Rafael Fenoy Rico •  Opinión •  08/02/2018

A propósito de la HUELGA INDEFINIDA

Una huelga es un acto por el que legalmente una persona puede no trabajar y no pueden despedirla. De esta forma la persona trabajadora muestra su voluntad de no colaborar vendiendo su fuerza de trabajo con quien le contrata. Mediante esta voluntad de no colaboración la persona trabajadora pretende que quien la contrata asuma determinados compromisos o al menos no cambie los ya adquiridos. Por eso la no cooperación, que supone no trabajar en días laborables, debe de alguna forma presionar a quien contrata para que acepte esos compromisos. Y claro está se hace huelga cuando se puede presionar.

En el caso de una Huelga Indefinida se asume que hasta tanto lo que se propone por parte de quienes trabajan no sea asumido por quien contrata la huelga no tendrá fin.  El objeto de la Huelga es producir alguna merma en los intereses de quien contrata. De hecho si esta circunstancia no se produjera no tendría sentido alguno realizar la huelga, ya que quien la hace pierde el salario.  Si  quien contrata no sufre ningún quebranto en sus intereses  no tiene objeto que quien hace la huelga pierda el  salario, necesario para vivir.  Por ello la principal cuestión antes de hacer una huelga es preguntarse si esta hace alguna mella en los intereses de quien contrata.

En el ámbito de la educación pública, por ejemplo, quien contrata es la administración pública. Y cuando el profesorado hace huelga a quien en realidad incomoda es a las familias y al alumnado (el que desea tener clases, claro). Es evidente que en este caso el personal docente que hace huelga nada intranquiliza a los políticos gobernantes de la administración pública, ya que incluso le viene bien ahorrarse algunos salarios del personal huelguista, de hecho se han asistido a huelgas de muchos días sin que los políticos hayan hecho absolutamente nada por acercar posturas negociadoras para evitar la situación de huelga.

Sin embargo a las familias y al alumnado se le causa un daño doble, por un lado porque los centros educativos recogen a la infancia y juventud unas horas mientras sus familiares trabajan o se ocupan de sus asuntos, y por otro la perdida de días de clase merma los conocimientos que deben adquirirse, bien para titular o para aprobar exámenes. Sin embargo  las familias y alumnado no reclaman en ningún caso que los políticos les indemnicen por los trastornos y daños que le causa la huelga del personal docente.  

En la educación una huelga indefinida debe tener efectos no deseados suficientemente importantes que generen un movimiento reivindicativo de familias y alumnado. Dependiendo del momento de la escolarización las evaluaciones y titulación del alumnado son esenciales y es precisamente en ese momento, cuanto más necesario es el trabajo del docente, más como burócrata que como tal,  cuando se deben bloquear los procesos administrativos.  La Huelga Indefinida por otro lado impide a quien contrata que alargue en el tiempo los procesos ya que quienes deben actuar en ellos pueden no hacerlo porque están de huelga. 


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