Nagorno-Karabaj la guerra privada de Erdogan
La guerra continúa con altos picos de virulencia, al tiempo que, desde los dos bandos, afirman haberse provocado daños significativos y siguen rechazando los pedidos de tregua, pedidos particularmente por Rusia y Francia.
Aunque si fueran ciertos los informes que emanan del Ministerio de Defensa de Azerbaiyán, la guerra podría tener una resolución rápida, aunque si pudiera ser extremadamente sangrienta.
El pasado miércoles 30 de septiembre, cuando apenas se cumplían cuatro días del inicio del conflicto por el enclave de Nagorno-Karabaj, desde Bakú se informó que sus fuerzas han provocado la muerte o herido a 2300 efectivos armenios. Además de haber destruido más de 130 tanques y vehículos blindados; unos 200 sistemas de artillería y misiles, 25 de defensa aérea, seis zonas de comando y observación, media docena de arsenales, 50 cañones antitanques y 55 vehículos, entre el 27 y 30 de septiembre, como parte de los contraataques lanzados para liberar los “territorios ocupados”. Según la misma fuente, el comando de las fuerzas armenias en esa región fue completamente destruido, generando una gran cantidad de muertos y heridos entre el personal militar, por lo que el comando del regimiento debió solicitar ayuda para poder evacuar a los heridos.
El comando azerí, que había reconocido que en la mañana del miércoles fuerzas armenias había atacado con fuego de artillería algunos puntos de la ciudad Terter, aunque no hubo heridos, informó que un batallón del 1er Comando del Ejército armenio, desplegado en la aldea Tonashen, en cercanías de esa ciudad, abandonó su posición, al tiempo que fuerzas de azerbaiyanas atacaban otro batallón armenio en la región de Agdere. También Azerbaiyán asegura que aviones armenios se estrellaron contra montañas.
Armenia, por su parte, denunció que el pasado martes un caza F-16 turco derribó a un caza Sukhoi Su-25, armenio, lo que fue desmentido por Bakú que además acusó a Ereván de no estar proporcionando información precisa a sus ciudadanos y al mundo.
Como si mentir no fuera un acto de guerra tan común como bombardear poblaciones civiles. Lo que si Azerbaiyán no puede negar es la conformación que había comenzado a correr apenas se inició el conflicto y era previsible mucho antes de comenzar esta nueva escalada: Turquía será un jugador fundamental en el nuevo capítulo de esta tragedia.
Se ha conocido a primeras horas del jueves que tres mercenarios sirios trabajan para empresas de seguridad turcas, financiadas por Ankara. Esto sin duda hace al conflicto todavía más peligroso ya que de ser absolutamente confirmada la presencia de mercenarios sirios y libios promovidos por el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, esto pone todavía más tensión, por ejemplo, para que Rusia, que tiene importantes intereses en la región, particularmente en Armenia, aunque hasta ahora ha tenido también muy buenas relaciones con Azerbaiyán a quien la ha vendido en estos años importante cantidades de armamento.
Incluso pro occidentales como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres y que ha servido de tapadera política de muchas operaciones contra el gobierno del presidente Bashar al-Assad, confirmó que un grupo de 300 mercenarios sirios de la ciudad del distrito de Afrín, en el noroeste de ese país, reclutados por Ankara, habían salido días antes de estallar esta nueva escalada, hacia Azerbaiyán a través del territorio turco, lo que no fue reconocido ni por Azerbaiyán, ni por Turquía. Según el Observatorio (SOHR), cada hombre cobra entre 1500 y 2000 dólares, la misma suma que los milicianos sirios reciben por viajar a Libia, también reclutados por Ankara.
De ser cierto la injerencia turca en este conflicto, ahondaría todavía más las diferencias entre Moscú y Ankara, cuyas participaciones en los conflictos de Libia y Siria también los tiene en bandos enfrentados. El miércoles, Moscú se refirió a la posible presencia de mercenarios señalando que, de ser cierto, ese hecho provocará la desestabilización de la región por mucho tiempo. Por otra parte, existen sospechas de que, junto a las tropas armenias, estén combatiendo grupos de milicianos kurdos y también veteranos sirios de origen armenio.
Al tiempo que se escriben estas líneas se conoció que Armenia acaba de romper relaciones con el régimen sionista ya que sigue proveyendo de armas a Azerbaiyán.
Erdogan, comandante en jefe
El pasado domingo 29, al momento que se iniciaba la guerra, se conoció un video, grabado entre el 22 y el 24 de septiembre, en el que se podía ver una caravana de camiones trasportando unos mil combatientes sirios que llegaba a Azerbaiyán, según se cree reclutados, pagados y fletados por los servicios secretos turcos, que no cuidaron que los circunstanciales testigos pudieran filmar con sus celulares el arribo de los combatientes que sin discreción alguna gritaban en árabe: “¡Allahu Akbar! (Allah es grande) y ¡Nuestro maestro, es Muhammad (por el profeta)”!
