Armando Álvarez Lugo •  Opinión •  30/08/2016

La Restauración neoliberal en América Latina

El final del siglo XX fue convulsionado, las movilizaciones del pueblo
colocaron en jaque la dominación neoliberal en buena parte del continente,
configurándose un nuevo cuadro geopolítico con el despertar de nuevos
movimientos socio- político  y la insurgencia de nuevos actores políticos
que irrumpen contra el pensamiento hegemónico representado por el Consenso
de Washington.  Presenciamos el agotamiento de un modelo de democracia
representativa, afianzada en las formalidades liberales, de corte populista,
con rasgos autoritarios y propiciadores de la exclusión social, económica y
política de la mayoría de la población del continente, generadora de las
grandes desigualdades que marcaron el largo siglo XX en países como Brasil,
Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Paraguay, Uruguay, entre otros. Ese
despertar se fundamenta en los triunfos electorales, de Hugo Chavez, (1998),
Luiz Inacio Da Silva (2002), Nestor Kirchner (2003), Tabaré Vazquez (2004)
Evo Morales (2005),  Rafael Correa (2006), Fernando Lugo (2008)  acompañado
del impulso integracionista y el surgimiento de nuevas estructuras como el
CELAC, ALBA, UNASUR, PETROCARIBE, permitiendo alianzas estratégicas
extracontinentales con China, Rusia e India, para impulsar mecanismos
alternativos al orden internacional vigente.
El inicio del siglo XXI se caracterizó por una intensa actividad política,
de gran envergadura en el frente externo, y a lo interno de las economías
nacionales, se impulsaron un conjunto de políticas públicas orientadas a
disminuir la brecha y las inequidades producto del modelo oligárquico
dependiente heredado. En consecuencia, una porción importante de la
población en la región se vio favorecida por las políticas públicas  de
redistribución de la riqueza fomentando la inclusión social, avanzando en
reformas constitucionales orientadas a construir un estado social de justicia
y de derecho En América Latina en los últimos dieciséis años se impulsó
una arquitectura institucional con la finalidad de recomponer y resignificar
las relaciones económica, políticas y culturales de los países que
integran nuestra región. Proceso complejo, difícil y contradictorio por la
actitud de las elites que históricamente han detentado el poder económico,
desplazados del poder político, como efecto de los triunfos electorales de
los nuevos actores políticos que marcaron el inicio del nuevo milenio. La
burguesía  transnacional, rentista, burocrática y parasitaria,
conjuntamente con sus aliados internos al ver perder su hegemonía desatan
todo tipo de acciones desestabilizadoras, en contubernio con EEUU y sus
aliados europeos, con el objetivo de deslegitimar los gobiernos democráticos
y progresistas a los fines de propiciar el derrocamiento de los mismos,
recurriendo a todo tipo de artimañas jurídicos-políticas, aunada a la
ofensiva económica que busca neutralizar y paralizar las economías
afectando la dinámica socioeconómica de los estados nacionales.
Luego de casi dos décadas de procesos de transformaciones y cambios,
aparecen síntomas de agotamiento y crisis de los modelos  progresistas. La
restauración de la derecha en Paraguay, el triunfo de Mauricio Macri en
Argentina y la implementación de su paquete neoliberal, el juicio político
a Dilma Rousseff que posiblemente concluya con su destitución,
configurándose un golpe de estado, y la instauración de un gobierno
expresión de los sectores más reaccionarios del espectro político
brasileño. El asedio a los gobiernos de Rafael Correa y Evo Morales. Por
último, la situación en la que se encuentra el gobierno venezolano como
consecuencia de la profunda crisis política- económica, y la ofensiva
interna y externa de la derecha internacional, no avizoran un panorama nada
optimista para las fuerzas populares, progresistas y revolucionarias.
La crisis de los modelos populares
Hay una larga tradición en América latina de reivindicación de la igualdad
y la justicia social, la lucha por el desarrollo de un modelo de democracia
socialista que promoviera nuevas formas de propiedad social  y colectiva,
así como la constitución de  instituciones de  participación popular y
comunitaria forman parte de los programas de las organizaciones sociales,
populares y partidos políticos revolucionarios, no obstante, en virtud de la
crisis del presente, es pertinente formular algunas preguntas para propiciar
un debate en torno a las causas de la restauración conservadora-neoliberal
en América latina y la crisis de los modelos insurgentes, particularmente el
caso venezolano, en este sentido, propongo  las siguientes interrogantes para
orientar la discusión:
  1.- ¿Se ha hecho lo suficiente para construir un modelo alternativo a la
democracia liberal burgués?; 2- ¿Se ha logrado desarrollar un nuevo modelo
de estado?; 3.- ¿Se constituyeron  nuevas instituciones cuyo funcionamiento
se diferencie de las instituciones anteriores?; 4.-¿ Se ha avanzado en el
desarrollo de nuevos tipos de relaciones sociales y nuevas formas de
producción y propiedad?; 5.- ¿Se ha avanzado en la construcción de una
economía popular solidaria, socialista, planificada, en función de las
demandas y necesidades de nuestra población, o simplemente hemos
administrado el mismo estado, implementando algunas políticas públicas
distributivas pero, sin generar una ruptura con la racionalidad capitalista y
la lógica que caracteriza al modelo que pretendíamos superar?; 6.- ¿Se
diseñaron políticas para superar el modelo rentista-especulativo y con ello
el modelo primario exportador?., 7.- ¿Se ha propiciado una revolución
cultural generadora de valores distintos al individualismo y al consumismo
propios de la sociedad capitalista?  Las respuestas a estas interrogantes
implican una esfuerzo reflexivo trandisciplinario, militante.
El discurso oficial, a veces recurre a la explicación fácil: el
imperialismo es el culpable de todos nuestros males. Sin obviar esta matriz
de análisis, ha llegado el momento de trascender ese visión reduccionista,
y ver a lo interno de nuestra sociedad para estudiar el curso de la dinámica
interna de los procesos de cambio, es el momento de analizar, nuestros
errores, debilidades, fallas y omisiones para poder corregir y detener el
proceso de restauración neoliberal que avanza a ritmo vertiginoso en el
continente y especialmente en Suramérica. Estamos conscientes del papel que
juega el imperialismo y sus aliados internos en el proceso de restauración
conservadora en el continente y de las resistencias que producen los procesos
de transformación y cambio, no obstante, es  imperativo profundizar el
análisis de nuestras realidades, tomando en cuenta las contradicciones y la
complejidad de las estructuras heredadas en el ámbito
ideopolítico-cultural- económico, por ello se impone  una ruptura radical
con las viejas prácticas y maneras de hacer y ejercer la política.  Urge
abrir un debate sobre los procesos de emancipación en el marco de la
estructura del capitalismo global y el curso que han experimentado nuestras
economías dependientes de las materias primas, por ende, subordinadas a los
desequilibrios del mercado externo, en una relación neocolonial en términos
económicos y culturales que sobrevive en el siglo XXI. Solo a partir de
allí estaremos en condiciones de comprender la magnitud de la crisis del
presente para fortalecer las posibilidades de derrotar la restauración
conservadora-neoliberal que se fragua en el continente. Potenciando los
proyectos populares y revolucionarios, es la única forma de evitar el
retorno al pasado. No hay tiempo que perder. El debate está abierto.


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