Umoya •  Internacional •  08/05/2017

El fenómeno Kamuina Nsapu y las masacres en Kasai, RDC, el mundo sigue mirando hacia otro lado

Aunque en los medios occidentales, incluso los congoleños que se abastecen de las agencias internacionales, hablan de “milicia”, la mayoría de los medios y analistas congoleños se refieren a este asunto como el “fenómeno” Kamuina Nsapu.

El fenómeno Kamuina Nsapu y las masacres en Kasai, RDC, el mundo sigue mirando hacia otro lado

El fenómeno Kamuina Nsapu tomó una amplia relevancia en 2016, tanto que muchos de los más cercanos al mismo líder tradicional no comprendían cómo eso era posible. Se hablaba tanto de ello que el régimen de Kabila hizo lo único que sabe hacer cuando teme algo, matar del modo más despiadado y brutal a todo el que caiga por medio, ya que la vida de los congoleños le importa menos que a los occidentales, y ya es decir. Muchos en la diáspora empezaron incluso a ver posibilidades de que fuera él, Kamuina Nsapu, quien lograse al fin derribar al régimen de Kabila, visión bastante mal informada e inocente, según Jean-Bosco Kongolo.

Kamuina Nsapu fue asesinado por el ejército de Kabila -no lo vamos a llamar del Congo porque desde hace décadas ya no hacen honor a ese título- el 12 de agosto de 2016. Su asesinato se comunicó por televisión asegurando que un enfrentamiento “de las fuerzas del orden con los terroristas de Kamuina Nsapu había terminado con la muerte de 11 policías, 8 terroristas, entre los que estaba el líder de los mismos, y el apresamiento de 40 terroristas”.

Contexto de los hechos

En 2011, el médico Jean-Pierre Pandi regresó a su país desde Sudáfrica donde ejercía su profesión, (aunque la wikipedia dice que cumplía condena por un caso de tráfico de diamantes, sin aportar la fuente de tal información) para ocupar el trono de los Bashila Kasanga (uno de los muchos clanes de los luba, que viven en y alrededor de la ciudad de Tshimbulu, Kasai Central). En la línea sucesoria de la disnastía reinante, Jean-Pierre debía sustituir a su fallecido tío paterno según las leyes tradicionales y la constitución. Kamuina Nsapu (Hormiga negra) es el nombre tradicional que lleva siempre el rey de los Bashila Kasanga, se hereda con el trono.

Los jefes tradicionales se han pervertido mucho en el Congo desde sus orígenes históricos, ahora son o bien bapuleados, maltratados e incluso asesinados por la administración del estado central y regional, o bien se someten a ser vasallos y colaboradores ellos mismos de los corruptos en contra de los intereses de sus pueblos.

Durante los últimos años, la administración central de Joseph Kabila ha estado imponiendo líderes tradicionales en los tres Kasai, central, occidental y oriental. Varios de estos líderes han sido asesinados por envenenamiento. Los pueblos sospechan del régimen de Kabila, ya que es éste el que se apresura a “nombrar”, es decir imponer, a personas de su confianza ajenas al pueblo, para ocupar estos tronos tradicionales, algo que es tomado como una falta de respeto y una gran ofensa que se recibe con la mayor desconfianza por la gente. Es el pueblo el que designa a sus reyes tradicionales. El estado debe reconocer a los sucesores de la dinastía de cada pueblo como mera formalidad, nunca inmiscuirse en estos asuntos tan serios para los diferentes pueblos congoleños.

La constitución congoleña establece, entre otros requisitos, que un jefe tradicional debe contar con la aprobación del estado central, y es por este asunto, según la familia de Jean Pierre Pandi, por el que estalló la indignación del médico regresado de Sudáfrica para ocupar el trono de su tío fallecido (desconocemos si también por envenenamiento). A pesar de que su pueblo y las leyes tradicionales le habían designado y coronado rey, la administración central no reconoció su autoridad. Kamuina Nsapu no logró este reconocimiento, una clara intromisión de la administración central y regional, puesto que no pueden negarle a un pueblo que ya ha designado y coronado a su rey, el reconocimiento del mismo si todo lo demás cumple la ley.

Por las razones que fueran, la administración del régimen de Kabila quería apartar al doctor Pandi del reinado de los Bashila Kasanga. Ante esto, Pandi, ya Kamuina Nsapu, decidió no doblegarse a los caprichos de una élite corrupta y rebelarse contra tal estado.

