Piedad Córdoba •  Opinión •  20/01/2021

Carta a Miguel Díaz-Canel y Bruno Rodríguez

Bogotá, 20 de enero de 2021

Excelentísimos

MIGUEL DÍAZ-CANEL BERMÚDEZ

Presidente República de Cuba

BRUNO RODRÍGUEZ PARRILLA

Ministro de Relaciones Exteriores República de Cuba

Afectuoso saludo.

A nombre de las mayorías del pueblo colombiano, quiero ofrecer sentidas disculpas por el indebido comportamiento del gobierno del Presidente Iván Duque Márquez y de su partido Centro Democrático. No se entiende la sistemática agresión al pueblo cubano y al Estado revolucionario que Ustedes representan, cuando es gratitud la que debemos en mi patria a la tierra de Martí. De igual manera, expreso mi plena solidaridad en medio de la enésima arremetida de persecución política desatada desde el por fortuna saliente gobierno de EEUU en cabeza de Donald Trump que incluyó a Cuba en su amañada lista de países afines al terrorismo.

Lamentablemente de forma temprana la política exterior del Estado colombiano cayó en lo que el académico Renán Vega Cantor denomina la “subordinación estratégica” a los intereses de Washington. Desde el “Respice Polum” de hace un siglo que nos obligó a aceptar el cercenamiento de Panamá propiciado por EEUU, hasta el patético papel del gobierno de Duque con la artera acusación a Cuba de proteger el terrorismo, pasando por vergonzosos episodios como la promoción del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR (1947), ser el anfitrión para el engendramiento de la OEA (1948), la ruptura de relaciones bilaterales post-revolución cubana o el prestar nuestro territorio para bases y tropas norteamericanas, han sido la impronta de hipotecar nuestra soberanía para ser un peón geopolítico. La política exterior del actual gobierno es monstruosa e incoherente y nuestra cancillería sigue de espaldas a Nuestra América, para vergüenza de quienes nos sentimos patriotas.

De Colombia hacia Cuba solo puede haber agradecimiento. No solo fue artífice del Acuerdo de Paz de 2016, que el presente gobierno ha terminado de hacer trizas permitiendo el genocidio cotidiano de líderes sociales y excombatientes, si no que sirvió en repetidas oportunidades como mediador y garante de procesos de diálogos con los grupos rebeldes. Que corta memoria tienen los uribistas enceguecidos entre sus ambiciones electorales y su zalamería con el trumpismo decadente, que no quieren recordar que durante el gobierno de Uribe Vélez, Cuba prestó su territorio para un largo proceso de conversaciones con el ELN que no llegó a feliz término. Que desaguisado diplomático el del Estado colombiano que busca desconocer por un cambio de gobierno los protocolos firmados para urdir un montaje que intenta sustentar la insostenible calificación de Cuba como enemiga de la paz de Nuestra América.

Ante la disparatada acusación del gobierno de Duque contra Cuba, el debate no es el apoyo a un grupo insurgente, sino la violación de los protocolos propios del DIH pretendida por Colombia que bien podría implicar una transgresión del derecho internacional con sus respectivas consecuencias ante el Tribunal Internacional de La Haya. Se le está haciendo costumbre al estado colombiano desconocer sus compromisos legales internacionales como viene ocurriendo con el Acuerdo de Paz, -del que el Estado que Uds representan también es suscriptor- en cuanto éste fue firmado bajo la categoría de Acuerdo Especial debidamente depositado en Berna y como Declaración Unilateral de Estado ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Pero pese a ello lo que se vive en Colombia es perfidia ante su incumplimiento sistemático.

EEUU y Colombia no tienen autoridad moral para acusar a Cuba de nada. Hoy cuando en medio de la crisis global agudizada por la pandemia Cuba sirve de esperanza para la humanidad exportando vida con sus brigadas médicas y construyendo soluciones propias que envidiarían las grandes potencias, los pueblos norteamericano y colombiano sufrimos los estragos catastróficos no solo del virus sino de la devastación económica del neoliberalismo. La gran potencia deja morir de Covid a 1172 ciudadanos por cada millón de habitantes, mientras en su país solo mueren 14 por millón pese a las limitaciones impuestas por el criminal bloqueo. Y mientras Uds preparan sus cuatro candidatos vacunales y proyectan la inmunización del total de la población en el primer semestre de este año, en Colombia de forma irresponsable el gobierno de Duque da versiones encontradas sobre la vacunación y prolonga la crisis sanitaria en medio de opacos contratos privados, en medio de la depresión económica más grande del presente siglo.

Para Duque cumplir los protocolos propios del derecho internacional es favorecer al terrorismo, pero no la actitud cómplice de un Estado que permitió 60 masacres el año pasado en su territorio. Tampoco le parece a la impresentable cancillería colombiana favorecimiento al terrorismo el patrocinio a grupos paramilitares y de mercenarios para la desestabilización de la hermana República Bolivariana de Venezuela que utilizan el territorio colombiano apadrinados por agentes norteamericanos.

En un país con etnocidio y genocidio político en curso los problemas de seguridad nacional no son la solidaridad ni la amistad con Cuba. Causa indignación que mientras la impunidad campea en los asesinatos diarios de líderes sociales y “asesores” israelíes o norteamericanos manejen información estratégica y confidencial, la inteligencia colombiana fabrique para expulsión “espías” rusos y se dedique a perseguir las actividades de la diplomacia cubana en franca violación a su inmunidad, como denota el informe revelado por la Revista Semana. Quienes hemos hecho oposición política en Colombia sabemos de la sevicia con la que el estado colombiano ha confeccionado montajes judiciales y los recientes episodios contra Cuba solo denotan la persistencia de esta práctica. Como lo presentaré en la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, altos funcionarios del estado colombiano en contubernio con agentes norteamericanos buscaron involucrar a Cuba y a Venezuela en el marco de sus planes de sabotaje jurídico al proceso de paz. La llamada Law-fare o guerra jurídica no solo ha sido utilizada en el país contra negociadores y amigos de la paz, sino contra las naciones de la Patria Grande que propiciaron el Acuerdo Final.

Pido a Ustedes que los vejámenes recibidos por el gobierno Duque y la insidiosa presión del partido Centro Democrático no den al traste con las relaciones de dos naciones hermanas, hijas de Bolívar y Martí. Los millones de colombianos y colombianas que gozamos del favor de Cuba, de su aporte a la paz, a la salud, a la cultura y a la economía de nuestro país se los agradecemos de antemano y haremos lo propio para evitar que triunfe la insania en nuestras relaciones internacionales en nuestro país.

Finalmente, respecto a la bellaquería de despedida del gobierno Trump con el auspicio del Estado colombiano, el mundo entero tiene claro que el único refugio del terrorismo existente en Cuba es la base norteamericana de Guantánamo y que por esta afrenta a la humanidad no deben responder Uds, sino la Casa Blanca.


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