Carlos Armada •  Opinión •  29/11/2019

La miserable descoordinación institucional

La miserable descoordinación institucional
Mi artículo de hoy no va a ser de mi opinión, va ser sobre lo que pasa en las calles, y sobre los grandes compañeros que tengo, COMO EMILIO DELGADO, pido por favor que está historia real se lea con mucha atención
 
Habíamos ido a dar una rueda de prensa por los primeros cien días del Gobierno de Madrid en el centro de primera acogida de Hortaleza, y en el centro adyacente, el Isabel Clara Eugenia, donde se encuentran los niños y niñas más pequeños.
 
Al terminar la rueda, nos íbamos ya, veo un chaval en la puerta del centro inhalando pegamento. El pegamento es una droga barata que sirve para evadirse y olvidarse del hambre y el frío. Es la droga elegida por los chavales que viven en la calle. Y te destroza.
 
Me acerco a hablar con el crío. Se llama Youseff y no tendría más de 12 o 13 años, dormía en la calle, estaba colocado y muerto de frío.
 
Le digo que no haga eso, que le va a hacer daño y como estábamos a las puertas del centro lo llevo dentro. Me dicen que no, que tiene que llevarle la policía y que ellos no pueden llamar. 
 
Así que, junto a Miguel Montejo, Concejal de Más Madrid en el Ayuntamiento, me voy con Youseff hasta la comisaría más cercana, se sube en mi coche y me estremezco pensando la facilidad con la que se sube en el coche de un extraño. Pienso en mi hijo.
 
En comisaría nos atienden bien, intercambiamos un rato de impresiones con el inspector jefe sobre estos chavales, la falta de coordinación institucional, la ausencia de recursos…y nos despedimos.
 
Al bajar nos despedimos de Youssef que en la sala de espera se sujeta la cabeza con las manos y nos da las gracias por habernos interesado. Insisto, no más de 12 o 13 años, solo en la calle, estos días de invierno, durmiendo en cualquier lado, desde ayer a la tarde no había comido.
 
Y entonces me voy de la comisaría y le dejo allí. Y no puedo evitar marcharme cagándome en todo. Y harto de la puta descoordinación institucional. Y de la puta falta de recursos. Y de la negligencia institucional. Y de los carroñeros de extrema derecha que señalan a chavales como Youssef como si fueran de la mara Salvatrucha. Y me duelen en los cojones del alma los cuñaos, y la indiferencia, y la falta de empatía. Y me voy encabronado por vivir en una sociedad que se indigna porque hay unos pocos niños que “molestan”, y a la que le importa entre poco y nada quienes son esos niños y niñas, cuál es su historia o por qué andan inhalando pegamento por las calles de una de las Ciudades más ricas de Europa sin que a nadie le importe más que cuando tropiezan con ellos, como cuando se pisa una mierda de perro.
 
No se dónde va a dormir hoy ese chaval, ni mañana, ni qué va a ser de él. Pero si se que mientras dure esta legislatura vamos a hacer todo lo que podamos porque se atienda y proteja adecuadamente a todos los niños y niñas de Madrid. 
 
Se llamen Youssef, María, Nurdine, Almudena o Ibai
 
La historia la cuenta este orgullo de compañero, Emilio Delgado…suscribo una a una sus palabras y sus opiniones
 
* Carlos Armada.
Portavoz Máis Porriño.

 


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