André Abeledo Fernández •  Opinión •  09/06/2020

La renta básica es tan insuficiente como fundamental en la crisis económica pospandemia del COVID-19.

Hace como quien dice dos días, la aprobación de una renta básica era una medida de rojos, vagos y utópicos. Y hoy es una medida que hasta un organismo tan neoliberal como el FMI ve fundamental para que el propio capitalismo sobreviva  
 
Una pandemia, la del COVID-19, un simple y bulgar coronavirus, ha sido capaz de poner contra las cuerdas a la sanidad de las principales potencias mundiales y al sistema capitalista.
 
La economía capitalista se vio obligada a frenar en seco y entrar en una crisis, que difícilmente no va a derivar en una gran depresión. 
 
Pero el capitalismo no puede permitirse una depresión a escala mundial, que casi con toda probabilidad traería también consigo un estallido social a escala mundial, una explosión casi imposible de controlar y de consecuencias impredecibles para los cimientos del podrido edificio capitalista. 
 
Por eso ahora buena parte de los defensores del libre mercado que se controla a sí mismo, los abanderados del neoliberalismo y del capitalismo más salvaje, estan dispuestos a poner parches en la línea de flotación de las sociedades del llamado primer mundo, que son las sociedades de consumo, para evitar que el bote salvavidas se hunda con todos dentro, las oligarquías incluidas.
 
No lo hacen por solidaridad, tampoco porque sientan empatía por el sufrimiento de la clase trabajadora, lo hacen por miedo a perderlo todo en el caos pospandemia.
 
Pero como no se han vuelto socialistas derrepente, ni pretenden algo más allá que salvar su propio culo, a estas oligarquías les es suficiente con que la clase trabajadora sobreviva, mal viva y que siga dividida y desorganizada. 
 
Pero eso no debe ser suficiente para la clase trabajadora, ni para las organizaciones que dicen representar sus intereses. 
 
No queremos sobrevivir, queremos vivir con dignidad, no queremos limosnas, queremos derechos y un reparto equitativo de la riqueza, no queremos ayudas sociales, exigimos justicia social. Trabajos dignos, con derechos y salarios suficientes. 
 
Y para eso debemos de ser conscientes de nuestra propia fuerza, organizarnos y ser capaces de empujar a las oligarquías a darnos lo que por derecho nos pertenece y no las migajas que ellos deseen.

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