Colectivo Puente Madera •  Opinión •  30/10/2018

Los “sufrimientos” de la Banca y el Tribunal $$upremo

 

(Imagen de Ferrán Martín)
Escándalo. Un nuevo escándalo, sin precedentes, ha sacudido en los últimos días la vida de este país de caciques y pandereta. Ya lo adelantábamos hace muy pocas semanas, nuestra Justicia huele a ciprés. Lo que ha ocurrido con el Tribunal Supremo con su sentencia en diferido sobre quién tiene que pagar los impuestos cuando se constituye una hipoteca es de sonrojo, vergüenza y pone de manifiesto quiénes son los que mandan en Españistán.
 
¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre! A finales de la semana pasada se constató un hecho irrefutable, ¡los teléfonos funcionan de “PM” en esta España que nos duele! Los banqueros tienen los móviles de los jueces… y los jueces los de los políticos. Pero estamos convencidos que los jueces no tienen el teléfono de ningún desahuciado. ¡Cuánta indignación!
 
Ha quedado muy claro que el Supremo no puede pisarle los callos a la banca porque se pone en peligro todo el tinglado y no solo los beneficios de tan insignes ladrones. Por si teníamos alguna duda, queda claro quien manda en este país; el IBEX 35 tiene en su mano todos los resortes del poder, capaz en un sólo día de hacer retroceder nada menos que al Tribunal Supremo por primera vez en su historia, tras anunciar a bombo y platillo una decisión que afectaba nada menos que a 8 millones de familias, sentando un precedente de descrédito del Alto Tribunal ante la ciudadanía difícil de subsanar. Tendremos que esperar hasta el 5 de noviembre para ver cómo arreglan o complican más este desorden judicial. Mientras tanto, los grandes banqueros siguen protegidos por los jueces y mimados por todos los gobiernos.
 
No olvidamos que, hasta hace muy poco tiempo, la codicia bancaria ha propiciado que se dieran hipotecas a personas insolventes, pensaban que la burbuja inmobiliaria no se pincharía nunca. Los dueños de los bancos, usureros y evasores, siguen y seguirán poniendo las condiciones de los préstamos hipotecarios sin que los ciudadanos y ciudadanas tengamos otra opción más que aceptarlas, como mucho la rebaja de alguna décima en el diferencial con el Euribor. Las condiciones restantes son durísimas, pues solo perjudican al usuario y benefician al banco. Ningún ciudadano puede ir al notario y decir que no le gustan o no quieren esas condiciones que le impone el banco, ni la entidad financiera acepta más cambio. Lo duro, como está pasando un día sí y otro también, es que los bancos te embargan, te quitan la casa, sigue la deuda pendiente, ellos venden el piso y la ciudadanía empobrecida no puede hacer nada.
 
Es un panorama muy triste y peligroso. La banca ultraprotegida por la Justicia española, lo que pone de manifiesto es que no tenemos una justicia independiente e igual para todos. Como decíamoshace unos pocos días, estamos ante una alta institución del Estado en la que se aprecia más la lealtad que el talento, donde no se promueve a los brillantes, sino a los más necios y aduladores; algo que es común a todas las dictaduras para blindar sus regímenes mediante «cadenas de amigos, conocidos y reconocidos”, y que habitualmente no fallan.
 
El problema del Tribunal Supremo actualmente ya ni siquiera puede medirse solo en términos depolitización de sus miembros o de obediencia partidista. Eso es una explicación incompleta del gran problema al que nos enfrentamos. El Tribunal Supremo sufre de algo aún peor, sufre, salvo honrosas excepciones, de sumisión a los poderosos, de nepotismo y de amiguismo. Se ha convertido en un coto de familias judiciales y de individuos que se deben favores, el primero de ellos el de haber sido promovidos al puesto que se ocupa.
 
Recordamos que la tan denostada Constitución Española en su apartado primero del art. 117destaca en primer lugar la legitimación democrática del Poder Judicial al señalar que «la justicia emana del pueblo». Es una concreción de lo dispuesto en el art 1.2 de la Constitución según el cual «la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del Estado». Pero hoy en día, nuestros poderes, legislativo, judicial y ejecutivo, están tan viciados, corruptos,desviados de sus cometidos, podridos hasta la médula, generan tanta ignominia, que es imposible que no queramos cambiar radicalmente todo esto. Por lo que se hace urgente y necesario que los ciudadanos y ciudadanas exijamos un proceso constituyente que permita reorientar esta maldita deriva que llevamos, luchando por una auténtica regeneración democrática.
 
Si esto no cambia de arriba a abajo, mucho nos tememos que en pocos días la placa del monumental edificio de la Plaza de la Villa de París tendrá que poner un nuevo nombre : Tribunal “Santander” Supremo. ¿Lo vamos a consentir?
 
Fuente: https://colectivopuentemadera.blogspot.com/2018/10/los-sufrimientos-de-la-banca-y-el_27.html

 


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