Juanlu González •  Opinión •  16/03/2022

Alex Saab, un héroe nacional

He de reconocer que no sabía de la figura de Alex Saab hasta que no fue secuestrado en Cabo Verde, justo cuando el avión en el que viajaba hacia Irán, tuvo que hacer una escala de repostaje, que las autoridades del país utilizaron para detenerlo sin motivo alguno. Como sucede en estos casos, el tratamiento del asunto en la prensa española, la de derechas y la de izquierdas, fue bastante coincidente, si no exactamente igual, como cada vez que les dictan las crónicas desde el exterior. Así que Saab, de pronto, se convirtió para la opinión pública y publicada española en el testaferro de la fortuna privada de Maduro, en un empresario corrupto y multimillonario, en importador de comida basura a precio de oro a Venezuela, en narcotraficante, terrorista de las FARC y del ELN y mil cosas más que ya ni recuerdo o prefiero no recordar.

Conociendo el proceder habitual de la dictadura mediática global, me propuse contrastar de inmediato esas informaciones acudiendo a fuentes directas para tratar de comprender el porqué de tanto odio hacia esta persona. Pronto obtuve la respuesta: Alex Saab, el empresario colombovenezolano de origen libanés, era el responsable de que Venezuela hubiese estado burlando con éxito el embargo norteamericano durante los últimos años y, sobre todo, el responsable de que se hubiese logrado abastecer de alimentos, combustible y medicamentos a la población del país a pesar de los bloqueos y toda la guerra sucia desatada contra la República Bolivariana. De alguna manera, podría decirse que Saab era uno de los grandes artífices de que Venezuela siguiera y siga en pie, resistiendo a las medidas coercitivas unilaterales e ilegales puestas en marcha por la Casa Blanca. De ahí las toneladas de inquina y odio vertidos contra él y la magnitud de la campaña de intoxicación lanzada alrededor de su persona. Alex es un grande entre los grandes.

Su secuestro se produjo en plena marcha de una ronda de diálogos políticos entre gobierno y oposición, auspiciado por Estados Unidos.  Como no podía ser de otra manera, las conversaciones se congelaron tras el acto de piratería ejecutado por orden de Washington. A los pocos días, Blinken secretario de estado norteamericano, calificó al gobierno caboverdiano como “modelo de gobierno democrático y de derechos humanos en África”, un premio por haberse comportado como una república bananera sin soberanía y haber vulnerado los derechos humanos de una persona con pasaporte diplomático y en misión oficial. No podemos olvidar que Saab ostenta el nombramiento, desde 2018, del cargo de Enviado Especial de Venezuela, lo que le otorga automáticamente inmunidad diplomática.

Todo el caso está plagado de irregularidades. La detención se realiza en el aeropuerto de la isla de Sal, atendiendo a una orden de Interpol… emitida ¡un día después! Pero no acaba aquí el dislate, porque la propuesta de detención llegó 9 días después y a nombre de otra persona, teniendo que ser revisada en varias ocasiones, la última un año después de la detención. ¿Se trató pues de un arresto preventivo? Obviamente no, el jefe de sus abogados, el ex-juez español Baltasar Garzón lo calificó, simple y llanamente, de secuestro. Entre otras cosas porque una orden de la Interpol, aunque hubiera existido en fecha y forma, jamás prevalecería legalmente sobre la inmunidad diplomática.

Una vez encarcelado en un presidio de la «modélica» democracia de Cabo Verde, Alex Saab fue sometido a torturas, incomunicado, se le negaron sus derechos más fundamentales, se ignoró su estatus personal como representante humanitario de una nación soberana y se violaron leyes internacionales que regulan las relaciones diplomáticas.  El Tribunal de Justicia de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental pidió su liberación en varias ocasiones, que fueron sistemáticamente desoídas a pesar de ser vinculantes, igual que el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. El gobierno derechista y liberal de Praia, no cedió a las presiones emanadas del ordenamiento jurídico nacional e internacional y acabó deportando a Saab a Estados Unidos tras 16 meses de cárcel, el 16 de octubre del 2021, donde prosiguieron los malos tratos, las torturas y las vulneraciones de sus derechos personales y procesales.

Sin embargo, la fiscalía norteamericana tuvo que retirar 7 de los 8 cargos a los que tenía que hacer frente el diplomático venezolano, porque todo el proceso se basaba en un cúmulo de inconsistencias sin fundamento. Para evitar el ridículo público, alegaron un acuerdo con las autoridades de Cabo Verde para cumplir con los plazos máximos de penas establecidas en el país africano, pero lo cierto es que el cargo que resta, conspiración para blanquear capitales en Estados Unidos, que acarrea un máximo de 20 años de prisión, es tan etéreo como manipulable e interpretable.

A pesar de la enorme reducción de cargos, no pintan bien las cosas para Saab. Quizá, la violación de su estatus diplomático, que también se juzga en otro tribunal norteamericano de manera paralela, podría anular todo el proceso y acabar con el vía crucis que lleva padeciendo en sus carnes desde 2020. Pero tratándose de Estados Unidos, no es aconsejable esperar buenas nuevas de su corrupto sistema judicial.

Sin embargo, un factor geopolítico sobrevenido podría venir indirectamente en apoyo al diplomático. Estados Unidos ha acabado entrando en una guerra híbrida contra Rusia por medio de su proxy ucraniano. La política de sanciones económicas emprendida contra Moscú, a la altura de las aplicadas contra Cuba y Venezuela, ha disminuido el petróleo disponible en el mercado, hasta el punto en que el barril de Brent ha alcanzado los 140 dólares, amenazando al mundo con una recesión de impredecibles consecuencias. La tardanza norteamericana en volver a firmar el acuerdo nuclear con Irán, es otro factor a tener en cuenta, porque el petróleo y el gas iraní tampoco fluyen con normalidad. Así que, gracias a la irracionalidad norteamericana de expandirse sobre las fronteras rusas, se espera una tormenta perfecta sobre la economía mundial.

Es ahí donde entra en juego el petróleo venezolano que, además, tiene características parecidas al crudo ruso que EEUU importaba y menores costes de transporte. Washington envió recientemente una delegación gubernamental a Caracas para sondear la compra de petróleo venezolano, a cambio de varias condiciones que incluyen el levantamiento de algunas sanciones económicas, reabrir las conversaciones con la oposición de extrema derecha y excarcelar a varios ciudadanos norteamericanos presos en cárceles de Venezuela (dos de ellos fueron ya puestos en libertad en señal de buena voluntad).

Es pronto para saber cómo van o irán las negociaciones, estamos en una fase muy inicial tras muchos años de desencuentros y la cautela y la discreción debe presidir este momento. No obstante, se esperan movimientos en los próximos días y, aunque no ha habido declaraciones públicas en tal sentido, todo su entorno espera que Alex, el héroe, el embajador, el marido, el padre, el compañero, el amigo… vuelva a casa en un breve plazo de tiempo, donde será recibido, com se merece, en olor de multitudes.


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