Pachakuti •  Opinión •  12/08/2016

Fidel, Mandela y Juanita

Fidel, Mandela y Juanita

Cumple Fidel los 90, pese a ostentar record de intento de desaparición y asesinato por mandato yanqui, y trae a la memoria a otro de los grandes, Nelson Mandela, su hermano, que visitaría Cuba a los pocos meses de salir de su larga , larguísima reclusión en las cárceles del apartheid sudafricano.

A Mandela lo han tratado como un héroe mundial, incluso aquellos que le insultaron como “terrorista” durante largas décadas, y se dieron codazos para asistir a su funeral en el estadio de Johanesburgo.

“Soy un hombre leal y jamás olvidaré que en los momentos más sombríos de nuestra patria, en la lucha contra el apartheid, Fidel Castro estuvo a nuestro lado”, dejó dicho Mandela.

Y es que el apartheid sudafricano, como método colonial de excluir a la población autóctona negra de los blancos que llegaron de Europa, había tenido antecedentes en la historia de Cuba que determinaron el esclavismo como negocio rentable de acumulación capitalista durante 300 años; y del esclavismo, la derivación de una parte sustancial y valerosa de la mezcla de genes y colores en las cubanas y cubanos del presente.

Más sencillo se le supone a la cubanía entender el oprobio del apartheid sudafricano que, si tuvo una intensa campaña pacífica para destruirlo, en todo el mundo, (“ayer en Sudáfrica, hoy en Palestina”), también ha tenido un aporte militar internacionalista decisivo desde la pequeña isla del mar de las Antillas: frente a la invasión de tropas sudafricanas a Angola y Namibia.. Cuba con Fidel al mando llegó a enviar a más de 450mil entre combatientes, médicos y personal de apoyo al movimiento de  liberación en esos países, dejando allí una contribución de más de dosmil muertos cubanos.

Que en el presente, las brigadas cubanas de salud hayan merecido reconocimientos de la OMS por su lucha eficiente contra el Ébola no es más que la continuidad de aquella gesta de relación fraterna entre Cuba, Fidel y el Áfrika.

Hace menos de 3 años que Nelson Mandela fallecía a los 95, y hace pocos meses, final de febrero,  moría en Buenos Aires Juana de Pargament, a los 101 años de edad.

Juanita era una más de las Madres de la Plaza de Mayo. Pequeña, vivaz, didáctica, entrañable, visitó Asturias y compartió con los mineros, con  alcaldes, presidentes, rector de la Universidad.. y la gente.  Y hablaba de Fidel y de Mandela, más jóvenes que ella.

A su hijo Alberto, médico, lo habían desaparecido los militares golpistas, y eso le cambió la vida a Juanita y a todas las Madres.

Y como madre de desaparecido estaba, hasta el mes de enero, en las rondas de la plaza de mayo que hoy jueves están cumpliendo el número 2000, sin descanso, con una ejemplaridad consecuente de búsqueda de Justicia y Lucha contra la Impunidad de los crímenes militares.

Las Madres de la plaza de mayo han mantenido una fértil relación con Cuba, con Fidel, con la federación de mujeres cubanas, y han intercambiado presencia y protagonismo: cubanas y cubanos en los aniversarios de las Madres, Hebe, la presidenta, presencia e intervención en el Primero de mayo cubano ante multitudes.

Y estuvieron con Mandela, presidente de Sudáfrica.

Mandela había recibido el premio Sájarov del Parlamento Europeo en el 88, y las Madres lo recibirían también en 1992.

Así que al desearle larga vida al líder guerrillero, estadista, humanista y defensor del desarme nuclear Fidel Castro, la memoria de Juanita y las Madres de Desaparecidos, de Mandela y demás combatientes contra los segregacionismos, las injusticias y por la paz sin fronteras, estarán apasionadas y presentes en la defensa de la Vida, que se cultiva desde el internacionalismo y la fraternidad.

“los cubanos vinieron a nuestra región como doctores, maestros, soldados, expertos agrícolas, pero nunca como colonizadores. Compartieron las mismas trincheras en la lucha contra el colonialismo, subdesarrollo y el “apartheid”… Jamás olvidaremos este incomparable ejemplo de desinteresado internacionalismo”.     Nelson Mandela.

Y Fidel en Argentina dijo que:

«Los soñadores no existen, se lo dice un soñador que ha tenido el privilegio de ver realidades que no fue capaz de soñar. No lo considero un mérito, sino también privilegio y azar afortunado de vivir, a pesar de los cientos de planes por acelerar mi viaje hacia la tumba, con lo cual me han hecho un enorme favor, obligarme a perder todo instinto de preservación y conocer que los valores sí constituyen la verdadera calidad de vida, la suprema calidad de vida, aun por encima de alimento, techo y ropa».


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