La frustración de Kamuina Nsapu por este no reconocimiento estatal se incrementó por un violento registro que efectuaron los soldados del régimen en su casa, en su ausencia, destrozando todo, agrediendo a su familia, incluso intentaron violar a su mujer, algunas fuentes afirman que fue violada.

Sin embargo y a pesar de todo, los familiares de Kamuina Nsapu siguen sin comprender cómo la insurrección por estos hechos se puede haber extendido a cinco provincias. La familia, que rechaza toda violencia, asegura que alguien se ha apropiado del nombre de su jefe para cometer crímenes. Muchos testigos de supuestos ataques afirman en la misma dirección que parece mentira cómo aumentan [en los medios de comunicación] los miembros de la supuesta milicia, “donde entran cuatro personas acaban diciendo que entraron 200 o 300”.

Según los congoleños más cercanos a este fenómeno, el rey o Kamuina Nsapu era un intelectual, un conocedor de sus derechos y los derechos de sus compatriotas, que denunció problemas de su pueblo y del Congo: la corrupción existente entre muchos líderes tradicionales, en las instituciones del estado, la dominación por parte de fuerzas extranjeras, la falta de justicia, los abusos y la miseria en la que vivia su pueblo. Por todo ello, en abril de 2016 anunció la formación de un “movimiento de resistencia”.

En sus discursos afirmó que su “grupo de resistencia” quería «matuku a miadi, tunyinganyinga, miadi ne diela dia meji bisangane kujika» poner fin a la opresión, la represión, la traición interna y la falta de justicia distributiva. Hablaba de la total falta de respeto por los derechos de los hombres y mujeres de su tierra, y “la confiscación de sus riquezas que van a parar a una minoría de compatriotas (algunos jefes tradcionales) o a extranjeros”. Criticaba a otros líderes tradicionales por haberse convertido en “vasallos de aquellos que han tomado al Congo entero como rehén, desde Kinshasa”. “Todo el dinero congoleño se va a Ruanda, Uganda, Tanzania y Burundi, mientras que los hijos e hijas de Kasai no tienen lo minimo para vivir”… Definió a su grupo de resistencia como “Movimiento Político-tradicional” e invitó a todos sus miembros a luchar por la “reconciliación, por la justicia y por la restitución de los bienes del prójimo”. Exhortó a todos los jóvenes indignados “a defender el suelo congoleño contra la presencia de mercenarios extranjeros y su gobierno de ocupación”, ahí llegaron sus problemas de verdad. Sus palabras y declaraciones corrían como la pólvora no solo por su región, sino también por las vecinas.

La breve rebelión de Kamuina Nsapu

A primeros de agosto de 2016, centenares de seguidores con Jean-Pierre Pandi o Kamuina Nsapu a la cabeza, erigieron barricadas en torno a la ciudad de Tshimbulu, (él lo llamaba grupos de autodefensa ciudadana), en Kasai Central. Se enfrentaron a policías y soldados del régimen, matando a algunos de ellos. Las fuerzas armadas del régimen organizaron una intervención el día 12 de agosto que se saldó con la muerte de 19 personas, entre ellas el rey no reconocido de los Bashila Kasanga.

Su asesinato ya fue motivo de afrenta para sus seguidores (que sólo se circunscribían a su clan, no al todo Kasai), para ellos el ejército no es una institución que vela por su seguridad, sino una banda criminal al servicio de unas autoridades corruptas, ver este video (Advertencia: imágenes violentas muy duras) para comprender cómo está actuando el ejército central en Kasai, y lamentablemente en otras partes del país y la región. Pero lo que desató aún más la ira del clan fue la profanación de la tumba del rey. Tras ser enterrado como manda la tradición, su cadáver fué robado y “enterrado en un lugar secreto” según declaró el gobernador Alex Kande Mupompa, “por orden de las autoridades centrales”. Esto fue tomado por los Bashila Kasanga prácticamente como una declaración de guerra. Ellos no pueden designar al sucesor hasta que el rey no sea enterrado según manda la ley tradicional, respetada por la constitución -sólo sobre el papel.

