Gerardo Fernández Casanova •  Opinión •  23/08/2018

México. Armonía

México. Armonía

Al salir de una nueva reunión con los empresarios el Presidente Electo declaró que el proyecto de convertir a México en una potencia económica va a lograrse “en armonía de los sectores privado, social y público”. Por otra parte durante la conferencia de prensa ofrecida al alimón entre López Obrador y Peña Nieto, con la presencia de los gabinetes entrante y saliente para iniciar formalmente los trabajos de la entrega y recepción, se mostró esa armonía de la que hace gala el Presidente Electo, sin por ello dejar de marcar las diferencias en asuntos específicos como son el del aeropuerto y el de la reforma educativa que confirmó que sería desechada por el nuevo gobierno. Ahí mismo y con relación a la liberación de Elba Ester Gordillo, Andrés Manuel hizo una importante declaración: el próximo gobierno será estrictamente respetuoso de la vida interna de los sindicatos, pero procurará la instauración de la democracia sindical que asegure que sean los trabajadores quienes elijan a sus líderes en absoluta libertad y mediante voto secreto, de conformidad con la ley.

Destaco esta última declaración para referirla a la búsqueda de la armonía, la que sólo es dable en condiciones de simetría que hoy están muy lejos de existir; el muy podero sector empresarial, contrasta con un sindicalismo en peligro de extinción y con un fantasmal campesinado, que formarían el sector social; a su vez el sector público adolece de severas limitaciones de orden presupuestal y operativo, sujeto a candados impuestos por los acuerdos internacionales. De esta suerte, la armonía postulada podrá lograrse y mantenerse solamente con la buena voluntad empresarial o, dicho de otra forma, bajo una forma suave del acostumbrado chantaje o, en su defecto, por sus insaciables exigencias, con lo que la armonía se convertirá en un afán irrealizable, no obstante la solidez que confieren al nuevo régimen la votación lograda y la autoridad moral del Presidente López Obrador.

México se encuentra muy lejos de alcanzar el pleno empleo; el 60% de la población económicamente activa está en condiciones de subempleo y, en grave medida, en desempleo. El diseño neoliberal así lo prohijó por así convenir a sus intereses de dominación por el capital, siempre hay un numeroso ejército de reserva dispuesto a malbaratar la mano de obra y romper con el esquema de un sindicalismo que tutele los intereses de los trabajadores. En esto se finca la fuerza del sindicalismo charro y corrupto, por un lado, y la desleal y vergonzosa atracción para las inversiones extranjeras. El Tratado de Libre Comercio no es ajeno a tal estado de cosas y, mucho menos, inocente.

Me anima la política sindical anunciada por el Presidente Electo, así como también la reincorporación de Napoleón Gómez Urrutia, quien declaró que regresa para defender los derechos de los mineros “y de todos los trabajadores de México”. Hace falta reordenar la legislación laboral para recuperar la dignidad del trabajo, hoy vejada por disposiciones que dejan al trabajador en plena indefensión ante la arbitrariedad. Se necesita auspiciar liderazgos honestos y dar las batallas por lograrlo, lo cual no puede ni debe ser algo que no quede en las manos exclusivas de los propios trabajadores, sea en el magisterio o en PEMEX y CFE, así como en todo el espectro del trabajo, con el gobierno cumpliendo y haciendo cumplir las leyes debidamente saneadas. Tendrá que logarse una vigorosa y unificadora central de sindicatos que acabe con el charrismo cetemista, con verdadera democracia y patriotismo. No son muchos, pero hay liderazgos que pueden concurrir en este afán. Será muy pertinente la adopción del sindicalismo moderno que ha descrito Gómez Urrutia en sus libros y artículos periodísticos, cuya lectura recomiendo.

También me congratulo por la incorporación de Lázaro Cárdenas Batel como Jefe de Asesores de la Presidencia. Por su estirpe hablarán los hechos. Armonizar al Jefe de la Oficina y al Jefe de Asesores, ambos de la Presidencia, será un reto interesante.

La dichosa armonía entre los sectores depende de que ninguno abuse de los demás. Es preciso emparejar la cancha y, además, procurarlo con gran velocidad y sin imprudencias. Es por México y su pueblo es el principal protagonista, el soberano.


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