Marco Teruggi •  Opinión •  21/11/2016

Venezuela / Cambio de ring: nuevo asalto económico

Venezuela / Cambio de ring: nuevo asalto económico
El ataque llega antes de las fiestas para no dejarle tregua a un pueblo que ha enfrentado el año económico más difícil: desabastecimiento.

El país recobró cierta calma política. El Golpe de Estado quedó desactivado, el diálogo continúa y, no hay dudas, el round fue nuestro. El saldo de este lado del tablero es de mayor unidad, fuerza moral y convencimiento de la apuesta en juego. Nos favoreció que el enemigo saliera de la cueva, asumiera su verdadera identidad. Del lado de ellos se multiplicaron las disputas entre dirigentes que se acuchillan públicamente y pierden todavía más credibilidad ante su base. Algunos anuncian que podrían retomar la agenda golpista, otros ya reconocen que no tienen fuerza ni para mentir.

Se puede decir, a esta hora, que ese foco de violencia disminuyó, aunque, se sabe, nunca hay que cantar victoria. Pero el bloque contrarrevolucionario es más que las caras políticas que se vieron por televisión. Lo importante es lo que no se ve y más daño logra hacer: el sector económico, compuesto por grandes empresarios, bancos, calificadoras de riesgo, importadores, casas de cambio colombianas etc. Es por esa esquina que siguió en estos días, con toda su fuerza, la desestabilización que nunca para.

El primer síntoma visible fue, que luego de mantenerse estable desde el mes de mayo, el dólar paralelo ascendió de 1000 bolívar a más de 1700. No fue fruto del azar sino de una acción planificada para reducir el poder adquisitivo de la gente. Ese dólar repercute sobre el precio de los principales productos: cuánto más alto, más cara la vida. El aumento coincidió con el intento del Golpe, se agudizó violentamente luego del desinfle de la derecha, dejando en evidencia que ese flanco es el más vulnerable.

El segundo aspecto fue la acción de las calificadoras de riesgo, que aumentaron el puntaje de Venezuela. Siendo que esa medición indica el riesgo de impago de obligaciones internacionales de un país, el ascenso de los puntos no guarda relación con la realidad: el Gobierno pagó 3 mil millones de dólares entre el 11 de octubre y el 2 de noviembre. Se trata, como señaló el presidente Nicolás Maduro, de un ataque financiero directo. Con esa calificación se cerrarán puertas a espacios de acceso al crédito y se encarecerá la misma deuda.

Estos dos elementos vinieron a retomar la ofensiva en el frente interno y externo de la economía venezolana. Pasado el asalto al palacio fallido, vuelve la estrategia más eficaz de la derecha nacional, pero sobre todo internacional: la asfixia. Un plan criminal que tiene como blanco a los más humildes.

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El ataque llega antes de las fiestas para no dejarle tregua a un pueblo que ha enfrentado el año económico más difícil: desabastecimiento de alimentos, remedios y productos de higiene, largas colas, aumento disparado de precios, incentivo a saqueos por parte de la derecha etc. Una situación que había encontrado relativa estabilidad durante los últimos tres meses. La situación era mala, pero sin grandes variaciones. Eso, para una sociedad marcada por la escasez programada y la consecuente angustia diaria de millones de personas, representó un momento de tranquilidad. Las cosas estaban caras, pero estaban.

La dirección no parece tener una estrategia clara para proteger ese flanco, por donde entran los crosses. Se ha denunciado el ataque financiero, económico, armado tácticas de distribución popular de alimentos para los sectores más humildes, se pidió orden de captura a Ricardo Hausmann, uno de los ideólogos del plan. Pero es insuficiente en los hechos. La sensación de incertidumbre regresa: ¿hasta dónde subirá el dólar paralelo? Un pronóstico negativo puede indicar que seguirá hacia arriba, dado que en el 2017 habrá dos comicios electorales, y, ha sido demostrado, los peores ataques a la moneda suceden antes de las elecciones. Para entender la economía es necesario comprender la política.

Así como se evidencia en el ataque económico el plan de desestabilización permanente, también en el ámbito de la economía se pueden ver las tensiones de la dirección. No se ha reestructurado la deuda externa aun cuando, pagándola religiosamente, los ataques financieros se agudizan; no se han nacionalizado algunos sectores claves de la importación aun cuando las importadoras, con dólares otorgados por el Estado, siguen desabasteciendo. Dos ejemplos de varios, que indican que ciertas medidas, propuestas por varios sectores -desde movimientos populares a intelectuales- no tienen lugar en la estrategia del Gobierno.

Se puede ver como fruto de un problema de correlación de fuerzas, de negociar contra las cuerdas, de una táctica para esta etapa, o una evidencia de que al interior de la dirección existen miradas diferentes acerca de cómo resolver la guerra/crisis. Miradas que coinciden con intereses de clase. Ahí está la principal preocupación. No por un asunto de pureza, sino porque las negociaciones económicas hechas hasta el momento no han permitido torcer la tendencia negativa, le han dado más poder al enemigo, y desgastado la base social del chavismo. La dialéctica chavista de agresión del enemigo/radicalización revolucionaria, no aparece.

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El proceso revolucionario enfrenta una guerra prolongada de desgaste, llevada adelante por un enemigo que se esconde, se hace difuso, no se deja nombrar. Por eso su salida de la cueva con el intento de Golpe de Estado terminó en un saldo positivo para el chavismo: se dejó ver, y cuando eso pasa, la estadística indica que rápidamente se equivoca. Es más eficaz desde las sombras que con su rostro al descubierto. Es cobarde.

Por eso regresa al frente económico, difícil de comprender, con análisis nacionales, internacionales, financieros, fronterizos, con tipos de cambio, de especulación y un etc. que conforma un laberinto profundo. Que la derecha resume en una idea fuerza: la culpa es del Gobierno y del modelo socialista que fracasó. Plantea en un mismo movimiento el debate electoral e ideológico.

El desafío es lograr frenar la escalada del dólar paralelo, la pérdida de poder adquisitivo, la sensación real de lo impredecible. Si eso se logra mediante acuerdos con sectores del empresariado, la banca, los importadores, bienvenido sea. El problema es que hasta el momento no ha dado los resultados esperados. Tal vez sea tiempo de tomar medidas que confronten en algunas partes claves. Los rounds no son eternos: en este caso la campana será electoral.

Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2016/11/18/venezuela-cambio-de-ring-nuevo-asalto-economico/


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