Memoria y resistencia: la historia de la guerrilla en México •  Memoria Histórica •  23/11/2020

Los vuelos de la muerte en México

El avión despegaba en medio de la noche en una pista iluminada unicamente con antorchas rumbo a «la costa de Oaxaca». Mar adentro, los cuerpos eran arrojados. De acuerdo con testimonios militares y a las indagatorias de la Fiscalía Especializada en Movimientos Sociales y Políticos del Pasado y de la Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero, se realizarían entre 15 y 30 vuelos de la muerte entre 1974 y 1975. En cada viaje eran arrojados al mar un promedio de 12 a 15 cuerpos.

Los vuelos de la muerte en México
Una de las metodologías de la represión más infames de las que se tenga registro en México es la de los vuelos de la muerte. Las operaciones contrainsurgentes del ejército mexicano contra el Partido de los Pobres en el estado de Guerrero se caracterizaron por la aplicación de diversos métodos de terrorismo de Estado: asalto a comunidades, detenciones ilegales, golpizas, torturas, empleo de escuadrones de la muerte como el Grupo Sangre y desapariciones forzadas. Al mando de estas operaciones estarían el
Teniente Coronel Francisco Quirós Hermosillo y el Mayor Mario Arturo Acosta Chaparro.
Los detenidos por pertenecer o simpatizar con el PDLP eran trasladados a diversas cárceles clandestinas o cuarteles militares para ser objeto de torturas físicas y psicológicas. Cuando los militares extraían toda la información posible de los detenidos, estos eran trasladados a la Base Aérea Militar de Pie de la Cuesta. Personal militar bajo el mando de Quirós Hermosillo llevaba a los detenidos a una cabaña, en donde se les pedía que se sentaran en una silla metálica. Los soldados les decían a los detenidos que serían puestos en libertad luego de tomar algunos datos y sacarles una fotografía «para el recuerdo».
Acosta Chaparro, en algunas ocasiones armado con una pistola calibre .380 y en otras con una Uzi 9 mm a las que llamaba «la espada justiciera», ejecutaba a los detenidos con un disparo en la nuca. Acto seguido, los cuerpos eran metidos en costales de ixtle o bolsas de lona a los cuales también se les metían piedras y eran subidos a un avión tipo Arava, matricula 2005 perteneciente al escuadrón 301.
El avión despegaba en medio de la noche en una pista iluminada unicamente con antorchas rumbo a «la costa de Oaxaca». Mar adentro, los cuerpos eran arrojados. De acuerdo con testimonios militares y a las indagatorias de la Fiscalía Especializada en Movimientos Sociales y Políticos del Pasado y de la Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero, se realizarían entre 15 y 30 vuelos de la muerte entre 1974 y 1975. En cada viaje eran arrojados al mar un promedio de 12 a 15 cuerpos.
En base a los testimonios, se calcula que un aproximado de 1500 personas fueron ejecutadas y arrojadas al mar. Se desconoce quienes fueron víctimas de estas ejecuciones sumarias. Pese a que los militares que declararon contra Quirós Hermosillo y Acosta Chaparro señalan que los nombres de las personas sometidas a este proceso fueron registradas en un «libro de pastas negras» y que en algunas ocasiones el procedimiento fue filmado, se desconoce el paradero de estos materiales.
La impunidad que en general rodeó a todos los involucrados en los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la guerra sucia en México permitió que Acosta Chaparro y Quirós Hermosillo fueran exonerados de sus crímenes pese a la evidencia.
Por el periodo en el que ocurrieron estos actos, los vuelos de la muerte mexicanos se anticipan a los ocurridos durante las dictaduras militares de Argentina y Chile, donde de igual forma, fuerzas militares usaron aviones y helicópteros para desaparecer los cuerpos de los opositores.

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