Libardo García Gallego •  Opinión •  21/06/2019

Optimismo, otra utopía del mundo actual

Mis maestros reales y virtuales me enseñaron que para vivir felices debemos mantener siempre actitudes positivas, optimistas, y nada de pesimismo.

Pero, mirando a profundidad los hechos cotidianos en Colombia y el mundo, ¿cómo se puede ser optimista? El candidato presidencial Duque ofreció a los colombianos que no los atropellaría con nuevos impuestos, que el IVA se rebajaría y que para conservar los recursos naturales no se permitirían prácticas y técnicas dañinas para el medio ambiente, como el fracking, el extrativismo irresponsable y la tala de la Amazonia. Después de 10 meses de gobierno vemos que nos engañó, nos mintió. La política ambiental va en contravía y el Plan Nacional de Desarrollo fue elaborado en contra de las demandas populares y muy a favor de los grandes empresarios, banqueros e inversionistas.

En Colombia, la clase gobernante mintió para seguir gobernando; en Brasil y Argentina realizaron todo tipo de artimañas para enlodar a los anteriores gobernantes populares y con extremo cinismo retomaron el poder. Trump, el de la peor desfachatez, ha decidido invadir a Venezuela, bajo la excusa de una supuesta dictadura, bandera de la oposición ultraderechista, con el fin de apropiarse de los recursos naturales del hermano país, tal como lo hicieron sus antecesores en Irak y en Libia; mantiene la ayuda a los terroristas que pretenden derrocar el gobierno legítimo de Siria y le brinda todo el apoyo a Israel para que destruya el Estado palestino y se quede con su territorio. La agresiva ultraderecha se está instalando aceleradamente en todo el mundo, con la complacencia y respaldo de varias iglesias opuestas a la igualdad y la justicia sociales.

La corrupción cunde por toda América comprando conciencias con gigantescas coimas que luego son extraídas de los erarios nacionales o mediante la deficiente construcción de las obras contratadas. En pocos países castigan a algunos de ellos, pero en otros, como Colombia, nada o muy poco les hacen, cuando mucho les asignan sus chalets por cárcel.

La historia de las guerras, de los abusos, de las represiones, pretende ser escrita por los victimarios, por los delincuentes y corruptos, por los culpables, eludiendo el análisis histórico y sociológico de los conflictos, para sacar inmaculados a los criminales. Así es como han tratado de contar la historia de las dictaduras y desgobiernos en muchos países, entre otros Chile, Argentina, Brasil, España, la del conflicto colombiano durante los últimos 70 años, ocultando o tergiversando la realidad.

Si leemos la primera consigna que han escrito los dueños del planeta en las piedras de Georgia, EE.UU.: “Mantener la humanidad por debajo de 500.000.000 en perpetuo equilibrio con la Naturaleza”, esto significa que debe desaparecer el 95% de la población mundial; es decir, el planeta le pertenece exclusivamente a esa élite dueña de todo; los demás debemos morir ya. Por eso nos matan de diferentes formas, entre otras: por hambre, por ahogamiento en los mares tratando de llegar a territorios mejores, por invasiones armadas a países con abundantes riquezas, por represión a quienes reclaman supuestos “derechos humanos”, por estímulo a guerras civiles, por odio a grupos sociales o etnias que no son o somos de su agrado.

¿Cómo se puede ser optimista en medio de semejante mierdero, donde los poderes del Estado están en manos de una mayoría de corruptos que legislan, fallan y ejecutan de acuerdo con sus conveniencias de clase, los de la oligarquía abyecta a las exigencias de sus similares en el resto del mundo? ¿Y cómo esperar que “la tortilla se vuelva” cuando los medios mantienen desinformado o malinformado al pueblo que cree en todo lo que ve y escucha a través de los mismos y los educadores no saben o no pueden enseñar a pensar crítica y autónomamente?

Armenia, 13 de mayo de 2019

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