Federico Rubio Herrero •  Opinión •  08/10/2019

Entierro de Franco (Cronica periodística del 23 de noviembre de 1975, y breves comentarios al respecto)

Entierro de Franco (Cronica periodística del 23 de noviembre de 1975, y breves comentarios al respecto)
Hoy ha sido enterrado Franco en la basílica del Valle de los Caidos, en las proximidades de Madrid. Mil trescientos autocares se han empleado para trasladar a los asistentes, entre los que se encontraban gran número de excombatientes con su camisa azul. Los asistentes estaban llegando desde primeras horas de la mañana. Los preparativos para el entierro comenzaron hace ya quince días, cuando la gravedad del estado de Franco hacia prever el desenlace. Entonces se habilitó la fosa en el Valle de los Caidos, situada enfrente de la de José Antonio, en el sitio elegido por Franco en 1959 al inaugurarse el monumental mausoleo construido con la sangre de cientos y cientos de presos republicanos. La tumba que alberga el cadáver embalsamado de Franco, tiene unas dimensiones de 2,26 X 1,70 X 1,05 metros y está forrada de hormigón armado y plomo. En sus cuatro laterales ostenta el escudo de España, el guión militar del dictador, las insignias de Capitán General y las de jefe nacional del Movimiento. El cortejo fúnebre llegó a las escalinatas de la basílica del Valle de los Caidos a la una de la tarde, siendo recibidos por el abad Luis María de Lojendio. A ambos lados del abad, dos sacerdotes acompañados de diversos acólitos y portando la cruz procesional y candelabros encendidos. El féretro iba a hombros del Marqués de Villaverde, el duque de Cadiz, nietos mayores del dictador y sus tres ayudantes pertenecientes a los tres ejércitos. En la puerta ce la basílica el féretro pasa a ser portado por soldados del Regimiento de la Guardia. Una vez junto a la tumba, el Ministro de Justicia demanda solemne juramento a los señores Fuertes de Villaviciencio y Sanchez-Galiano, jefes de las Casas Civil y Militar, respectivamente, y al general Gavilan, de que el cadáver pertenece ciertamente a Franco. A continuación el abad Lojendio Rocío con «agua bendita» e incienso el sepulcro. Alzado en vilo, sujeto por gruesas sogas, se deposita el ataúd en la fosa y se deja caer la losa suavemente sobre silenciosos rodillos. Mil quinientos kilos de peso cubren al dictador.
 
El acto, presidido por el rey Juan Carlos I, ha contado con la presencia de escasísimos representantes extranjeros, entre los cuales, Hussein de Jordania, Rainiero de Monaco, Nelson Rockefeller, vicepresidente de EE.UU., Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel de Inglaterra; Imelda Marcos, esposa del presidente de Filipinas, y el dictador chileno, Augusto Pinochet, alumno aventajado del finado, quien aprovechó su estancia en Madrid para, en digno homenaje al «caudillo», planificar con uno de los fascistas más peligrosos del momento, el italiano Stefano Delle Chiae (Alfa), el asesinato de Carlos Altamirano, secretario general del Partido Socialista Chileno, un hombre muy cercano al asesinado presidente Salvador Allende, que se vio obligado a exiliarse tras el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973.
 
Delle Chiae y Pinochet se conocían. El italiano había fundado en 1960 en Italia la Avanguardia Nazionale, una organización fascista especializada en el terrorismo urbano y pertenecía a la Logia P2, una siniestra organización fascista liderada por Lucio Gelli y que era muy activa en Latinoamerica, donde contaba con miembros tan destacados como el Ministro de Bienestar argentino, Lopez Rega, durante la última presidencia de Peron. Stefano Delle Chiae, en Italia participó entre otras acciones en el atentado contra el ferrocarril Florencia-Bolonia, que causó al menos 12 muertos en 1974. Consiguió con la ayuda de miembros del servicio secreto evadir la justicia y se refugió en España, concretamente en Madrid, efectuando su «trabajo» junto al criminal francés Albert Spaggiari en la organización de la Internacional fascista Aginter Press, que al ser desmantelada su sede central de Lisboa por la «revolución de los claveles» en abril de 1974 se ubica en la actualidad en la calle Pelayo de la capital.
 
El interlocutor del italiano ha sido en esta ocasión el general Manuel Contreras (Mamo), creador de la DINA, un mes después del atentado en Roma contra Bernardo Leighton y su esposa, Ana Fresno, por el terrorista cubano Orlando Bosch Avila, brazo derecho del también terrorista cubano Luis Posada Carriles.
 
Manuel Contreras es uno de los creadores de la Operacion Condor, nombre asignado a un plan de inteligencia y coordinación entre los servicios de seguridad de los regímenes militares del cono sur (Chile, Brasil, Paraguay,  Uruguay y Bolivia), la contrarrevolución cubana y los servicios secretos de Francia, constituyendo una organización clandestina internacional para la práctica del terrorismo de estado con la cooperación de Estados Unidos con el fin de eliminar a las voces opositoras de izquierdas en el continente.
 
Fuente: Federico Rubio Herrero (Cronologia mundial durante el tardofranquismo y la transicion 19731979) pags. 147 y 148.

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