Geraldina Colotti •  Opinión •  21/06/2021

El Congreso Bicentenario de los pueblos del mundo levanta la bandera de la dignidad

El Congreso Bicentenario de los pueblos del mundo levanta la bandera de la dignidad

Del 21 al 24, Venezuela abre sus puertas al Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo. Un trabajo de conexión, discusión y propuesta iniciado en el Foro de San Paolo y madurado en los últimos años, y que ha involucrado a cientos de organizaciones, partidos, sindicatos y movimientos populares a nivel mundial y nacional. El objetivo es construir una agenda de lucha común contra el capitalismo y el imperialismo, articulando las diferencias, pero con espíritu unido y organizado. La ocasión está dada por las celebraciones de la batalla de Carabobo, decisiva para la independencia de Venezuela y para el proyecto de Bolívar de unificar toda la Patria Grande.

Un hecho que no contará con el favor de las corporaciones mediáticas, comprometidas con demoler la imagen de Venezuela, como ejemplo concreto de que se puede resistir la ofensiva imperialista, de que se puede construir un modelo alternativo al capitalismo, y que para ello debe estar equipado, ya que el contraataque será feroz.

Para vencer y resistir, como viene haciendo la Venezuela bolivariana desde 1998, es necesario un fuerte entrelazamiento entre las raíces históricas y bien fundamentadas de los árboles centenarios y las de los manglares, las raíces aéreas que se elevan hacia el ciel y hacia la otra y el otro, se extienden y se multiplican absorbiendo y devolviendo oxígeno en cada situación. Para Venezuela, la identidad viene de el árbol de las Cuatro Raíces: las Tres históricas, representadas por Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, y la Cuarta agregada tras la muerte de Chávez, creador de la Revolución Bolivariana. “El eterno comandante Hugo Chávez -explicó Maduro- forjó los valores, la visión y la capacidad de trabajo, difundió el profundo amor por la Patria y dio forma a la geopolítica bolivariana para el siglo XXI”.

En las ferias del libro, en Venezuela, los talleres más concurridos son los de historia, muy queridos por los niños, que interactúan en primera persona. Un compromiso multiplicado por este Bicentenario, que también ha permitido que los niños y niñas se expresen sobre el tema en las múltiples formas artísticas que entrelazan la vida política venezolana. En cada calle, la Misión Venezuela Bella ha preparado los espacios para grafitis, obras de teatro, creatividad digital.

Es la riqueza del poder popular organizado, que transforma la intuición en práctica colectiva y compartir. Fantasía económica en tiempos de guerra. Un asedio brutal que mata silenciosamente, pero también estimula la acción. Como pasó en Vietnam, como pasó y pasa en Cuba, como pasa en Venezuela. Como pasa por los obreros como Adil, matado en Italia mientra hacea huelga para sus derechos,  como pasa por los proletarios que toman conciencia y enfrentan la arrogancia desenfrenada de los amos italianos, europeos, colombianos, a costa de sus vidas. Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos, cantan en Venezuela con los versos de Alí Primera.

Adil murió como Abd El Salam en Piacenza, en 2016. En esos días, estábamos en Venezuela, la cumbre de los Países No Alineados se estaba llevando a cabo en la Isla de Margarita. Maduro, bajo fuerte ataque de fuertes potencias internacionales, asumió la presidencia pro-tempore del organismo internacional, el segundo más grande después de la ONU. Una cumbre que se centró en la libre circulación de personas y no solo de mercancías, en la ciudadanía universal, la igualdad de género y la lucha contra los paraísos fiscales. Una orientación que países como Venezuela y Cuba, que impulsan una diplomacia de paz con justicia social, persiguen con decisión frente a la crisis del modelo capitalista y su capítulo pandémico.

Una demanda estructural de cambio que ya no se puede postergar, porque mientras el capitalismo intenta reiniciarse y rediseñarse globalmente, aumenta la represión de las luchas. La mentira aumenta para hacer que los sectores populares acepten el bocado amargo, para que acepten un paso más en la sociedad disciplinaria.

