Redacción •  Actualidad •  05/08/2019

El «Open Arms» continúa esperando un puerto seguro con 121 refugiados a bordo, 32 de ellos menores

Denuncian que en Libia, tras demoler Occidente uno de los Estados más avanzados de África, el de Muamar el Gadafi en 2011, sigue funcionando el mercado de esclavos, y que la violencia de los grupos armados que controlan el país se ejerce con especial saña contra mujeres y niñas.

El «Open Arms» continúa esperando un puerto seguro con 121 refugiados a bordo, 32 de ellos menores

La ONG española Proactiva Open Arms pidió ayer un puerto seguro con urgencia, al que llevar a los 121 inmigrantes que rescatados en el Mediterráneo central y que siguen en su nave por la negativa de Italia a permitir su desembarco. «Una noche más a bordo y seguimos sin autorización para desembarcar a las 121 personas que rescatamos. Sus historias de vida son devastadoras. Nadie debería pasar eso. Es urgente y prioritario tener un puerto seguro», ha denunciado en Twitter.

Su nave, en aguas internacionales frente a la isla italiana de Lampedusa (sur), acoge a bordo decenas de inmigrantes salvados en dos operaciones distintas en el Mediterráneo cuando las pateras en las que viajaban se encontraban en apuros, la mayor parte de ellos refugiados. El primer rescate fue el jueves, cuando fueron salvados 55 inmigrantes, entre ellos dos bebés mellizos y una mujer embarazada, justo cuando su embarcación estaba «a punto de naufragar» y entraba agua, explicó el fundador de la ONG, Óscar Camps. El segundo se dio en plena noche y fueron socorridas y acogidas a bordo 69 personas, entre estas dos niños y dos mujeres embarazadas y «una de nueve meses con contracciones», y muchos con «signos inequívocos de la violencia sufrida en Libia», de donde zarparon.

Sin embargo, en la noche del sábado, la Guardia Costera italiana evacuó a dos mujeres en avanzado estado de gestación y a la hermana de una de ellas puesto que sus fetos estaban mal colocados y, de ponerse de parto en la embarcación, podría haber problemas.

Desde Valencia, la vicepresidenta del Consell y líder de Compromís, Mónica Oltra, ha apuntado que «de momento» el Gobierno central no les ha respondido a la oferta de la Generalitat y del Ayuntamiento de València para acoger a los 121 migrantes del Open Arms, y ha confiado en que en la reunión que mantendrán esta tarde con el presidente en funciones, Pedro Sánchez, se trate este tema porque «no se puede poner límite a la vida humana». Los Gobiernos de Extremadura y Cataluña también han ofrecido colaborar en la acogida de los inmigrantes.

Los países europeos y seguros más cercanos a los que trasladar a estas personas son Malta e Italia, si bien estos mantienen sus puertos cerrados a las naves de las ONG. En Italia, el ministro del Interior, Matteo Salvini, ya comunicó la prohibición de que la embarcación entre en aguas territoriales del país. «Querer es poder. En Italia no se entra sin permiso», tuiteó. El ministro neo-fascista, que mantiene una política de puertos cerrados a las ONG, a las que acusa de favorecer la inmigración irregular, es el impulsor de un decreto que prevé multas de entre 10.000 y 50.000 euros a las que violen esa disposición. Por otro lado, las autoridades españolas prohíben a Open Arms retomar la búsqueda activa de barcazas en peligro, limitando su actividad, y el 4 de julio la Marina Mercante advirtió que afrontaría multas de hasta 900.000 euros si contravenía su petición.

Junto a Open Arms en el Mediterráneo central también estaba el barco «Alan Kurdi» de la ONG alemana Sea Eye, con 40 inmigrantes a bordo que anoche finalmente pudieron llegar a Malta. El primer ministro de este pequeño Estado insular europeo, Joseph Muscat, anunció que se permitiría la llegada de estos inmigrantes a su puerto tras acordar su reubicación en otros países de Europa con el Gobierno de Alemania y la Comisión Europea pero que ninguno de ellos se quedaría en el país.

TVE recogió ayer algunos testimonios;

Slam tiene 12 años, es de Darfur, en Sudán; pero su madre no dudó en echarse al mar para huir del infierno que le esperaba si se quedaba en Libia.

«En Libia no hay seguridad. Tuvimos que dormir en la calle. A mis hermanas y a mí nos violaron los libios, por estar solas. Mi sueño es que mi hija pueda ir a la escuela y llegue a la universidad y tenga un buen futuro, si Dios quiere», nos confiesa su madre.

«En Mali hay guerra, así que huí a Argelia. De allí me fui a Libia y he pasado un mes en prisión y he decidido venir a Europa huyendo de tanta guerra. Los rebeldes atacaron la cárcel, mataron a mucha gente y me quedé solo», nos cuenta Jibril, maliense de 16 años.

En esta cubierta hay 27 menores que viajan solos. Algunos huyen de lugares en conflicto. Otros son perseguidos en su propio país.

«Huí de Eritrea por la religión. En mi país están persiguiendo a los protestantes, nos matan o nos meten en prisión. Cuando tenía dos años mi padre me llevó, pero después murió y me quedé solo», nos explica Elshaday, de 17 años.

* Con información de Agencias y RTVE.


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