Narciso Isa Conde •  Opinión •  10/06/2020

Capital, crisis y racismo

El capitalismo lleva en sus entrañas la explotación de la fuerza de trabajo y la opresión de los seres humanos.

En su dinámica las capacidades físicas y mentales de la humanidad resultan ser las únicas mercancías que se compran a un precio muy inferior al precio de las mercancías que producen; generándoles grandes volúmenes de ganancias a los dueños de los medios de producción y distribución, y empresas de servicios.

Los salarios, como precios de la fuerza de trabajo, siempre están muy por debajo del valor de sus productos y siempre el capitalista se empeña en precarizarlo, en reducir en términos relativos su poder de compra.

·         MEZCLA DE OPRESIONES.

Pero no solo.

El capital, como relación social, incorpora -además de la explotación y opresión de clase- todas las opresiones y discriminaciones desplegadas previamente a lo largo de la historia o durante su existencia, y las conviertes en funcionales a la obtención de grandes ganancias vía la sobre-explotación del sujeto humano discriminado.

A ese propósito ha servido el “invento” que divide a los seres humanos en razas clasificadas y calificadas como “inferiores” desde la “supremacía blanca”, a partir del color de la piel y otros componentes de la fisonomía o tipos humanos (fenotipos).

Ahí está la fuente del racismo, de la crueldad racista estrechamente vinculada a la conquista y colonización de matriz europea.

Igual ha pasado -cada una con sus expresiones particulares- con otras opresiones y subordinaciones sociales, como las derivadas del patriarcado y su engendro machista, del adulto-centrismo o dictadura de los adultos, de la homofobia y discriminaciones por abrazar determinadas opciones sexuales.

Todas han sido convertidas en palancas de las sobre-ganancias capitalistas, potenciando con esos fines los recursos ideológicos que impliquen desprecio y subvaloración.

·         RACISMO, COLONIALISMO EUROPEO Y “SUPERIORIDAD” BLANCA.

En el caso del racismo se incorpora intensamente la herencia colonial, que apoyada en el desarrollo desigual a favor de los imperios europeos, impuso la falsa superioridad blanca contra aborígenes de las Indias Occidentales, africanos “negros”, asiáticos “amarillos” y todas sus derivadas en el mestizaje. Seguida fielmente por su engendro capitalista-imperialista norteamericano.

La ideología racista sirve así a la explotación y el trato cruel  de los/as discriminados/as por su fisonomía, por su color, por sus rasgos físicos diferenciados de un modelo blanco supuestamente superior y realmente dominante y opresor.

Sirvió antes para esclavizar y para convertir en sirvientes a una gran parte de los productores de riquezas.

Sirvió para enriquecer esclavistas, monarcas, noblezas y contribuir a crear burguesías.

Sirve al capital moderno y postmoderno para obtener súper-ganancias desde la esclavitud asalariada, desde la híper-explotación de la fuerza de trabajo “formal” e “informal”; incluso del trabajo no remunerado o paupérrimamente remunerado, de la sobre-explotación y la exclusión social acompañada del maltrato en todas las vertientes de la vida en sociedad.

·         ESTADOS Y PODERES CON ALTAS DOSIS DE RACISMOS.

Ese proceder, esa mezcla ideológica, impregna el Estado y sus instituciones, influye en las partidocracias y en los llamados “poderes facticos” o de poderes de hecho. Se instala en el corazón y el cerebro del poder. Está presente cotidianamente en la esfera del la producción capitalista, del comercio, de los servicios, de los cuerpos represivos, del poder mediático y de los mecanismo generadores de la cultura dominante.

La opresión racista, combinada con la voracidad del gran capital privado y el accionar de los Estados bajo su control, le impone a una gran parte los/as discriminados/as, los peores salarios, las peores condiciones de vida, altos niveles de desempleo y hacinamiento, y todo tipo de injusticias, abusos de poder, humillaciones y vejámenes; agravados cuando se suman a otras subordinaciones por razones de sexo y edad.

El odio inculcado pasa a ser criminalidad en los cuerpos coercitivos del Estado, registrándose golpizas, torturas y asesinatos con una frecuencia que espanta. La muestra más conmovedora es como en el país supuestamente líder de la democracia mundial, cae un negro asesinado cada 27 horas.

No valen constituciones, leyes, tratados: la ideología racista motiva reacciones de poder que violentan todos los límites establecidos y derechos aparentemente conquistados. La impunidad  casi siempre logra proteger a sus protagonistas.

·         OPRESIONES EN TIEMPO DE CRISIS SISTÉMICA.

En tiempos de grandes crisis -como le es la actual, con Covid y todo- las opresiones se potencian. Las rebeldías populares crecen. Las tensiones, las contradicciones, se ponen al rojo vivo.

 Las clases dominantes-gobernantes, vuelcan las depresiones económicas, las penurias sociales, los déficits en servicios de salud, sobre la clase explotada, sectores excluidos, y contingentes humanos discriminados por razones diversas: color de piel, sexo, edad, país de origen.

Las clases y sectores dominados sufren, se saturan de calamidades, se indignan. Rompen la pasividad y estallan. Se levantan y se revelan en espiral ascendente.

Eso explica lo acontecido en EEUU, donde el cruel y descarado asesinado  George Floyd, desbordó la copa del descontento acumulado provocando una insurgencia social que va mucho más allá de la insumisión de los/as afro-descendientes.

El arcoíris muestra una suma de rebeldías y no pocas ansias de liberaciones: del pueblo “negro” y “sepia”, “latinos” indignados, migrantes de todos los continentes, mujeres abusadas, jóvenes abandonados, proletarios blancos empobrecidos, homosexuales discriminados, cuentapropistas, pequeños y medianos empresarios arruinados, artistas, deportistas e intelectuales con alta sensibilidad  humana y social.

Los hay también oportunistas, anti-racistas retóricos, antifascista de hojalata, políticos del “stablisment”… que históricamente medran en el sistema con poses liberales, sin disponerse a arrancar de raíz los males acumulados ni a derrotar las dinámicas que lo reproducen.

·         OTRA FASE DE LA CRISIS Y LAS REBELIONES.

Estamos en otra fase, no la final de esta pelea, que es proceso. EEUU y el mundo están cada vez más convulsionados. El sistema capitalista está en decadencia, sin llegar a la quiebra. Va de crisis en crisis hacia un mayor deterioro, reestructuraciones frágiles y un neoliberalismo cada vez más duro.

No hay salida superadora de la crisis dentro de sus estructuras. Estos hechos muestran que el racismo, como otras opresiones, está ya soldado al capitalismo imperialista como sistema, a su racionalidad perversa, a su funcionamiento.

Pero todavía no hay la suficiente conciencia, organización y  proyectos políticos alternativos capaces de articular las fuerzas y propuestas transformadoras que posibiliten abolirlo y reemplazarlo.

Hay si nuevas señales de que el desarrollo de esa necesidad esta cada vez más relacionada con el ejercicio de rebeldías más conscientes y articuladas, en la que  todas las insumisiones frente a las distintas modalidades de opresión y todas las liberaciones en expansión, se impregnen de un profundo contenido anticapitalista y confluyan en un gran torrente socializante. (9-06-2020, Santo Domingo, RD.)


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