Sergio Ferrer / Agencia SINC •  Ciencia •  09/07/2020

“No hay un precio por vivir más: si se retrasa el envejecimiento, se retrasan las enfermedades”

Manuel Serrano, bioquímico del IRB, es un pionero en el estudio del cáncer. Descubridor del gen p16, su trabajo con células madre le ha valido el reconocimiento de la revista Nature. Dedica su atención a la reprogramación de las células viejas. Su objetivo es que el sistema inmunitario las detecte y mate.

“No hay un precio por vivir más: si se retrasa el envejecimiento, se retrasan las enfermedades”

Manuel Serrano (Madrid, 1964) quiere entender el envejecimiento. O, más bien, retrasarlo. Este bioquímico del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB) investiga aquellas células viejas y dañadas que nuestro sistema inmune se encarga de eliminar, llamadas ‘senescentes’.

Esta ‘limpieza’ no siempre tiene éxito. Cuando falla aparecen enfermedades asociadas al envejecimiento —una lista que incluye desde alzhéimer a ateroesclerosis— y cáncer. En el otro lado del ring se encuentran los senolíticos, fármacos capaces de eliminar las células senescentes cuando el sistema inmune es incapaz de hacerlo. Por sus resultados en ratones, estos medicamentos han despertado el interés de muchos investigadores.

Serrano es un pionero en el estudio del envejecimiento. No solo identificó  en 1993 el gen p16, uno de los más importantes de los que nos defienden contra el cáncer, sino que ha estudiado la supresión tumoral y la senescencia celular. Su trabajo con células madre reprogramadas fue considerado por la revista Nature como el trabajo del año en 2013.

SINC habló con Serrano antes de la pandemia durante una visita a Valencia para asistir al congreso sobre longevidad y genómica Longevity World Forum. Hemos aprovechado para preguntarle por el futuro del estudio de la senescencia… y también por sus hábitos personales.

El estudio de células senescentes ha experimentado un bum en los últimos años. ¿A qué se debe?

No se habían tenido en cuenta hasta hace cinco años, cuando se vio que tras muchas enfermedades hay células senescentes que contribuyen a ellas. Se han encontrado fármacos experimentales que las matan y que tienen un efecto terapéutico en ratones. Los resultados son tan buenos que se han empezado a hacer ensayos clínicos en pacientes.

¿Los resultados en pacientes son tan buenos como en ratones?

De momento parece que los ensayos no son negativos, vamos a decirlo así. En unos años se verá la efectividad que tiene este tipo de terapias.

¿Son estos senolíticos la nueva ‘revolución’ en el campo del envejecimiento?

Exacto, pero todas estas revoluciones hay que tomárselas como lo que son: un tipo de terapia que antes no existía y ahora es una herramienta más. Todo lo que sea una herramienta para ir alargando el envejecimiento saludable es bueno, de eso trata la medicina. Hay entusiasmo por que algo funcione en enfermedades humanas, pero tenemos que rebajar las expectativas. Con que tengan efecto en alguna de estas patologías, que son todas muy graves, ya sería un gran éxito.

Algo similar ha pasado en los últimos años con la inmunoterapia.

Ha sido una revolución que todavía está en el comienzo y a la que se ha sacado un partido muy pequeño. Queda mucho por entender, mejorar y refinar, pero ya hay grandes avances. El melanoma metastásico tenía una mortalidad del 90 % y ahora el 30 % de pacientes se curan. No es que vivan un poco más, no. Curado. ‘Eso’ es una revolución. El problema es que es muy reciente y aunque un 30 % de pacientes se curen, los médicos no saben predecir todavía quién va a responder, quién no, y por qué. Tiene que haber una causa y se está intentando entenderla. Si se supiera se podría llevar a cabo una terapia mucho más dirigida.

¿Se podrían usar las inmunoterapias que existen contra el cáncer en enfermedades asociadas al envejecimiento?

Claro que sí. No sabemos cómo, pero sospechamos que sí. Al fin y al cabo el problema de fondo en estas enfermedades es el sistema inmune, que no es capaz de detectar las células aberrantes dañadas que dan lugar a cáncer si proliferan mucho. Si supiéramos cómo reactivar el sistema inmune para que las matara sería una revolución. Todavía no se ha hecho, pero le estamos dando vueltas.

Voy un paso más allá: ¿y si no envejeciéramos?

