Andrés Expósito •  Opinión •  20/12/2016

Los abusos sexuales. Lo cotidiano deja de doler

El ruido constante a nuestro alrededor no deja atender el verdadero significado de lo depravado. 

Un nuevo caso trae nuevas denuncias por abusos sexuales, esta vez en el deporte.  La constante es, al tiempo, lo que ha abaratado el dolor.  Nos acostumbramos a tal espectáculo, y el propio espectáculo es quien merma el efecto que tendrá en próximas sesiones, en nuevos espectáculos.  Todo abuso sexual es depravado, y esa depravación parece no serlo tanto cuando, como se ha dicho, un día y otro, asaltan ante nosotros a través de diferentes medios informativos, denuncias en uno u otro ámbito sobre abusos sexuales.  Esa saturación no nos deja advertir el verdadero significado de todo eso.  Nos acostumbramos.

El depravado, en este caso el abusador, produce no solo lesiones físicas, o no solo abusa del cuerpo, lo hace también de la mente, rasga y araña la vida de sus víctimas, sobre todo porque esa grieta creada quedará imperecedera y nada la cerrará.  Se aprende a vivir con los hechos, pero nunca se cura lo quebrado.  Y ahí, parece, ha dejado de llegar nuestro entendimiento, la posibilidad supuesta de posicionarnos. 

Cada vez más, el imperio de ruidos y distracciones, no nos deja advertir lo verdadero, lo importante, acercarnos al centro, a las entrañas de los hechos, a lo que suponen los sucesos que nos rodean, a la actitud del ser humano, a la manera en que reside la especie humana.  No hacemos conjeturas ni reflexiones, no hay un posicionamiento psíquico para albergar algún ápice de entendimiento.  Dejamos simplemente que todas esas noticias, todas esas informaciones se desplacen, crucen ante nosotros en una interminable línea infinita donde aparecerán otros y otros.

                                                                       Andrés Expósito, escritor

                                                                       www.andresexposito.es


Opinión /