César Pérez Navarro •  Internacional •  09/11/2020

Lucho Arce, Pablo Iglesias y Alberto Fernández impulsan en Bolivia un documento «en defensa de la democracia» y contra el golpismo

El documento lo firmaron además Rodríguez Zapatero, Dilma Rousseff, Evo Morales Ayma, RafaelCorrea, Catarina Martins, Andrés Arauz, Alexis Tsipras, Gustavo Petro, Jean-Luc Mélenchon, Daniel Jadue y Verónica Mendoza.

Lucho Arce, Pablo Iglesias y Alberto Fernández impulsan en Bolivia un documento «en defensa de la democracia» y contra el golpismo

La iniciativa, suscrita por presidentes y expresidentes del Grupo de Puebla y algunos europeos este fin de semana durante la toma de posesión como presidente del candidato del Movimiento al Socialismo, Luis Arce, se atribuye a él mismo, a Pablo Iglesias y al presidente argentino, Alberto Fernández.

La declaración, que puedes leer íntegra aquí, parte del delicado contexto actual, una crisis «vinculada a la pandemia» que ha puesto de manifiesto las debilidades sistémicas y cómo la extrema derecha encuentra lugares donde expandirse gracias a “poderes comunicacionales a su servicio” que logran “influencia” y optan por “manipular y tutelar las democracias en defensa de sus intereses políticos y económicos”. Ante esa tendencia, los firmantes consideran que Bolivia se ha convertido en “referencia internacional de la respuesta ciudadana al golpismo”, que les permite reafirmar su “compromiso histórico de trabajar conjuntamente por la defensa de la democracia, la paz, los derechos humanos y la justicia social” frente a esa amenaza.

«Los firmantes de esta declaración, gobernantes, expresidentes y líderes progresistas en nuestros respectivos países de Iberoamérica y Europa, afirmamos nuestro compromiso histórico de trabajar conjuntamente por la defensa de la democracia, la paz, los derechos humanos y la justicia social frente a la amenaza que representa el golpismo de la ultraderecha«, concluyen.

Luis Arce ganó con amplia diferencia las elecciones generales del pasado 18 de octubre en Bolivia, alcanzando el 55,1% de los votos al frente del MAS, el partido del antes liderado por el expresidente Evo Morales. La investidura de Arce supone el retorno al poder de ese partido justo casi un año después de un golpe de Estado amparado por la OEA que interrumpió violentamente un proceso de casi catorce años consecutivos de Morales como presidente.

En 2005, Evo Morales ganó la presidencia por una distancia sensiblemente menor a la obtenida por Arce, el 54% de los votos, frente al candidato opositor Carlos Mesa. En 2008, Morales fue ratificado al ganar un referendo revocatorio con más del 60% de los votos. Y en 2009 consolidó su liderazgo al triunfar en las elecciones con 64% de los votos. A finales de 2019 volvió a ganar con amplia diferencia, pero un cuestionado informe amparado por Luis Almagro generado desde la Organización de Estados Americanos (OEA) lanzó acusaciones de fraude en base a resultados que se han repetido en los comicios que han dado la victoria a Arce, si no con mayor diferencia. Sectores de la policía y el ejército culminaron un golpe de Estado justificando el mismo en base al informe de la OEA.

Morales apuntó esos días a la «nacionalización de los recursos» de Bolivia como causa fundamental del golpe de Estado. Al poco de llegar a la presidencia, Morales decretó la nacionalización de empresas y los recursos hidrocarburíferos del país, como el gas natural. Como resultado de esa gestión socialista y las políticas soberanistas, el producto interno bruto (PIB) creció 327 por ciento en los últimos 13 años y llegó a 44.885 millones de dólares en 2018, siendo Bolivia la economía con mayor crecimiento económico de la región. Ese crecimiento, a diferencia de otros países como Chile, si repercutió en una redistribución de la riqueza: entre 2006 y 2017, el ingreso anual per cápita pasó de 1.120 a 3.130 dólares. A la par, el MAS redujo la deuda externa del 52% del PIB en 2005 al 24% en 2018 y la pobreza extrema se redujo del 38 al 17% en ese mismo intervalo de tiempo, entre otros logros.

Por contra, el gobierno de facto de Jeanine Áñez aumentó al pueblo boliviano la deunda externa hasta cerca del 40%, con una caída del Producto Interno Bruto (PIB) del 11,1%, un déficit fiscal de 12.1% y un déficit de 8.7% del Tesoro Federal, según reveló el nuevo presidente de Bolivia en su discurso de toma de posesión. “En el ámbito de la deuda externa se comprometieron créditos externos por más de 1.500 millones de dólares, para cerrar el año programaron un endeudamiento de 4.400 millones de bolivianos adicionalmente en el mercado interno”, señaló, para concluir con estas palabras: “Tenemos ante nosotros el gran desafío de volver a reconstruir nuestra economía, de generar certidumbre, de generar crecimiento con redistribución del ingreso, de reducir las desigualdades económicas y sociales, pero estamos seguros que trabajando junto al pueblo lograremos una vez más superar las adversidades”.

Foto: Página 12.

Ayer, Morales inició la que se ha denominado «caravana de regreso a la Patria«, en la que más de cien vehículos con otros exiliados a los que se van sumando decenas atraviesan regiones de Argentina. Tras encontrarse con la liberada Milagro Sala, Morales explicó como «hace exactamente un año, Bolivia sufría uno de los peores momentos de su historia, cuando en complicidad con la OEA, varios grupos de poder ejectuaron un golpe de Estado, desconociendo la voluntad popular». A renglón seguido, el expresidente volvió a denunciar la represión que sufrieron los movimientos sociales por decisión de la Policía que dirigía Jeanine Áñez y agradeció a los presidentes de México y Argentina «por hacer lo imposible para sacarme con vida desde Bolivia»: «Sin su ayuda, la historia sería diferente». Por último, destacó el apoyo de Cristina Kirchner y de las organizaciones sindicales y de derechos humanos argentinas. «El apoyo de los hermanos argentinos a las denuncias del pueblo boliviano contra el golpe y la violación a los derechos humanos fue fundamental para revelar el estado de no derecho que se montó en Bolivia».


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