Emir Sader •  Opinión •  18/08/2016

Los Juegos Olímpicos del «Fora Temer»

Se veía venir. El mismo presidente golpista Michel Temer había dicho que “estaba preparado para la silbatina”.  Pero no estaba. Todos estaban, menos él.

Tuvo que vivir, durante todo el día hubo alegres manifestaciones en Copacabana y en otros lugares de Rio de Janeiro, grandes expresiones populares de gente llegada de varias partes del país, pero también de extranjeros que se habían unido a los brasileños en el unísono: ¡Fora Temer!

Se intentó blindar de todas maneras las manifestaciones en la ceremonia de apertura en el Maracaná. Hasta poner el sonido alto hasta que Temer pronunciara sus 10 segundos de palabras de apertura de los Juegos Olímpicos (JJOO). Incluso se llegó a la grotesca retirada de cualquier mención a Temer que, como se dice aquí, ya prácticamente llama Michel Fora Temer.

Un presidente que tuvo que pasar anónimo, en toda la ceremonia, sin ninguna mención en los discursos, nada. Pero bastó que pronunciara sus breves palabras, burocráticamente, para que la más grande silbatina del mundo se abatiera sobre él.

Ya no bastaba que la más grande concentración de los medios internacionales que Brasil haya conocido registrara todas las manifestaciones de calle – incluso las intervenciones represivas de las fuerzas policiales en contra de ellas – y testimoniara frente al mundo el rechazo masivo al golpe de Temer. Luego vino lo de Maracaná. Que maravilló al mundo como espectáculo, porque es cierto que fue muy bello, como resultado de una organización que viene desde hace varios años. Pero que a la vez consolidó no solo para los medios sino directamente para los millones de espectadores de todo el mundo, lo que los brasileños piensan de su presidente interino.

Una vez concluida la ceremonia el grito Fora Temer copó todo el espacio y será lo más oído por todos durante los JJOO. Si el oso panda marcó, con su lágrima, los JJOO de Moscú, ese grito del pueblo brasileño marcará, a lo largo de todos los Juegos, en todas las competiciones y ceremonias, los JJOO de Rio de Janeiro y de Brasil.

El contraste con la votación – 14 votos a 5 – de la Comisión del Senado, el día anterior, para dar secuencia al impeachment de Dilma Rousseff, no podía ser más elocuente. En las calles, el rechazo de Temer es unánime.

Las nuevas encuestas demuestran que el 79% de los brasileños no quiere que Temer siga como presidente. Rechaza, por abrumadora mayoría, todas las medidas fundamentales que su gobierno ha enunciado o ha comenzado ya a poner en práctica. El abismo entre el Congreso y el gobierno golpista que se ha instalado y las manifestaciones masivas del pueblo ha sido constatado por todos los medios del mundo.

El anonimato de Temer corresponde a su rol de muñeco de un monstruoso proyecto de restauración conservadora vengativa en contra del pueblo, de sus conquistas, de la votación popular por otro tipo de gobierno. La no mención de su nombre, sea por su pedido o por decisión del Comité Olímpico Internacional, corresponde exactamente al rol de Temer que, sea cumpliendo los siniestros designios de su gobierno o siendo borrado en poco tiempo y expulsado de la presidencia, pasará a la historia como lo más insignificante y despreciado por todos: tanto de los que lo rechazan e incluso de los que lo apoyan, que se sienten nerviosos con la intranscendencia del personaje de turno.

Serán semanas de competencias, con manifestaciones festivas en las calles, con el  Fora Temer presente en todas las competencias y  manifestaciones, con el Fora Temer pintado en todos lados, gritado por todos. En caso de que aparezca en la ceremonia de cierre, será un hombre aun todavía menor, en estatura personal y política, confirmando que el golpe se hace como un proyecto radicalmente antipopular y con la conciencia del rechazo de la gran mayoría de los brasileños, como gobierno del 1%.

En contraste también con las grandes manifestaciones de cariño que recibe Dilma por todo el país, así como en los grande viajes por todo el país que ha recomenzado a hacer y que resucitan, para las elites dominantes, el fantasma del más grande líder popular de la historia brasileña, que reafirma que volverá a ser candidato a la presidencia del país y que no le asustan, para nada, las amenazas sin fundamento que a diario los medios y sectores del Poder Judicial difunden. Aquellas mismas encuestas reafirman su amplio favoritismo para reelegirse.

Apenas han comenzado los JJOO del Fora Temer, este último grito se populariza por todo el mundo. La imagen de los JJOO tendrá ese eco y esa expresión política bellísima de la voluntad democrática del pueblo brasileño.

Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

Fuente: ALAI


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