En este contexto, el Congreso Bicentenario se presenta como una fructífera articulación de diferentes contextos y temáticas, no agobiados por lógicas asfixiantes, pero conscientes de la necesidad de luchar contra un enemigo común. Un enemigo caótico porque presa de sus apetitos particulares, pero listo por compactarse si se ve amenazado por el sujeto histórico organizado que cavará su tumba. En esta clave, con la ligereza del pájaro, pero no con la de la pluma, desprovista de orientación y presa de todos los vientos, se abre paso el propósito de una nueva Internacional antiimperialista que exprese una plataforma común de lucha.

Más de 8 millones de venezolanas y venezolanos se inscribieron en el Congreso, inaugurado por Maduro el 4 de febrero, a través de la plataforma Sistema Patria. 41 movimientos de todos los sectores políticos, sociales y culturales discutieron y presentaron propuestas, expresión de la vivacidad política de la revolución, cuya principal fortaleza radica en el poder popular: Mujeres, Trabajadores, Campesinos, Pescadores, Indígenas, Afrodescendientes, Comunas, Comunicación, Cultura, Intelectuales y Pensadores, Educación, Misiones, Militares en Reserva Activa, Adultos mayores, Juventud, Personas con Discapacidad, Animalistas, Movimientos de la sexo-diversidad, Científicos e Innovadores, pero también Clase Media y Movimientos de Religiosos, Técnicos y Profesionales, y Empresarios “Que estén unidos por la voluntad de recuperar nuestra amada Patria”, dijo el mandatario.

Una larga lista que, además de cuantificar la extensión del socialismo bolivariano, matiza su hegemonía dentro del bloque histórico que lo sustenta y se renueva en las generaciones y diversas condiciones. En los encuentros mundiales que se realizaron virtualmente, coordinados por el equipo del profesor Adán Chávez, los 1.873 participantes de los 5 continentes, muchos de los cuales asistirán a las jornadas, tuvieron la oportunidad de conocer la amplitud y alcance de un proyecto que el imperialismo considera «una amenaza inusual y extraordinaria”.

A pesar del bloqueo económico-financiero que impide al gobierno bolivariano hasta la compra de medicamentos y vacunas contra el coronavirus, «Venezuela no es un país aislado», dijo Maduro en una entrevista con la agencia de noticias Bloomberg. “Estados Unidos y Europa -agregó- deben darse cuenta de que también hay otra parte importante del mundo en la que estamos insertos y donde tenemos muchos amigos”.

Representantes de movimientos populares que apoyan el socialismo bolivariano también han llegado desde Estados Unidos y están tratando de romper el muro de mentiras extendido contra Venezuela y Cuba.

El tema de la Comunicación, en el contexto de la batalla de ideas necesaria para contrarrestar la nueva ofensiva imperialista, que necesita cooptar a los sectores populares en la operación de reajuste del modelo capitalista a nivel mundial, ha sido presente en todos los sectores del Congreso y tendrá sus momentos de síntesis en la agenda final. El trabajo incansable de los medios populares y alternativos ha encontrado un fructífero entrelazamiento en la Plataforma de la Clase Obrera Antiimperialista, que ha dado lugar a grupos de trabajo a nivel internacional y organizado a los corresponsales obreros en alianza con la plataforma Conaicop.

El compromiso de periodistas e intelectuales de los 5 continentes, en los últimos años ha formado importantes redes como las Brigadas Internacionales de Comunicación Solidaria (Brics-Psuv), coordinadas por Beverly Serrano con la dirección de Tania Díaz dentro de la Comisión de Agitación y Propaganda del Psuv. LAUICOM, la Universidad Internacional de la Comunicación que, por voluntad de Diosdado Cabello, tiene su sede en el local incautado a El Nacional como compensación en el juicio por difamación del vicepresidente del PSUV, se fundó a partir de una idea del intelectual mexicano Fernando Buen Abad.

