Vanessa Pérez Gordillo •  Opinión •  18/03/2020

Coronavirus, hambre y dictadura del coaching

Coronavirus, hambre y dictadura del coaching

“Estamos ante una situación idílica para la `construcción del Yo´. La responsabilidad social y el cuidado colectivo es la contracara del cuidado de sí que dispara la industria de la felicidad, es decir, la industria de la positividad, de la autoayuda y del coaching”

Mientras el mundo se aísla para atajar la pandemia, el modelo de asesoramiento sonríe y se fortalece ante la angustia individual que depara el futuro. La economía se reacomoda para favorecer a los de siempre, aquellos que nos ponen los yugos, que nos estigmatizan, criminalizan y nos matan de hambre. Los mismos que han levantado muros, separado y clasificado a la humanidad por colores, religiones y sexos, normalizando, de esa forma, la nueva razón neoliberal. Los señores del plan, hoy imponen que permanezcamos tranquilitos en casa mientras sus ahijadas empresas se lavan las manos con gel antibacterial. Idónea ocasión para implementar sus planes de reajuste.

En Colombia alrededor del 50% de la población vive del trabajo informal vendiendo arepas, fruta, palomitas, flores y un sinfín de cosas más que de no verlas seríamos incapaces de imaginar. Viven al día literalmente. Si no trabajan no comen, ni ellas ni sus hijas. Ese enorme porcentaje de población en unos días podrá o no tener coronavirus, pero lo que es seguro es que estará hambriento. Son los empobrecidos del mundo, los vulnerables y vulnerados por un sistema que prioriza clase y rentabilidad.

Hay otros datos, de una población que mantiene un modo de vida más o menos aceptable gracias a contratos temporales que permite la dinámica de una sociedad consumista. Ahora ven peligrar su estabilidad. ¿Cómo pagarán mañana el alquiler si no trabajan hoy?    

Por estos lares, debido a las medidas tomadas (cierre de fronteras hasta el 20 de mayo) es probable que amanezcamos sin covid-19, pero también más empobrecidos y diezmadas. Paralización de la actividad que permite obtener los recursos para poder comer, pérdida de empleo, imposibilidad de hacer frente al pago de modestas deudas… En esta ocasión, el nuevo orden mundial no solo afectará a los más humildes, como puede verse en Europa. Tampoco afectará solo económicamente. La otra cara de la clase trabajadora, aquella que lleva tiempo explotándose felizmente en pos de una forma de vida y algunos ahorrillos, será infectada por un extrañamiento. Una subjetividad que ante la congoja entrará en un cuestionamiento ya no del sistema sino de sí. Amaneceremos con o sin covid-19, empobrecidas unas, acongojados otros, para mostrar que evitando el coronavirus, alimentamos el coronacapitalismo[1].

Síndrome de abstinencia, ansiedad, pérdida de confianza en uno mismo, sensación de infelicidad e insatisfacción, culpa, tristeza y depresión. También locura, traducida como incapacidad de distinguir lo real de lo imaginado, lo que quiero de lo que no, lo bueno de lo malo. Síntomas que se agravan desde finales del siglo XX, y que hoy estallan manchándolo todo, confundiendo la necesidad de transformar el mundo con la necesidad de ayuda personal. Las fisuras en el tejido social se dejan sentir, y un argumentario de buenas razones nos llevan a liberar al Estado -al servicio de las transnacionales y los intereses financieros-, y a las grandes y medianas empresas, para señalar como irresponsable al vecino informal que sale a vender cubrebocas para poder comer. Mientras el vecino ejerce un derecho que consta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el peso de toda esta película de ficción, con la cual Hollywood lleva décadas preparándonos, cae sobre sus humildes hombros y le destroza.

Estamos ante una situación idílica para la “construcción del Yo”. La responsabilidad social y el cuidado colectivo es la contracara del cuidado de sí que dispara la industria de la felicidad, es decir, la industria de la positividad, de la autoayuda y del coaching (por mucho que la Federación Internacional del Coaching lo discuta). En pocos días se han habilitado líneas telefónicas para recibir asistencia psicológica, y crece exponencialmente la actividad del coaching online. “Si necesitas encontrar la calma o gestionar tus emociones en tiempos de incertidumbre, te ofrezco una sesión de 30 mín. de puro coaching por vídeo-llamada”. Combaten la ansiedad, el pánico y fortalecen la autoestima sin riesgos de contagio, presentado el coaching como “un ejercicio para reforzar el sistema inmune”[2]. El Yo se protege y se refuerza consolidando una arquitectura individualista que olvida y abandona la tarea fundamental que nos corresponde: la responsabilidad de pensar, entre todos y para todas, una sociedad habitable, donde ninguna inteligencia, por poderosa que sea, pueda imponerse sobre el resto para controlarla.

“Hoy la tendencia no solo en Colombia, sino en el mundo es el coach profesional: una persona que empodera a líderes en el campo laboral y a personas que deseen alcanzar un propósito de vida o simplemente encontrar uno”[3]. Vikki Brock en su libro Guía de la historia del coaching, va un paso más allá, al decir que “la única forma en que el coaching se puede convertir en la visión global dominante, es cuando se adopte por otras personas, no sólo por los coaches profesionales”. Hacia allá vamos. La cultura de que el secreto reside en el interior ha calado hasta la médula. Poco a poco abrazamos la idea: “aprende a ser coach de ti mismo”. En los próximos meses, y gracias a la situación de confinamiento en el hogar, muchas personas se inscribirán a cursos de formación online para ser coach, contribuyendo a fortalecer la visión dominante. Otros recibirán sus sesiones online para gestionar el pánico y fortalecer su sistema inmune. Se esforzarán lo necesario para conseguirlo. En esas el coronavirus pasará y cuando se levante la cuarentena el individualismo se habrá profundizado, sin que ningún entrenador emocional o profesional sospeche del ejército de los Estados Unidos, ni de la empresa que tenía preparado un despido masivo y esperaba el momento perfecto, ni de la falta de asistencia del Estado que deja desprotegida a la población mientras gasta millonadas en salvar bancos. Ningún coach humanista o empresarial te hará cuestionarte si estamos o no aquí para servir al capital. Te envolverán en la creencia de que solo triunfan los emprendedores, aquellas que se sacrifican lo suficiente. El capitalismo inventa dioses extraños.

Bogotá, Colombia, 18 de marzo de 2020

Vanessa Pérez Gordillo es coordinadora de Vocesenlucha y autora de La dictadura del Coaching. Manifiesto por una educación del yo al nosotros. Akal, 2019.


[1] https://www.cuartopoder.es/ideas/2020/02/27/el-coronacapitalismo-carlos-fernandez-liria/

[2] https://pod.co/pitch/cmo-aprovechar-el-coronavirus-para-crecer?fbclid=IwAR2a5leCTFdyX_8jey3VsGnkesIYGpTR_i8WfQCsTgr3gJmtizySvT6tPvI

[3] https://elnuevosiglo.com.co/articulos/03-2020-coaching-el-empoderamiento-de-la-cuarta-revolucion-industrial

 

Fuente: http://vocesenlucha.com/2020/03/18/coronavirus-hambre-y-dictadura-del-coaching/


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