Es legítimo e ilusionante especular, pero soy un poco cínico si me lo permites. Llevamos retrasando el envejecimiento unos 150 años. Ahora se envejece más tarde que hace un siglo, no es nada que no haya ocurrido ya en la historia. Logramos frenar el envejecimiento constantemente y lo que la medicina moderna intenta es retrasarlo más y más porque queremos vivir más y más. Es una aspiración legítima.

¿Y tiene algún límite?

Supongo que habrá límites. Si nos ponemos a especular los habrá.

Me refiero a si piensa que la esperanza de vida del ser humano ha alcanzado su óptimo.

Ese es un tema que se debate mucho. Muchos científicos piensan que estamos muy cerca. Otros que, por cerca que estemos, cada vez se vive más. Teóricamente estamos llegando al límite, pero por lo visto todavía no hemos llegado.

En ese sentido, ¿son las enfermedades asociadas al envejecimiento un ‘precio a pagar’ por vivir tanto?

[Resopla].

No está de acuerdo.

No. Cuando un animal envejece tiene todo tipo de enfermedades: los perros sufren alzhéimer y patologías cardiovasculares. También los gatos, caballos y las especies que viven en zoológicos. La principal característica de estar envejecido, para todos los animales, es tener muchas enfermedades. No hay un precio a pagar: si se retrasa el envejecimiento, se retrasan las enfermedades asociadas a él.

Pero es verdad que la incidencia de enfermedades como el alzhéimer ha aumentado…

Sí, porque tarda muchos años en aparecer. Estaba oculta: cuando la esperanza de vida era de cuarenta o cincuenta años a nadie le daba tiempo de llegar al punto de desarrollar alzhéimer. Sí, gracias a que se vive más se ha puesto de manifiesto una enfermedad que antes era minoritaria y ahora es muy común. Hay quien dice que cuando la curemos aparecerá otra. Seguro. Y yo digo: ¿dónde está el problema? ¿Dónde está el problema de que llegues a los cien años y aparezca otra enfermedad? Ya la estudiaremos.

¿Qué nos recomienda para llegar más tarde y mejor a ese envejecimiento?

Hay tres cosas que se han demostrado una y otra vez que están asociadas a tener menos enfermedades y un envejecimiento más saludable: tener una dieta moderada, hacer ejercicio moderado y tener una vida social rica; es decir, estar feliz y contento.

Como investigador que está al día de los últimos descubrimientos científicos, ¿hay algo más que usted haga?

Yo lo intento cumplir [ríe], pero no tomo pastillas ni nada.

¿Cómo moriremos cuando ya no muramos de cáncer?

Las enfermedades cardiovasculares son ya una causa importante de muerte, y las neurodegenerativas lo serán conforme vivamos más. Piensa que las demencias empiezan a partir de los 70 años. Hoy no es raro tener algún tipo de demencia senil, y cuando todo el mundo alcance esa edad…

¿Qué podemos hacer para evitar las enfermedades neurodegenerativas?

La gente con una vida activa tiene una incidencia algo menor de este tipo de enfermedades. Tener amistades, familia, ir al trabajo… En definitiva, no estar en casa sentado.

¿Cuál es el gran reto al que se enfrenta ahora el campo de la senescencia?

Entender cómo las células senescentes se esconden del sistema inmune. Si entendiéramos eso podríamos reactivar el sistema inmune para que las mate.

¿Cree que estas enfermedades se pueden curar?

[Piensa un rato] No lo sé. Con ratones se curan, pero las enfermedades que estudiamos en ellos están en un grado muy leve. En humanos todas ellas tardan mucho más en manifestarse y se desarrollan mucho más. Cuando una persona tiene fibrosis pulmonar, está en un estado muy avanzado. No sé si alcanzado ese punto se puede revertir. La respuesta es que no lo sé. Desde luego, cuanto antes se trata una enfermedad más probabilidades hay de que se pueda revertir.

¿Cómo cambió el descubrimiento de p16 la forma en la que se entendía e investigaba el cáncer?

P16 nos llevó a la senescencia, y la senescencia al envejecimiento. Es un gen protector del cáncer muy importante, pero no es el único. Complementó el conocimiento, pero tampoco quiero darle más importancia de la que tiene. A veces atribuimos inteligencia y personalidad a los genes. Estos responden a un daño para proteger, pero no saben si ese daño va a producir luego alzhéimer o cáncer. Responden, protegen y ya está. Por eso están implicados en muchas enfermedades, porque si no funcionan se producen los daños que las causan.

Fuente: SINC

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