Elena Salcedo, figura histórica del periodismo venezolano y de la política, dice: «Para contrarrestar la desinformación y la intoxicación de las grandes corporaciones mediáticas, que encubren la voluntad del imperialismo de apropiarse de nuestros recursos, matando de hambre al pueblo, como admite el propio Pentágono, en estos años hemos consolidado una plataforma de comunicación internacional, que presentaremos en detalle en el Congreso. El proyecto implica la elaboración de los contenidos y mensajes que, a nivel internacional, han permitido a los países afectados por el bloqueo imperialista resistir y relanzar el proyecto socialista. Para ello, LAUICOM formará a muchos profesionales de la comunicación equipándolos en la batalla contra las grandes corporaciones mediáticas. En el Congreso del Bicentenario los pueblos darán una nueva bofetada al imperialismo, blandiendo la espada del Libertador en defensa de la dignidad”.

La de la dignidad es una bandera que los pueblos de Perú, Colombia, Cuba y Nicaragua, particularmente apuntados en este período preelectoral, están levantando en las calles y en los organismos internacionales, y que también izarán en este Congreso Bicentenario. Aquí las organizaciones populares de todo el mundo no ponen las distinciones en primer lugar, como lamentablemente sucede en la muy sofisticada y dudosa Europa. La presencia de movimientos y organizaciones de países africanos que luchan por una segunda independencia es numerosa.

Los peruanos explican cómo se articula la lucha contra la oligarquía, que se une por impedir el libre curso del voto popular. El maestro Castillo ha ganado, pero no debe pasar. Cuando los mecanismos de la democracia burguesa permiten filtrar la voz de sectores populares, se tiene que desactivarlos. Esto es lo que sucedió en Bolivia, donde -explican los militantes presentes en el Congreso- está en marcha un nuevo intento de deslegitimar la voluntad popular y el gobierno de Arce, con una operación similar de descrédito. Los militantes colombianos denuncian la prolongación de la lucha y la represión de Duque, ocultada por los medios, para lo cual Colombia no es noticia.

Los militantes sandinistas también invitan a quienes atacan a Nicaragua desde una perspectiva que puede parecer de izquierda a reflexionar sobre algunos datos, recordados por el historiador Sergio Rodríguez Gelfenstein en un artículo reciente. Nicaragua es un pequeño país de Centroamérica con una población 50 veces menor que la de Estados Unidos y un Producto Interno Bruto incomparable al de Estados Unidos. Un país que no tiene armas nucleares, frente a las más de 5.000 que tiene Estados Unidos, que se suman a los 11 portaaviones y 18 submarinos nucleares. ¿Alguien puede creer seriamente que Nicaragua representa una amenaza para Estados Unidos? ¿Puede el imperialismo con mil agresiones y muchos golpes organizados en los países del Sur preocuparse realmente por la democracia en Nicaragua y no por la de sus aliados en Arabia Saudita, los Emiratos, o en Paraguay, Brasil, Honduras, Haití o Chile?

¿Y de dónde viene tanta furia sagrada por parte de una izquierda cobarde en los países europeos, que se despierta solo cuando se trata de buscar pulgas en casa ajena? Al respecto, queremos retomar las palabras de Sergio Rodríguez quien, dirigiéndose a una izquierda de salón que no traspasa los umbrales de la democracia burguesa, dice: » Hay que saber lo que significa un día, todos los días, una semana, todas las semanas, un mes, todos los meses, un año, todos los años, es decir transitar toda la vida bajo acoso, con agresiones, intervenciones militares, sanciones económicas, bloqueos, intentos de asesinato de los dirigentes e innumerables expedientes terroristas que se alojan en las agendas de la política imperial.

Con todo respeto, quiero decir que hay que vivirlo para saber de que se trata”. Sin menoscabar a nadie, añade, “los que hemos tenido la suerte de  vivir el tiempo de los fusiles y actuar con ellos, en el tiempo de la política para hacerla honestamente y también el tiempo de los lápices y las computadoras para usarlos en la misma lucha, sabemos la diferencia entre unas y otras.

Y en estos momentos –disculpen que lo repita tanto- siempre recuerdo al Comandante Tomás Borge cuando me decía: “Si estás confundido, fíjate siempre dónde está Fidel. Ahí hay que estar”. Y Fidel nos enseñaba que había que saber en qué trinchera está el imperialismo para ponerse en la trinchera del frente”. Para mí, en el largo camino de la revolución esa es orientación y guía. Para los pueblos del mundo que levantan la bandera del Bicentenario también.


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