Marilys Suárez Moreno •  Opinión •  30/07/2016

Vilma y el Moncada

Vilma y el Moncada

Los sucesos del asalto al cuartel Moncada, encabezados por el joven abogado Fidel Castro Ruz, conmovieron a la opinión pública y conmocionaron especialmente a los santiagueros, mujeres y hombres que expresaron la más profunda admiración por aquella carga de valientes.

Una joven estudiante de la Universidad de Oriente, muy apegada por herencia familiar a la justicia, la honradez y la honestidad, sintió enseguida que aquel hecho era una expresión válida del legado independentista de nuestros mambises.

Ya antes, desde el mismo golpe de Estado de Fulgencio Batista, el 10 de maro de 1952, la joven junto con los estudiantes más batalladores y un profesorado afín, participó en todo tipo de demostraciones de repudio, incorporándose al Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), cuyo jefe principal era el inolvidable Frank País.

Y cuando supo que tras los muros del cuartel se torturaba y asesinaba a los prisioneros del heroico asalto, en un acto de rebeldía acudió al tenebroso cuartel, desafiando el peligro que ello implicaba. Le basto saber lo que allí pasaba para acudir a una de las postas, pidiendo ver a los valientes. Luego su hogar, como el de todos los santiagueros, se abrió para acoger a los combatientes perseguidos.

Los hechos del Moncada dejaron una profunda huella en la luchadora, pero aun fue mayor el impacto de las ideas plasmadas por Fidel en su alegato de auto-defensa La Historia me Absolverá. Esos dos acontecimientos la hicieron comprender que aquel joven revolucionario era un líder valiente y un hombre de ideas esclarecidas. Con posterioridad al Moncada Frank País organizó Acción Revolucionaria Oriental con propósitos concretos de preparar un alzamiento. Ella fue una de sus más cercanas y activas colaboradoras.

La salida de la cárcel de Fidel, ya entonces jefe y fundador del Movimiento 26 de Julio (nombre adoptado en homenaje a la gesta del Moncada), Frank planteó sumarse a sus filas. Por esa vía Vilma se integró al Movimiento como militante de primera línea.

Desde su incondicional intervención en la clandestinidad, participó en el levantamiento armado del 30 de noviembre de 1956 en esa Ciudad Heroica, bajo las órdenes de Frank País, su amigo y compañero de batallas en la clandestinidad. Después de aquellos hechos, la casa de Vilma se convirtió en Cuartel General del Movimiento en Santiago de Cuba. El 2 de enero de 1957, en una marcha de madres enlutadas por los crímenes de la dictadura, se enfrentó cara a cara con los esbirros. Razones por la que su casa se registró por primera vez.

Ya en la Sierra, protagonizó audaces misiones y múltiples responsabilidades en los municipios ubicados geográficamente en el II Frente del Ejército Rebelde, cuyo apoyo logístico aseguraban las acciones combativas. Leal y devota seguidora de las ideas de Fidel, comprometida con la verdad y la justicia, al triunfar la Revolución se convirtió en constructora de una vida nueva. Ahora desde un nuevo frente de batalla: la FMC, desde cuyas filas aunó voluntades y empeños, convencida de la capacidad de la mujer para acometer cuanto se propusiera en la vida

Su entereza, ternura y lealtad a Fidel y a la Revolución convirtieron su existencia en fecunda y perdurable.


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