ATEA •  Opinión •  30/12/2018

Solicitamos a la ciudadanía que se abstenga de usar material pirotécnico en Nochevieja

Solicitamos a la ciudadanía que se abstenga de usar  material pirotécnico en Nochevieja

ATEA desea hacer un llamamiento a la ciudadanía para que se abstenga de usar material pirotécnico durante esta Nochevieja, demostrando así que de hecho pueden celebrarse acontecimientos sociales sin recurrir a comportamientos objetivamente desagradables y hasta muy peligrosos.

Los motivos por los que podemos sumarnos a una “Navidad sin pirotecnia” son múltiples, y van desde el respeto debido a bebés, adultos, ancianos y enfermos (en el apartado humano) hasta la consideración hacia los animales (tanto silvestres como domésticos), pasando por el que también merece el mobiliario urbano (patrimonio común). Sin olvidar, por supuesto, las propiedades privadas. Que cada cual elija su apartado para obviar el uso de material pirotécnico.

Desde ATEA estamos en condiciones de asegurar que abstenerse de lanzar tracas, petardos, bombetas, bengalas y artilugios similares no ocasiona problema médico alguno, ni físico ni mental. De igual forma podemos asegurar que hacer uso del mismo sí causa serias molestias a un amplio sector ciudadano, así como a un sin número de animales, que padecen en tales ocasiones un auténtico infierno. Y sería bien interesante recoger las opiniones de quienes esa noche ven arder sus vehículos, o los contenedores (propiedad de todos), o incluso edificios enteros (como sucedió en la localidad guipuzcoana de Pasajes hace bien pocas Nocheviejas).

¿Por qué han de destinarse recursos públicos (servicio de bomberos y red sanitaria, sin ir más lejos) para paliar los efectos de una horda de inconscientes ―por no calificarlos directamente por su verdadero nombre: gamberros (venerables padres y madres de familia incluidos)– que decide esa noche ponerse a lanzar como posesos toda suerte de material explosivo desde balcones y ventanas? ¿Es que acaso hemos perdido la razón? Protestamos airados por los recortes aquí y allá, mientras aceptamos con una preocupante pasividad tontuna según qué comportamientos, cuando no nos apuntamos directamente a esa locura colectiva. En calidad de “seres racionales”, al menos deberíamos reflexionar sobre ello.

Seamos modernos e imaginativos (¿innovadores?). Demos la bienvenida al Año Nuevo con confeti, abrazos, espumoso y buenos deseos. ¡Pero sin absurdos y peligrosos artefactos explosivos! ¿Acaso podremos después llevarnos las manos a la cabeza con una mínima legitimidad moral, o incluso participar en concentraciones solidarias? Tal vez no.

Por los animales. Por las personas. Por una Navidad de verdad solidaria y respetuosa. Por el civismo bien entendido.


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