Marcos González Sedano •  Opinión •  04/09/2018

Un zombi llamado España

Sobre un cementerio no se construye un país.

El Estado Español se tambalea, lo saben los representantes políticos de la oligarquía y llaman a un pacto de no agresión: UN PACTO DE ESTADO. ¿PERO SOBRE QUÉ Y PARA QUÉ?

Ellos mismos se encuentran en una encrucijada: La deslegitimación del Régimen del 78; y cada vez que dan un paso, como dicen mis amigos, se embarcan.

El decreto de exhumación de los restos del fascista Francisco Franco, amigo de Hitler y Mussolini,  es una prueba más de ello. La filosofía del Decreto equiparando a víctimas con verdugos y declarando a José Antonio Primo de Rivera victima, demuestra  la necrosis del Régimen. La jugada no es solo del PSOE; les invito a investigar qué otros partidos apoyan el Decreto, que será un precedente para el futuro. A ver quienes se salen de esos parámetros. Una ofensa más a las víctimas, sus familiares y a los grupos memorialistas. Una ofensa más a los demócratas de España y alrededores.

Porque en este país siempre hablan los muertos, o combaten los muertos, desde el mercenario Cid Campeador a Glorifilio de Alpañate.

Y a veces hablan más que los vivos. De ahí el Ducado de Franco; Ducado que un rey otorga a la memoria y grandeza de un fascista GENOCIDA: La España zombie, con rey, que en la mayoría de los países europeos sería condenada por apología del fascismo.

El Valle de los Asesinos levanta las contradicciones. Cómo se puede permitir un monumento al Nacismo y al fascismo en un país de la UE. Y ahí sigue en pie, por obra y gracia de la Nacional y católica iglesia española y la derecha e izquierda del régimen.

Sobre eso se asienta un Estado, construido desde el asesinato y el robo. Robo que aún hoy continua, aunque usen guante blanco, o manchado de rojo, según se tercie.

Todo lo legitiman desde la Constitución del 78.

Una constitución nacida de un momento histórico donde los fascistas, la oligarquía española, nacida del fascismo, dio su visto bueno a la vía del olvido, acordada con la izquierda subsumida.

Efectivamente, ni nos representan ni nos representarán, por mucha cosmética nueva que le pongan al zombi. La casta del Régimen (casta, se entiende, no?) no estará legitimada jamás, a pesar de su legalidad. A los sujetos electores, la ciudadanía, se les ha negado el derecho a decidir en una  Democracia sana, no zombi. Eso no será posible mientras el Régimen del 78 no sea abolido.

Pero eso no es fácil. En esta España, ser mordido y abducido ocurre con frecuencia.

Las energías de la indignación, no han servido para canalizar y dinamizar un PROCESO CONSTITUYENTE de amplia participación popular. Al contrario, las aspiraciones estratégicas del 15 M han sido desmanteladas. La pregunta  no retorica es : ¿Por quiénes y para qué?

Tal vez va siendo hora de hacer balance y,  ahora que se engrasan las maquinarias electorales, valorar si tenemos la mayoría social (mayoría social se entiende, no?) alternativas electorales de ruptura con el mundo zombi.

El debate queda abierto.

Habrá que despejar la incógnita y averiguar si el régimen ha sido capaz de desmantelar lo que tendría que ser la vanguardia rupturista en las instituciones zombis.

Aún si lo es o no, los ajustes de la crisis no dan para todos, y el cuerpo calavérica de la España de los Reyes Católicos y la sagrada cruzada del fascismo franquista, se descompone por abajo y por arriba en el reinado de Felipe VI.

Una vez derrotada, de momento, la clase obrera, es la propia burguesía la que ha abierto la espita de la ruptura: Las contradicciones de clase.   

La República Catalana, no es un gesto, es un camino. Y por eso se emplean a fondo los chicos y chicas del Régimen, de todos los colores, de diestras y siniestras, en ir a golpearla con guantes de seda o de plomo.

El camino catalán, el de la república, federal o confederal, de libre asociación, es un camino respetable que abre la vía democrática a un proyecto truncado en 1939 (si nos damos un poco de inteligencia, en el ochenta aniversario de la República en 2019, podríamos proclamar la Tercera) .

Pero mis viejos y nuevos compañeros de la izquierda española zombi, apuntalan el régimen del 78. Forman parte de su naturaleza, han crecido o nacido, a la sombra de la corona y no saben vivir más allá.

Sin embargo, la historia les da una oportunidad de ruptura con lo zombi, de ir a un parto nuevo, que lo tendrán que ganar, porque si no, terminarán como los demás: equiparando a victimas con verdugos en una España zombi.


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