Entonces tuvieron lugar una serie de ataques a parroquias y conventos, pueblos y soldados y policías gubernamentales que fueron explotados por los medios internacionales destacando incuestionadamente que habían sido “perpetrados”, o “reivindicados por la milicia de Kamuina Nsapu”. Estos ataques, sobre todo a las parroquias, llevaron el asunto de nuevo a la esfera internacional, pero lo que acabó por atraer la atención del resto del mundo (tampoco demasiada) es que dos investigadores de la ONU se sumaron a la larga lista de víctimas. Precisamente estaban investigando la violencia en el Gran Kasai, donde habían encontrado y contabilizado ya hasta 23 fosas comunes. Según sus entrevistas a los testigos, eran camiones militares y hombres en uniforme militar (no las milicias) quienes cavaron y enterraron cadáveres de hombres, mujeres, niños y niñas en esas fosas. Según el gobierno, han sido las “milicias” los “terroristas” de Kamuina Nsapu. La ONU calcula que hay unas 40 fosas comunes en todo el Gran Kasai y exije investigaciones serias sobre los hechos, al menos de palabra.

Sobre los ataques a parroquias y población civil inocente, la población local y el propio pueblo Bashila Kasanga afirma que son muy sospechosos, se producían fuera de su ámbito geográfico y cultural. No tenía sentido. No eran ellos, alguien estaba usando su nombre para cometer crímenes con otros intereses que no eran los de los seguidores de Kamuina Nsapu.

¿Una agenda oculta ya familiar para los pueblos del Congo?

Para algunos investigadores este fenómeno tiene todos los ingredientes de responder a una agenda oculta que está por esclarecer. Jean-Bosco Kongolo señala en el sitio web especializado en Defensa y Seguridad de Congo DESC-Wondo, que contrariamente a otros movimientos rebeldes surgidos en otras provincias, como las del este, el fenómeno Kamuina Nsapu “no está organizado, ni estructurado”. Su aparción casi expontánea y rápida expansión bien podría deberse a la enorme frustración acumuladas por los pueblos afectados, pero hay otras versiones que subrayan lo poco creíble que resulta todo para los propios habitantes de Kasai y quienes los conocen bien. La caótica y brutal “solución” aportada por el régimen, la más que posible utilización de este nombre por parte de cualquier clase de bandidos que han sacado algún beneficio de atacar a las pacíficas poblaciones de Kasai ¿a quién ha beneficiado? Desde luego, no a los Bashila Kasanga, ni a los luba en general.

Como casi siempre, fueron los obispos católicos los que llegados a este punto elevaron la voz para exigir responsabilidades y el cese de la violencia. A menudo son ellos los que se sienten más cercanos a los sufrimientos de la población. El 30 de marzo, tras conocerse la muerte de los dos investigadores de la ONU, los obispos sacaron un contundente comunicado pronunciándose en favor de la población.

Finalmente, a mediados de abril de 2017, las autoridades centrales congoleñas devolvieron a la familia reinante y los Bashila Kasanga el cuerpo del rey, para que fuera enterrado con los honores que merecía y se pudiera designar al sucesor. Por linaje, Jacques Kabeya Ntumba ocupa el trono de Kamuina Nsapu y las autoridades congoleñas reconocieron su reinado el 16 de abril. La familia y el pueblo se consideran en paz.

Si fuera cierta la versión oficial del gobierno de responsabilizar a los seguidores de Kamuina Nsapu de todos los ataques y asesinatos, con el nombramiento del nuevo rey, la violencia habría terminado. Pero nada es tan sencillo en el Congo. Desde dentro de la región nos llegan informaciones fiables sobre que la violencia continúa, aunque ya no salga en los medios. Líderes tradicionales siguen siendo asesinados. El gran Kasai sigue estando situado muy cerca al norte del gran cinturon del cobre que atraviesa África. El cobre es una de las materias primas más codiciadas en Occidente en estos momentos y, al parecer, se han descubierto grandes yacimientos de cobre en Kasai.

Ahora que el mundo ha dejado de mirar a Kasai, nos quedan preguntas en el aire. ¿Se buscará activamente a los responsables? ¿Se investigarán todos los hechos, crímenes y exacciones cometidas por todas las partes? ¿Se investigará y perseguirá a esas personas que han cometido asesinatos y decapitaciones sean fieles a quien sean? ¿Se limpiará el nombre del rey de los Bashila Kasanga, Kamuina Nsapu, si las evidencias de las investigaciones así lo demuestran, o quedará manchado para siempre él y su pueblo?

¿Empezarán a importarnos los muertos de Congo algún día o seguiremos hablando eternamente de enfrentamientos trivales y religiosos? ¿Qué dirían los medios si la décima parte de todo esto sucediese en Venezuela?

Umoya, 6 de mayo de 2017.


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