julio que, según funcionarios de seguridad nacional de Estados Unidos, la administración aún no ha determinado quién o qué es responsable de lo ocurrido en La Habana, que Washington calificó de ‘ataques’ a pesar de la falta de evidencia para sustentar esa afirmación.

Según el medio, si bien la investigación sobre el tema no se ha cerrado formalmente, esas personas le informaron que aún no se ha identificado ninguna fuente de energía externa en Cuba que pudiera haber causado las lesiones.

La administración de Donald Trump, que a raíz de lo sucedido disminuyó considerablemente su personal en la Embajada en La Habana, suspendió la entrega de visas allí y expulsó a 17 diplomáticos cubanos de Washington, no ha retirado sus afirmaciones de que sus empleados fueron atacados en la isla.

Pero funcionarios del Buró Federal de Investigaciones, la Agencia Central de Inteligencia y el Departamento de Estado examinan la posibilidad de que una enfermedad psicógena masiva o síntomas psicosomáticos que se diseminen a través de una comunidad puedan ser culpados por al menos algunos de los casos.

Mientras el tema sigue siendo visto como un misterio por diversas fuentes, un estudio publicado este mes en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA) arroja datos a partir del escaneo del cerebro de 40 personas.

El trabajo, realizado por la Escuela Perelman de Medicina de la Universidad de Pensilvania, incluyó a la mayoría de las 26 personas identificadas como afectadas por el Departamento de Estado, así como a algunos de sus familiares y a otros trabajadores.

Las técnicas avanzadas de imágenes cerebrales revelaron algunas diferencias sutiles en los cerebros de los empleados, según dijo Ragini Verma, profesora de radiología de esa institución docente y autora principal del trabajo de JAMA.

Pero esos datos, señaló, no reflejan las diferencias en las imágenes que se ven en una lesión cerebral traumática o una conmoción cerebral, por lo que la organización de medios NPR señaló que la mirada cercana a los cerebros de 40 trabajadores de la embajada en Cuba no arrojó evidencia de lesiones.

De acuerdo con el estudio, el grupo que participó en el análisis tiene menos materia blanca en el cerebro y menos conectividad en las áreas que controlan la visión y la audición que personas saludables similares.

Las pequeñas diferencias detectadas involucraron medidas del volumen cerebral, las redes y las fibras que transportan señales alrededor del cerebro, y fueron más evidentes en el cerebelo, que está involucrado en el equilibrio y el movimiento, y en áreas dedicadas a procesar el sonido.

A pesar de las divergencias que los investigadores dijeron encontrar en los cerebros de los pacientes, en comparación con los de un grupo de control, no pudieron indicar si esas diferencias fueron causadas por lo que ocurrió en Cuba, ni si con ellas se explican los síntomas reportados por los norteamericanos.

El diario The New York Times señaló que expertos externos estaban divididos sobre las conclusiones del estudio. Algunos vieron en él nuevas pruebas importantes; otros dicen que es simplemente un primer paso hacia una explicación y una interpretación difícil dado el pequeño número de pacientes.

Mark Rasenick, neurocientífico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Illinois, sostuvo que se trata de un buen trabajo, ‘pero no hay suficiente para llegar a una conclusión’.

Para el doctor Rasenick, quien es miembro de la Academia de Ciencias de Cuba y tiene vínculos con científicos de la isla, la única razón por la que este asunto está en JAMA es que es un tema políticamente cargado.

Dos editores de la revista indicaron en una nota que los datos únicos del estudio proporcionan nueva información y contribuyen a una creciente base de evidencia que puede ayudar a comprender los signos y síntomas neurológicos experimentados por este grupo de individuos, pero reconocieron la incertidumbre de los hallazgos.

NO HAY RAZÃ’N PARA CREER EN ATAQUES CON ARMA DE ALTA TECNOLOGÍA

‘No hay evidencia de ninguna patología’, manifestó a NPR el neurocientífico Doug Fields, jefe de la Sección de Desarrollo del Sistema Nervioso y Plasticidad en los Institutos Nacionales de la Salud, en Maryland.

El especialista, quien ha investigado y escrito sobre los eventos en Cuba, sostuvo que cuando se miran los datos, no hay un síndrome coherente, no hay un patrón.

Desde su punto de vista, eso significa que no hay razón para creer la especulación de que los diplomáticos fueron atacados con algún tipo de arma de alta tecnología. ‘La evidencia física para apoyar la idea de que había algún tipo de rayo de energía es completamente inexistente’.

El profesor Sergio della Sala, especialista en Neurociencia cognitiva humana de la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido, recordó en declaraciones compartidas con Prensa Latina que la historia ha sido calificada por los medios como ‘ataque sónico’, lo que implica que los empleados de la embajada podrían haber sido blanco de ondas de sonido desconocidas.

Los síntomas que informaron esos funcionaros, incluidos problemas cognitivos, fueron abordados en un estudio previo que divulgó la Universidad de Pensilvania en JAMA a principios de 2018 a partir de la evaluación de seis diplomáticos.

A decir de Della Sala, los criterios utilizados por los autores entonces para etiquetar una interpretación como patológica eran tan laxos que cualquier persona evaluada bajo esos parámetros arrojaría resultados patológicos.

Sobre el artículo publicado ahora, señaló que su lista de limitaciones es más larga que la discusión de los datos. ‘Esto obviamente implica que los autores se encontraron con cierta resistencia por parte de los revisores. Sin embargo, los editores decidieron publicar un estudio a medias’.

El experto estimó que la aparente significación estadística del trabajo encabezada por Verma no tiene ninguna relevancia clínica.

Los propios autores concluyen que ‘la importancia clínica de estas diferencias es incierta’, al tiempo que agregan que se ‘pueden requerir más estudios’. Espero no solo estudios adicionales, sino mejores, expresó Della Sala.

Acerca de posibles explicaciones para las discrepancias cerebrales registradas en la investigación, apuntó que tales diferencias podrían ser espurias debido a la heterogeneidad de la población clínica y los grupos de control inadecuados.

De los 40 pacientes incluidos en la pesquisa, advirtió, 12 tenían antecedentes de conmoción cerebral, pero todos ellos se incluyeron en los análisis, mientras que ninguno de los participantes en el grupo de control declaró lesión cerebral previa, lo cual, en sí mismo, podría causar diferencias estadísticas.

El especialista manifestó que las quejas de los diplomáticos deben considerarse muy seriamente y ser tratadas. ‘Sin embargo, esto es diferente a afirmar el descubrimiento de un nuevo síndrome, y mucho menos causado por sonidos desagradables que aún no se han demostrado’.

Quienquiera que diga que los burros vuelan debe respaldar su declaración con datos sólidos. Las especulaciones son peligrosas y deben ser controladas, subrayó.

*Corresponsal de Prensa Latina en EE.UU.

em/mar

 
Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=292948&SEO=incidentes-salud-en-cuba-ee.uu.-sigue-sin-probar-supuestos-ataques

Opinión /