Puño en Alto •  Opinión •  29/03/2022

Guerras sí, pero sin destruir iglesias

La ofensiva bélica de Rusia contra Ucrania está siendo devastadora, provocando un trágico éxodo no menos devastador de ucranianos huyendo de los horrores de la guerra. Pocas son las zonas residenciales que se están salvando de las bombas y misiles dirigidos por el ejército de Putin, tampoco escapan mercados, centros comerciales, hospitales, centros educativos, teatros, aeropuertos y demás infraestructuras. Los medios de comunicación no dejan de emitir imágenes de cientos de edificios devastados por la ofensiva asesina del ejército ruso contra la población civil originado muerte y destrucción.

Entre tanta devastación hay algo que se está salvando de la inclemencia y crueldad de las bombas y de ser pasto de la destrucción sistemática que se está aplicando a los ucranianos. Son las iglesias y templos religiosos de la Iglesia ortodoxa ucraniana dependiente de la rusa. ¿Casualidad? ¿Milagro algo predeterminado?

Las respuestas a estos interrogantes hay que encontrarlas en las manifestaciones del patriarca de Moscú y de toda Rusia de la Iglesia ortodoxa, Cirilo, acerca de la guerra rusa contra Ucrania. Cirilo después de días de silencio, ha manifestado su apoyo a la invasión de Ucrania con un encendido discurso apocalíptico respaldando el discurso de Putin.

Cirilo poco menos que ha calificado la invasión como una guerra santa contra los valores decadentes de Occidente que pone a prueba las leyes naturales de Dios, situando el conflicto en el terreno de los valores morales, reduciéndolo a un enfrentamiento entre un Occidente decadente y una Rusia portadora de los valores tradicionales inspirados en la fe cristiana. Haciendo especial hincapié en el Orgullo Gay como ejemplo de ello. Termina apelando a la voluntad de los fieles ortodoxos de evitar el pecado y su promoción en forma de una movilización política y bélica. Una meridiana forma de justificar la invasión de Ucrania.

Este discurso medieval del patriarca ortodoxo recuerda a las cruzadas del medievo, así como, a la colonización de América en la que se justificaban la masacre de pueblos en nombre de Dios, cuando en realidad se trataba de simplemente esquilmar sus recursos materiales.

Detrás de las palabras de Cirilo no hay, por tanto, valores morales que defender ni mucho menos, lo que hay detrás es el agradecimiento del patriarca ortodoxo a Putin por haber mimado durante décadas con una millonada de dinero a una Iglesia ortodoxa verdaderamente decadente y trasnochada ya sus prebostes retrógrados.

La Iglesia católica dio su justa medida en tomar parte activa en el golpe de estado, en la posterior guerra civil española, saliendo muy beneficiada durante los cuarenta años de la dictadura franquista. La Iglesia ortodoxa muestra su verdadera cara al apoyar la injusta y cruel invasión de Ucrania y, al parecer, la única petición de Cirilo a Putin ha sido que en la invasión y masacre del pueblo ucraniano no se destruyeran ni iglesias ni templos religiosos.

 

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