Adolfo Pérez Esquivel •  Opinión •  17/03/2022

La primera víctima de la guerra es la Verdad

Para el Premio nobel de la Paz, las sanciones a Rusia no resolverán el conflicto. Pérez Esquivel llamar a «desarmar la razón armada» de las estructuras europeas.

El dramaturgo de la antigua Grecia, Esquilo, señaló que la primera víctima de la guerra es la Verdad, hoy podemos verlo en los medios hegemónicos de comunicación que manipulan la información a través de la mentira y la desinformación, buscan imponer el pensamiento único y el monocultivo de las mentes.

La guerra entre Rusia y Ucrania no es aislada, intervienen protagonistas que dicen querer la paz, pero incentivan el conflicto y pretenden apagar el incendio con más combustible. Envían armas a Ucrania y aplican sanciones económicas a Rusia. La manipulación informativa es censurar la libertad de prensa; tenemos que rescatar a periodistas, hombres y mujeres que arriesgando sus vidas informan sobre los hechos en la guerra, pero los responsables de los grandes medios hegemónicos censuran la información, son parte del sistema y responsables de las mentiras. 

No puedo dejar de mencionar a Julián Assange, preso en una cárcel de Gran Bretaña con pedido de extradición a los EEUU por dar a conocer documentos del Departamento de Estado de las atrocidades cometidas en Irak y el mundo, buscan silenciar a Julián y ocultar la Verdad. Los asesinatos de periodistas en el mundo.

Esto que señalo no es nuevo, es una larga historia en la vida de la humanidad envuelta en mentiras, desencuentros y olvidos intencionados, necesitamos de la memoria que nos ilumina el presente y saber que la primera víctima de la guerra es la Verdad.

Durante la guerra entre Irak – EE.UU. y sus aliados difundieron las mentiras de George Busch, que Irak poseía “armas de destrucción masiva”, acompañado por una gran campaña de los medios hegemónicos de comunicación en el mundo, avalando la política con su silencio cómplice justificaron la guerra.

El 12 de febrero de 1991, Mairead Corrigan Maguire, Premio Nobel de la Paz de Irlanda del Norte, me llamó para viajar a Irak en una misión humanitaria; por el bloqueo aéreo impuesto por los EE.UU. saldríamos por vía terrestre desde Amman, Jordania hasta Bagdad, viajamos en una camioneta con un cargamento simbólico de agua, que vale más que el oro, ya que el agua en Bagdad estaba contaminada por las radiaciones de las bombas con uranio empobrecido, el objetivo era entregar el pequeño cargamento al Hospital Pediátrico, teníamos información de la grave situación que estaban pasando, los médicos y médicas por la falta de medicamentos y demás insumos. Al llegar a Bagdad la pequeña delegación integrada por Mairead, el Padre John, Jesuita, integrante del F.O.R. – Fellowship of Reconcilation, de los EE.UU. una periodista de Gran Bretaña y yo, nos recibieron en el hotel semi destruido, carente de todo, descansamos del agotador viaje y al día siguiente una mujer musulmana nos explicó que había salido del refugio a lavar la ropa de sus hijos, al volver después de los bombardeos, sus hijos ya no estaban, se los llevó la muerte.

Según la información de los grandes medios de prensa dos bombas inteligentes habían entrado por el tubo de ventilación y destruido un bunker militar. La Verdad, destruyeron y mataron a más de 500 niños con sus madres, era un refugio, según Vamveyda, madre de Veyda, la primera bomba mató a muchas personas, la segunda bomba entró y levanto la temperatura a más de 500 grados y mató a todos, reventando las tuberías. Sólo sobrevivieron 17 personas. Denunciamos los hechos a nivel internacional, la respuesta fue el silencio. Los EEUU justificó el hecho como “daños colaterales” en toda guerra.

Acompañamos a la mujer al supuesto bunker de forma circular, entre los escombros y restos del bombardeo, las familias llevaron fotos de los niños/as, dibujos, ropa, hicieron del lugar un oratorio. Acompañamos el dolor de los presentes y de todo el pueblo de Irak, unimos nuestras manos y oramos al Dios de todos los nombres y de ningún nombre, en idiomas que no conocíamos, pero que entendimos con la mente y el corazón, pedimos por el alma de los niños a quienes le robaron la vida y la esperanza, rogamos a Dios por el fin de la guerra, estábamos en comunión con toda la humanidad. Un hombre me dice: Yo no creo en Dios, no sé cómo orar. – le respondí, no te preocupes, Dios cree en ti. – sólo guarda silencio para escuchar el silencio de Dios que te dice a ti y a la humanidad.

En la situación actual de la guerra entre Rusia y Ucrania, rogamos que paren la guerra, creemos en la fuerza de la oración y pedimos que todas las religiones se unan pidiendo el fin de la guerra. La Paz no se regala, se construye y se necesita de mucho coraje para alcanzarla.

No es sancionando a Rusia como van a resolver el conflicto, EEUU. y Europa deben “desarmar la razón armada” que tienen en sus estructuras y sus mentes.

Rusia debe parar la guerra y sentarse en la mesa de negociaciones. Ucrania salvar a su pueblo y resolver la situación que no pasa por ser parte de la OTAN y tener bases militares y laboratorios biológicos y químicos bajo el Departamento de Estado Norteamericano, que pone al descubierto su complicidad, dejar de masacrar a las provincias separatistas como Dombass y otras que sufren durante ocho años la violencia de Ucrania. En la guerra no hay inocentes, todos son responsables. La violencia trae mayor violencia y no la solución del conflicto.

Les recuerdo al tribuno Pilato que con cinismo se lava las manos ensangrentadas por víctimas inocentes, y pregunta: ¿Qué es la Verdad? – A pesar de los intentos de matar la Verdad. Un antiguo proverbio dice: “La noche más oscura es cuando comienza el amanecer”, una y otra vez surge la luz y renace en la oración y el espíritu, no perdemos la esperanza en la vida que otro mundo es posible. Dios nos dio el don de la libertad, el ser humano es responsable del uso y abuso que hacemos de la misma.

https://www.alainet.org/es/articulo/215144

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