Otras fuentes mencionan haber visto a unos 500 combatientes de la Brigada Hamza, perteneciente al autodenominado Ejército Nacional Sirio (SNA), y cuyo líder, Sayf Balud, un sirio turcomano de la ciudad de Biza’a, en el norte de la ciudad de Alepo, ha sido comandante del Daesh, al que se había unido en 2013, en ese mismo año, y pudo vérselo en una filmación junto a una veintena de peshmerga, milicianos kurdos de las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), quienes habían sido tomados prisioneros y coaccionados para arrepentirse frente a las cámaras de haber combatido contra ellos.
Las brigadas provenientes de Siria fueron trasladadas el martes 22 desde el sur de Turquía a la base aérea azerí de Sumqayit, unos treinta kilómetros al norte de Bakú. Mientras que el jueves, otros 500 combatientes, en este caso de las brigadas Sultán Murad, originarios de la ciudad siria de Alepo, llegaron a Azerbaiyán, tal como lo había denunciado el SOHR.
Fahim Aissa, líder de las brigadas Sultán Murad, es un turcomano sirio, al igual que la mayoría de los hombres enviados por Ankara, ya que Erdogan nunca ha confiado demasiado en los árabes sirios y prefiere a la etnia turcomana, por el origen en común, pero ambas facciones sirias han tenido una estrecha relación con Erdogan, el último gran apoyo de la oposición en la guerra contra el presidente al-Assad.
En los últimos años, Turquía se ha instalado como un gran arbitro en diferentes conflictos regionales y no ha perdido oportunidad de utilizar su fuerza cuantas veces ha tenido oportunidad, tanto para atacar a los kurdos en el norte de Siria y en el Kurdistán iraquí, como para participar, ya sin excusas geoestratégicas en Libia, apoyando a un muy débil Fayez Sarraj a cargo del Gobierno de Unión Nacional (GNA) que, gracias a Erdogan, ha logrado controlar Trípoli, el último gran bastión que le faltaba al general Khalifa Hafther junto al Ejército Nacional Libio (LNA), para tomar el control total de ese país.
A esto hay que agregar una tímida presencia en Somalia, donde Ankara ha establecido una escuela para los policías somalíes, país que sin duda puede representar una factoría importante dada su posición geográfica a las puertas del mar Rojo y una puerta de entrada para África.
Últimamente Turquía también ha tenido severos roces con Atenas y París ya que ha salido a tratar de controlar sectores del Mediterráneo atraído por los ricos reservorios de gas que se han encontrado dentro de las fronteras marítimas de Grecia.
Aunque hoy por hoy está apostando fuerte en Azerbaiyán, más allá de la cuestión religiosa y de considerar a sus habitantes étnicamente muy cercanos, no deja de entender a ese país del Cáucaso, como un gran proveedor de petróleo y gas, lo que le permitiría escapar de la dependencia en ese rubro de Rusia que le provee del 40 por ciento de sus necesidades energéticas, lo que obliga a Ankara a mantener una relación con Rusia, no siempre muy amable.
Para ello Turquía ha establecido con Bakú, desde el fin de la guerra entre Armenia y Azerbaiyán en 1994, vínculos militares muy estrechos. En 2005, Ankara comenzó a lanzar programas económicos para la explotación petrolera y de gas, lo que incluyó un oleoducto que exporta más de un millón 200 mil barriles de petróleo azerí al día con destino a la Unión Europea (UE), lo que le deja a Turquía más de 200 millones de dólares anuales en concepto de tránsito. En 2006, se lanzó el gasoducto del sur del Cáucaso que exporta al año 8 mil 800 millones de metros cúbicos al mercado turco, que a su vez comercializa en otros países como propio.
El emprendimiento de Turquía desde 2011 de una importante red de producción de gas natural, conocida como Trans Anatolian Pipeline posibilitará que, en 2026, Ankara pueda exportar 31 mil millones de metros cúbicos de gas azerbaiyano a la UE, ya que los inversores turcos controlan el 30 por ciento del proyecto.
Este emprendimiento también conocido como el “Corredor de Gas del Sur”, que conecta diversos gasoductos de Azerbaiyán, ha sido también alentado por la UE, ya que igualmente depende del gas ruso.
Todo esto explica el interés no solo de Turquía sino de la mayoría de las potencias occidentales y de los regímenes que les siguen, como las monarquías del Golfo e Israel, de aplaudir la guerra que Erdogan hizo propia.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC