Guido Ohlenschlaeger Gómez •  Opinión •  18/11/2019

¿Qué está pasando en Bolivia? Un golpe de Estado y una mina de litio

¿Qué está pasando en Bolivia? Un golpe de Estado y una mina de litio
«Los objetivos reales de la guerra fría están vigentes: garantizar la libertad de acceso a materias primas y mantener el control dentro de las sociedades occidentales.» Josep Fontana

I El gato de schrödinger o la paradoja de los golpes de Estado.  

Los golpes de Estado en América Latina son como el gato de Schrödinger, que son y no son al mismo tiempo dependiendo de si el país en cuestión es o no aliado de los EE. UU, o dicho de otro modo: dependiendo de si EE.UU tiene o no intereses en ese país.

Y esta paradoja en política tiene un efecto devastador: produce desconfianza, desafección y cinismo. Cuando la verdad deja de importar, la gente acaba votando a indeseables. Sin embargo, a la paradoja de los golpes de Estado, el historiador Josep Fontana aplicó un solo principio que explica todos los casos tanto en el presente como en el pasado: «Los objetivos reales de la guerra fría están vigentes: garantizar la libertad de acceso a materias primas y mantener el control dentro de las sociedades occidentales.» O dicho de otro modo: «Es el mercado amigos»

II. Cronología de un Golpe de estado en Bolivia.

Y esto es perfectamente aplicable para el golpe de Estado en Bolivia. Porque se trata de un golpe de Estado con todas las letras. Cuando el ejército y policía intervienen en un proceso electoral es un golpe de Estado; cuando la policía se revela contra el presidente es un golpe de Estado, cuando una persona como Jeanine Áñez se autoproclama presidenta de un país sin un solo voto es un golpe de Estado.

Pero ¿qué ocurrió? El 20 de octubre, día de las elecciones en Bolivia, con el 84% escrutado Evo Morales lidera el recuento con un 45,28% de los votos frente al 38,16% de Mesa. Falta por recontar el voto rural, y ante la lentitud del recuento comienza la presión de grandes entidades y autoridades que agitan el fantasma del fraude. Al día siguiente, 21 de octubre, con el 95,4% escrutado, el Tribunal Supremo Electoral otorga el 46,4% del voto a Morales, frente al 37,07% de Mesa. Se necesitan 10 puntos de diferencia para no ir a segunda vuelta. Mesa denuncia fraude, radicaliza su discurso y empieza a presionar desde la calle. En varias regiones estallan manifestaciones violentas y revueltas.  El 22 de octubre se convoca huelga indefinida y ya se habla abiertamente de fraude. El día 25 se dan a conocer los resultados que otorgan a Evo Morales una mayoría en primera vuelta con un 47,08% de los votos, frente al 36,51%.

A partir de ahí Argentina, EE.UU, la Unión Europea y la OEA entre otros, denuncian fraude. Con la situación insostenible en la calle y con la policía uniéndose a los manifestantes, revelándose y pidiendo nombrar nuevos comandantes, el 10 de noviembre Evo Morales decide convocar nuevas elecciones para disipar las dudas. Sin embargo, la oposición no lo acepta y ejército y policía se unen contra el presidente legítimamente elegido y Evo Morales acaba huyendo del país rumbo a México. A los pocos días Jeanine Áñez, una mujer a la que no votó nadie se autorpoclama presidenta de Bolivia con el beneplácito de Donal Trump y de parte de la comunidad internacional. Pero, ¿Por qué?

III. Ni libertad, ni fraternidad ni igualdad, petróleo.

Vamos a viajar, atrás, muy atrás. Durante los siglos XVII y XIX se fraguó en Inglaterra y Francia un sueño de libertad que tendría su correlato en, por un lado, la construcción liberal de Estado Moderno desde las islas británicas, y por otro, en la inscripción en la Constitución francesa de los principios esenciales de la nueva vida política que estaba por venir. Esos principios inalienables y universales: igualdad entre los hombres y mujeres, fraternidad entre los pueblos y libertad de los individuos, que fueron redactados a cuchillo tras la revolución francesa, dieron lugar tras la Segunda Guerra Mundial a la Declaración Universal de los Derechos Humanos firmada en San Francisco el 26 de junio de 1945.

Pero la emoción duró poco. Tras la Segunda Guerra Mundial, con Europa devastada, EE.UU tomaba el mando financiando la reconstrucción de parte de Europa y la suya propia con los intereses de ese préstamo -deuda para Europa- atando en corto a sus aliados. Tocaba enfrentarse a Rusia, el gran enemigo, y aprovechar la coyuntura para crecer de forma indefinida en base a un sistema imperial que sobre la explotación de los recursos garantizaría el crecimiento y el bienestar de los EE.UU. Así llegan las guerras en Vietnam, en Iraq, Afganistán y las pseudocolonias en casi toda América Latina y parte del mundo. La clave era la lucha por el petróleo que era el combustible que hacía funcionar el mundo. Era fácil: quién tenía el petróleo tenía el poder. Y en eso más o menos se resume todo. Nada quedó de los principios de la revolución francesa, ni tampoco de los principios liberales originarios, ni mucho menos de la declaración de derechos humanos que los EE.UU se ha pasado por el forro durante todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI. Bueno, miento, algo si quedó: una narrativa mitológica que nacía siempre en la boca de los grandes presidentes y hombres de estado, normalmente después de cometer algún crimen atroz, como una forma de redención y de construcción de un relato mítico y seductor. Porque, claro, no es lo mismo conquistar un país por su petróleo, que hacerlo por la libertad,  la fraternidad y la igualdad.

IV: El fin del petróleo, los chinos y el litio.

En estas el petróleo se acaba, y, además, el desarrollo tecnológico sitúa al litio como el nuevo oro. Con el litio se fabrican los procesadores de los ordenadores, móviles, pasando por cámaras, televisores de alta definición o baterías. Si a esto le sumamos la electromovilidad impulsada por las campañas ambientales y por las regulaciones para disminuir la utilización de combustibles fósiles, tenemos como resultado que la nueva carrera económica y política (y desgraciadamente también belicista) es y será por la disputa del litio. Y ahora mismo china ostenta el 95% de la producción de este mineral cuyas principales minas se encuentran en Australia, Chile y Argentina. En la 11ª Conferencia de Mercados y Suministros de Litio realizada en Santiago se estimaba que en pocos años la demanda de litio se triplicará desde las 300.000 toneladas de litio actuales a casi el millón en pocos años. La guerra económica y por lo tanto política del presente y el futuro será por este material escaso (apenas 14 millones de toneladas repartidas por el mundo)

V: Bolivia, patria querida, Bolivia de mis amores.

Y después de este periplo histórico-económico-químico, volvemos a la Bolivia donde acaba de producirse un golpe de Estado que los medios de masas se empeñan en negar. Allí, en Bolivia, donde han muerto más de 30 personas, hay más de 300 desaparecidos y más de 800 heridos, se encuentra la mayor reserva de litio del mundo. El país andino dispone, según cálculos de la empresa estadounidense SRK, 21 millones de toneladas en el salar de Uyuny, lo que supone la mayor reserva de este metal en el mundo ¡Oh sorpresa! Además, en agosto Evo Morales cerraba un acuerdo con una empresa China Xinjiang Tbea Group-Baocheng para la construcción de ocho plantas de litio en los salares bolivianos de Coipasa y Pastos Grandes por valor de 2.390 millones de dólares. En las mismas fechas EE.UU revelaba un plan para garantizar el abastecimiento de este mineral estratégico. ¿Estaba incluido en el plan dar un golpe de estado en Bolivia para garantizar que el litio se le vendía a ellos y no a China? ¿Estaba en el plan apoyar que Piñera, presidente de Chile, mantuviese el poder a cualquier precio, incluso masacrando a su pueblo, para poder seguir haciendo negocios con EE.UU?

VI: Un teorema y una fórmula para entender lo que está pasando y lo que pasará

En Bolivia se ha producido un golpe de Estado, y aunque la política internacional a veces parece difícil de entender, no lo es tanto si atendemos a un teorema y a una fórmula que debería permitirnos descifrar la paradoja de los golpes de Estado.

El teorema lo mencionamos antes y lo escribió Josep Fontana hace una década: «Los objetivos reales de la guerra fría están vigentes: garantizar la libertad de acceso a materias primas y mantener el control dentro de las sociedades occidentales.»   

La fórmula que yo planteo ahora es sencilla de entender: Allí donde haya un demócrata hablando de igualdad, fraternidad, y sobre todo, de libertad, allí habrá litio. Sino al tiempo.

Fuente: https://spanishrevolution.org/opinion-que-esta-pasando-en-bolivia-un-golpe-de-estado-y-una-mina-de-litio/


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