Una reflexión junto al «Guernica»
En la sala 206 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se encuentra el Guernica de Pablo Picasso. La pared a la izquierda de la principal que contiene la obra alberga una extracto de El Segundo Advenimiento (The Second Coming) de William ButlerYeats.
Things fall apart; the centre cannot hold;
[…]
The blood-dimmed tide is loosed, and everywhere
The ceremony of innocence is drowned;
The best lack all conviction, while the worst
Are full of passionate intensity. [1]
La extracto omite en su segunda línea «Mere anarchy is loosed upon the world», que viene a significar que «la anarquía en estado puro se libera sobre el mundo». Me gustaría pensar que alguien con suficiente conocimiento de la biografía de Picasso advirtió el conflicto entre la utilización del término en el poema y las influencias intelectuales del anarquismo en el artista, más en el ámbito del pensamiento que en el de la acción política, y que optó por la omisión de dicha línea.
La idoneidad del extracto respecto del Guernica parece oportuna. Encuentro, por mi parte, las dos últimas líneas particularmente turbadoras («los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores rebosan de intensidad apasionada») y tan densas como atemporales. Parecen explicar, de forma sencilla, nuestra propensión a los fracasos colectivos, ahora que lo que vende libros es la búsqueda del éxito individual.
La pérdida de la convicción emana del desconcierto y éste del absurdo, moneda corriente en estos días nuestros en los que las contradicciones exceden nuestra naturaleza para conformar distopías. Las certezas no se recuperaran deshaciendo los pasos mejor que los que otros andaron, sino haciendo otro camino. No se trata de cambiar «esto» sino de crear «lo otro». No es fácil interiorizar esta necesidad, hay que vaciarse de casi todo para ello.
Los charlatanes del business as usual insisten en medir nuestro valor para vendernos y contradicen al poeta igualando convicción y pasión. Un saludo desde mi (dedo) corazón. Nos insisten en lo realista, en lo posible, al tiempo que nos trasladan nuestra responsabilidad sobre nosotros mismos, separándonos del pensamiento, la decisión y la acción libre. Sé apasionado aquí, ahora y así, nos dicen.
No estoy llamando al desapasionamiento, que no sobra en estos tiempos de tenso orden funcional e intenso desorden emocional, sino a liberar la pasión sobre lo consistente y lo necesario. Para apasionarse no hace falta abrir un libro. Ni pensar. Sin embargo, sí hay quien puede convencerse de muchas cosas delante de una obra de arte. Y esas personas sí están entre las mejores. Y no podemos permitir que pierdan la convicción.
[1] Traducción propia
» […] las cosas se desmoronan; el centro no puede resistir;
la anarquía en estado puro se libera sobre el mundo,
se extiende la marea teñida de sangre, y en todas partes
se ahoga el ritual de la inocencia;
los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores
rebosan de intensidad apasionada.»